El Teatro Renacentista Español: Evolución, Autores y Obras Imprescindibles
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El Teatro Renacentista Español: Orígenes y Consolidación
Entre la Edad Media y el Renacimiento se desarrolla la obra de autores fundamentales como Juan del Encina, Lucas Fernández y el portugués Gil Vicente. Sin embargo, la obra más importante del Prerrenacimiento, con la cual podemos afirmar que se inicia la trayectoria teatral renacentista española, es la Tragicomedia de Calisto y Melibea (conocida popularmente como La Celestina), de Fernando de Rojas, publicada en forma de libro en 1499.
Esta obra cumbre se encuadra dentro del género de la comedia humanística, un tipo de teatro destinado principalmente a la lectura y no a la representación escénica. Se trata de una creación excepcional, de estructura aún medieval, pero con un ambiente y contenido plenamente renacentistas, que refleja con gran realismo los intereses y complejidades de una sociedad en transformación.
Bartolomé Torres Naharro: Innovación en la Primera Mitad del Siglo XVI
En la primera mitad del siglo XVI, destaca la figura del extremeño Bartolomé Torres Naharro (1485-1530), quien se formó como dramaturgo en Italia y asimiló profundamente las doctrinas clásicas. Sus obras están escritas en verso y constan de cinco actos, siguiendo el modelo clásico.
Se consideran rasgos generales de su teatro:
- La variedad de tipos y clases sociales, incrementando el limitado elenco de personajes del teatro precedente.
- Su notable dominio del diálogo y de las técnicas teatrales.
- Su jovial vitalismo, que impregna sus creaciones.
- Un crudo anticlericalismo, presente en algunas de sus piezas.
Obras suyas de carácter costumbrista son Soldadesca y Serafina.
Consolidación del Fenómeno Teatral en la Segunda Mitad del Siglo XVI
La segunda mitad del siglo XVI marca la consolidación definitiva del fenómeno teatral en España. Durante este periodo, los contenidos satíricos, tan presentes en obras de autores como Torres Naharro o Gil Vicente, comienzan a desaparecer. Es importante señalar que, en 1599, el Índice de la Inquisición prohibió numerosos textos teatrales, lo que llevó a que, en adelante, los dramaturgos fueran más contenidos en sus críticas y temáticas.
Junto al teatro religioso y profano, representado en iglesias, palacios o en la calle, se desarrolla un teatro de carácter popular. Este se representaba de forma rudimentaria en pueblos y ciudades, o bien se ponía en escena en los corrales de comedia, que surgieron en las ciudades más importantes a partir de 1570, marcando el inicio de una infraestructura teatral estable.
Lope de Rueda: El Hombre de Teatro Integral
El autor más importante de la segunda mitad del siglo es Lope de Rueda (1510-1566). Se trata de un hombre de teatro en el sentido más amplio: fue actor, director y autor al mismo tiempo, y dueño de una compañía ambulante. Su vida profesional dependía directamente de la satisfacción del público, lo que influyó en su estilo y temáticas.
Lope de Rueda escribió comedias en prosa al modo italiano, aunque introdujo importantes novedades, sobre todo elementos cómicos que conectaban con el gusto popular. Sus obras muestran una clara influencia de los dramaturgos romanos Plauto y Terencio.
Especialmente conocidos son sus pasos: breves piezas cómicas inicialmente incluidas en las comedias, con las que no guardaban ninguna relación argumental. Por ello, finalmente se separaron de aquellas y se representaron en los entreactos, convirtiéndose en un género propio. En ellos, Lope de Rueda introduce numerosos elementos del folclore popular: refranes, chistes, cuentos, etc. Los más famosos son: Las aceitunas, El deleitoso y La tierra de Jauja.
Juan de la Cueva: Precursor del Teatro Nacional
Otro autor relevante es Juan de la Cueva (1543-1612), en cuya obra se encuentran en germen bastantes características del teatro español posterior, especialmente el del Siglo de Oro. Es fundamental su interés en llevar al teatro asuntos históricos nacionales, un rasgo distintivo que influiría en la dramaturgia venidera. Ejemplos notables son sus obras Los siete infantes de Lara o Bernardo del Carpio.
Miguel de Cervantes: Experimentación y Legado Dramático
Mención aparte merece Miguel de Cervantes (1547-1616). Su producción dramática es estimable; se sitúa dentro de la escuela clásica y también se muestra experimental y novedosa, aunque en una línea que, lamentablemente, no conectó plenamente con el público de su tiempo. Su obra dramática más destacada es la tragedia El cerco de Numancia.
En cuanto a sus comedias, de muy diversos temas, siguen inicialmente las normas clásicas de la verosimilitud y el respeto a las reglas, pero poco a poco van incorporando elementos propios de la fórmula teatral que popularizaría Lope de Vega. Algunos títulos representativos son: Los baños de Argel, Pedro de Urdemalas y El rufián dichoso.
Son especialmente interesantes sus entremeses. Partiendo de los pasos de Lope de Rueda, Cervantes dota de mayor complejidad psicológica a los personajes característicos de este género menor y dignifica al personaje básico del entremés: el simple o bobo. Destacan entre ellos: El retablo de las maravillas, La elección de los alcaldes de Daganzo y El viejo celoso.