Teatro del Siglo XX: Del Absurdo al Compromiso Social y los Jóvenes Airados

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El Teatro del Absurdo: Beckett e Ionesco

El teatro del absurdo floreció en el siglo XX, principalmente en Francia, con dos figuras destacadas, aunque de diferentes orígenes: el irlandés Samuel Beckett (1906-1989) y el rumano Eugène Ionesco (1912-1994). Ambos autores, escribiendo en francés, exploraron la falta de sentido de la existencia y la incomunicación humana.

Samuel Beckett: La Espera Interminable

Beckett es mundialmente conocido por su obra Esperando a Godot, donde dos personajes, Vladimir y Estragón, dialogan de manera inconexa mientras esperan a un tal Godot, que nunca aparece. Esta espera ha sido interpretada como una metáfora de la búsqueda de significado en un mundo sin Dios, aunque el propio Beckett se negó a confirmar esta interpretación. Otras obras teatrales significativas incluyen Final de partida, donde los personajes se encuentran en cubos de basura, y Los días felices, donde están enterrados en la arena. Su trilogía novelística, compuesta por Molloy, Malone muere y El innombrable, también explora temas similares. Beckett recibió el Premio Nobel de Literatura en 1969.

Eugène Ionesco: La Incomunicación Cotidiana

Ionesco, por su parte, atacó directamente la verosimilitud teatral, mostrando lo absurdo de situaciones cotidianas. En La cantante calva (1950), una obra donde, irónicamente, no aparece ninguna cantante calva, el Sr. y la Sra. Smith mantienen una conversación sin sentido, reflejando la imposibilidad de la comunicación humana. En Amadeo o cómo salir del paso (1953), un matrimonio, Amadeo y Magdalena, no pueden salir de casa debido a un cadáver en su alcoba que no deja de crecer, simbolizando la muerte del amor. El rinoceronte (1959) presenta una alegoría más directa: los habitantes de un pueblo francés se transforman en rinocerontes, perdiendo su humanidad, excepto Berenguer, un hombre sencillo y aficionado al alcohol, que resiste la transformación.

El Teatro del Compromiso

El Teatro Épico de Bertolt Brecht (1898-1956)

Bertolt Brecht, poeta, director teatral y dramaturgo alemán, revolucionó el teatro con sus teorías dramáticas. Influenciado inicialmente por el expresionismo, desarrolló el concepto de "teatro épico". En 1928, colaboró con el compositor Kurt Weill en La ópera de los cuatro cuartos, una sátira mordaz del capitalismo. Su compromiso con el marxismo, iniciado en 1924, se reflejó en dramas didácticos musicales como Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny (1927-1929), también con música de Weill, donde critica nuevamente el capitalismo. La justicia social fue un tema central en su obra.

Brecht rechazaba las técnicas del teatro realista tradicional. En su lugar, promovía el "distanciamiento" (Verfremdungseffekt), que impedía la identificación emocional del espectador con los personajes, forzándolo a una reflexión crítica. Su oposición al régimen de Hitler lo obligó a exiliarse en 1933, primero en Escandinavia y luego en California. Durante este periodo, escribió algunas de sus obras más importantes: La vida de Galileo Galilei (1938-1939), Madre Coraje y sus hijos (1941) y El círculo de tiza caucasiano (1944-1945).

Los "Jóvenes Airados": Dramaturgos Ingleses

En la segunda mitad del siglo XX, surgió en Gran Bretaña un grupo de dramaturgos conocidos como los "jóvenes airados", que se rebelaron contra la moral tradicional inglesa y retrataron la vida de las clases obreras. John Osborne (1929-1994), dramaturgo y guionista, lideró este movimiento. Su obra Mirando hacia atrás con ira se convirtió en el estandarte del grupo. Otros autores destacados incluyen a Arnold Wesker, con La cocina (1957), y Harold Pinter (1930-2008), con La fiesta de cumpleaños (1958). La influencia de este grupo se extendió a autores como Tom Stoppard, quien combinó la crítica social con la ironía y el humor en obras como Rosencrantz y Guildenstern han muerto (1967).

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