Técnicas avanzadas de colocación en voleibol: mejora tu juego

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Técnicas avanzadas de colocación en voleibol

Una vez que el colocador consigue precisión y altura, el nivel de juego le exigirá una técnica que le permita abordar objetivos de eficacia táctica superiores. Ésta se basa en los principios que enunciamos a continuación. No obstante, es imprescindible comprender que la precisión seguirá siendo siempre el factor básico para considerar la eficacia de la colocación. Por tanto, ningún elemento de la progresión debería incorporarse hasta conseguir elevados índices de precisión en el anterior.

Eliminación de la cadena cinética

Para dificultar al oponente su acción defensiva, se deben reducir al máximo los indicios sobre el destino del pase y el tiempo invertido en él. Si los pases son más rápidos, se reduce el tiempo de adaptación de la defensa. Se trata, por tanto, de eliminar en la medida de lo posible la flexoextensión de las extremidades inferiores y superiores, que por otra parte dejan de ser necesarias cuando los colocadores han madurado en fuerza y coordinación.

Desde esta posición extendida, las manos deben estar con suficiente tiempo encima de la cara, de esta forma se coordina mejor el contacto con el balón y hay una mayor precisión en el pase. En el contacto, necesitaremos que la participación de las muñecas sea activa y que los dedos también actúen cerrándose parcialmente en el golpeo e imprimiendo más velocidad al balón.

A este tipo de contacto lo denominamos reactivo o percutido.

  • Elimina la cadena cinética.
  • Se concentra el impulso en dedos y muñecas.
  • Para pases rápidos, menos superficie de contacto e intervención más activa de los dedos.

Colocación en suspensión

Requiere del pase del balón al colocador a una mayor altura, debiendo realizar un salto para ejecutarla. La ejecución técnica es igual que en el resto de colocaciones, pero la participación de las piernas en el momento de la colocación para el impulso del balón es nula. Esta acción supone una serie de ventajas en el plano táctico, ya que si el balón se coloca más alto, transcurre menos tiempo entre la colocación y el ataque, retrasando la toma de decisión del bloqueo.

El contacto con el balón debe producirse en el momento de máxima altura en el vuelo del colocador, cuando la aceleración es cero y, por tanto, se favorece la precisión en el pase. Aunque no es imprescindible que el salto haya sido máximo para conseguir los objetivos tácticos del pase. En ocasiones, el colocador anticipa el salto y retrasa el pase, acortando el tiempo empleado por el atacante rápido y creando un desfase en el bloqueador responsable de este atacante.

Falsos preíndices

Aunque la disposición de los segmentos debe permanecer estable en todo tipo de colocaciones para no dar información al bloqueo del oponente, en el voleibol avanzado, también se pueden dar falsos indicios. Describimos a continuación los que consideramos más generalizados:

  1. Pasar hacia atrás cuando el colocador se desplaza hacia delante, supone en muchos casos que el bloqueador central del equipo contrario tenga que cambiar la inercia de desplazamiento desde la derecha hacia la izquierda, con la consiguiente pérdida de tiempo. Consistiría en lo que coloquialmente llamamos pillar a contrapié al bloqueador.
  2. La situación opuesta, es decir, pasar hacia delante cuando el colocador se ve desplazado hacia atrás.
  3. Contactar el balón por encima, o detrás del eje longitudinal del colocador y dirigirlo hacia delante, provoca generalmente un cambio del peso del cuerpo del bloqueador hacia la dirección contraria a la del pase. La situación del balón con respecto al eje central del cuerpo del colocador en el momento del contacto es uno de los preíndices más decisivos en la actuación del bloqueador de cara a anticipar su participación.
  4. De forma idéntica sucede con el balón adelantado, e incluso más si está por debajo de la altura habitual de contacto, y su salida se produce hacia la zona posterior.
  5. Si el primer tiempo salta por delante del colocador y muy próximo a éste, pasar a zona 4 con los brazos extendidos y con el balón próximo al eje central del cuerpo. Esta disposición crea la sensación de que el balón saldrá colocado al primer tiempo.
  6. Girar el tronco en el aire hacia la red, amagando un ataque, para deshacer el giro y realizar un pase, es un movimiento muy complejo al que no necesitan recurrir los colocadores zurdos, como es obvio, y que sólo unos pocos han llegado a dominar.
  7. Iniciar el vuelo para el pase en suspensión con una sola mano elevada para al final incorporar la otra mano al contacto, puede dar a entender la intención de fintar y por lo tanto fijar a un bloqueador que quedará inoperante para el bloqueo definitivo.

La incorporación de éstas u otras técnicas al repertorio definitivo del colocador debe preservar un alto nivel de precisión en la colocación para que su aplicación se pueda considerar realmente efectiva. A veces, colocadores muy imaginativos, pero con un nivel de precisión escaso, acaban creando más problemas e incertidumbre sobre sus propios rematadores que sobre los bloqueadores adversarios.

  • El balón delante de la cabeza para pasar hacia atrás (con el central separado).
  • El balón encima de la cabeza para pasar hacia delante (con la central por detrás).
  • El balón alto para pasar a la banda (con la central delante y próxima).

Recursos del colocador

Entendemos por recurso un modelo de ejecución adecuado a situaciones no previstas. No es, por tanto, un objetivo en la actuación del jugador, pero su dominio permite solventar circunstancias desfavorables.

El pase lateral

Cuando el primer golpeo envía el balón tan próximo a la red que la orientación del colocador perpendicular a la trayectoria del pase supondría contactar la red con el codo más próximo a ésta, el jugador opta por emplear un pase lateral. Habitualmente el colocador está situado previamente en la zona de colocación y adelanta más su pie derecho sobre el izquierdo, quedando de espaldas a la red. En ocasiones, el desplazamiento de penetración se produce con retraso y la única opción en estos balones ajustados es realizar la misma acción descrita pero de frente a la red.

En uno como en otro caso, el colocador debe situarse debajo del balón y realiza un impulso mayor con el brazo contrario a la dirección final del pase.

La colocación de antebrazos

Si el desplazamiento del colocador hacia el balón no le permite situarse debajo del mismo, resulta más seguro utilizar el pase con los antebrazos. Igualmente ocurre cuando el jugador líbero debe realizar el segundo contacto dentro de la zona de ataque (por restricción reglamentaria). En este caso, el jugador, tras una marcada flexión de piernas, realizará un movimiento de extensión de piernas, acompañando con brazos y piernas el balón hacia el objetivo.

Intentar sorprender mediante pases rápidos o de espaldas no dará, normalmente, rentabilidad alguna y la dificultad es muy alta.

La colocación en caída

En la misma circunstancia anterior, cuando el jugador demuestra un gran dominio del pase y las caídas, se puede optar por un desequilibrio voluntario para quedar situado debajo del balón y poder emplear el pase de dedos mientras se completa la caída del jugador. Se desplaza el peso del cuerpo hacia la pierna más cercana al balón, generando un desequilibrio que conduce, tras el pase, a una caída lateral, frontal o de espaldas.

El golpeo al balón debe producirse con movimientos finales muy ralentizados y estando situado justo por debajo del balón, si alguna de estas circunstancias no fuese posible es más rentable optar por el pase de antebrazos.

El pase con una mano

Cuando la recepción o la defensa provoca una trayectoria del balón hacia el campo del oponente, el colocador se ve obligado a utilizar un pase con una sola mano, la más próxima a la red (normalmente la derecha).

El contacto se realiza con los dedos rígidos, pero ligeramente separados. La mano se sitúa debajo del balón. El pase se produce por extensión del codo y la muñeca, cuando se intenta un pase alejado del colocador; o simplemente se frena el balón para dejarlo en condiciones de un ataque próximo y rápido.

Ésta acción resulta engañosa para el bloqueador que puede esperar una finta del colocador, o que el balón pase a su campo directamente desde el primer contacto del oponente. En otras ocasiones, si se observa que el bloqueo no es fijado por el colocador, éste puede dejar pasar el balón al campo contrario creando normalmente gran incertidumbre entre bloqueador y defensores de segunda línea.

El colocador como atacante

La participación del colocador como atacante tiene una excepcional importancia, principalmente a partir de la instauración del pase en suspensión en el repertorio técnico de éste.

Dada la orientación del colocador frente a la zona 4 del campo, universalmente aceptada, el dominio de la mano izquierda de éste jugador le confiere una enorme ventaja a la hora de atacar el balón enviado por la recepción o la defensa. Es por ello que durante una época ha sido frecuente la formación, en ocasiones forzada, de jugadores zurdos para esta función. Hoy en día se busca el talento para colocar por encima de otras virtudes, pero aún así, un colocador zurdo supone mayores problemas para el bloqueo adversario.

Si bien, pocos jugadores diestros alcanzan el dominio del ataque con su mano izquierda, prácticamente todos logran una ejecución perfecta de la finta con una y otra mano. Así como existen casos de jugadores diestros que giran hacia su derecha para golpear el balón con su mano dominante. Esta acción tiene sentido si se domina la colocación lateral para, de esta forma, proponer una doble amenaza sobre el bloqueo.

En cuanto a su ejecución, tanto la finta como el ataque deben cumplir dos premisas:

  1. La doble amenaza: es decir, la finta o el ataque constituirán un elemento sorpresivo si existe la posibilidad de colocar desde la misma postura, y viceversa.
  2. En íntima relación con la primera, es necesario ocultar o dar falsos indicios sobre la solución final de la acción.

Las dos acciones de finta del colocador más utilizadas son:

  1. Con mano derecha, contactando el balón con la palma de la mano enfrentada al colocador y enviándolo hacia zona 4 del equipo contrario. Esta acción es especialmente eficaz cuando el primer tiempo de ataque se produce por delante del colocador y existe una ayuda activa sobre él del bloqueador de 4 oponente.
  2. Con mano izquierda, contactando el balón con la palma de la mano hacia el campo contrario y enviándolo, habitualmente a la zona 8. Esta acción es especialmente efectiva cuando el jugador central se desplaza desde 3 hacia 2 para atacar por la espalda del colocador.

Factores de decisión en la colocación

De las características que, en la conducta del colocador, la gran mayoría de los autores consideran indispensables, hacemos el siguiente esbozo:

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