Teatro Europeo: Del Renacimiento al Barroco – Dramaturgia, Shakespeare y Obras Clave
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Teatro Europeo: Siglos XVI y XVIII
El teatro europeo experimentó una profunda transformación entre los siglos XVI y XVIII, dando lugar a diversas corrientes y estilos que sentaron las bases de la dramaturgia moderna. Este periodo se caracteriza por la coexistencia de diferentes formas teatrales, desde las más populares hasta las más elitistas.
El Teatro en el Siglo XVI
Durante el siglo XVI, el teatro se manifestó en tres vertientes principales:
- Teatro Religioso: Impulsado y defendido por la Iglesia, se representaba con motivo de las grandes festividades religiosas, buscando la edificación moral y espiritual del público.
- Teatro Cortesano: Destinado a la nobleza, se representaba en los salones de los palacios y en las brillantes cortes renacentistas. Se caracterizaba por su refinamiento y su función de entretenimiento para la élite.
- Teatro Popular: Desarrollado por comediantes profesionales que recorrían las ciudades, representando sus obras en las calles hasta la aparición de los teatros fijos. Aunque su propósito principal era divertir al público, muchas de estas obras alcanzaron una gran calidad literaria.
La Formación de las Grandes Dramaturgias Nacionales
A partir de finales del siglo XVI y durante el primer tercio del XVII, el teatro adoptó formas peculiares en cada país, consolidando las grandes dramaturgias nacionales:
- En Inglaterra y España, prevalecieron temas y formas procedentes del teatro popular, con figuras cumbres como William Shakespeare y Lope de Vega, respectivamente.
- En Francia, al principio, triunfó el teatro cortesano, que se adaptó a las normas clásicas, sentando las bases del clasicismo francés.
- En Italia, destacó un espectáculo popular conocido como la Commedia dell'arte, en el que personajes fijos improvisaban aventuras y diálogos, creando un estilo dinámico y cómico.
El Teatro en Inglaterra: El Fenómeno Isabelino
A partir de la influencia italiana y la inspiración en la historia y las tradiciones nacionales, surgió en Inglaterra el teatro isabelino. Su centro y cima es, sin duda, William Shakespeare.
Las representaciones del teatro isabelino comenzaron en locales improvisados hasta que se construyeron los dos teatros más famosos: El Cisne y El Globo. En este último se instalaría la compañía de Shakespeare.
Se trataba de construcciones circulares o hexagonales, en cuyo patio central, rodeado de galerías, se hallaba la escena. No había decorado, y la imaginación del espectador tenía que suplirlo todo. El público era variado, pero sobre todo, era un teatro popular.
William Shakespeare: Dramaturgo y Poeta
William Shakespeare no solo fue un dramaturgo excepcional, sino también un gran poeta. Entre sus obras en verso, destacan sus sonetos de tema amoroso.
Su obra dramática se compone de 37 piezas, que incluyen tragedias, comedias y dramas. Las características del teatro de Shakespeare no se ajustan a las normas clásicas y son las siguientes:
- Mezcla lo trágico y lo cómico, rompiendo con la pureza de géneros.
- Utiliza un personaje cómico, incluso en obras trágicas, al que se conoce como clown o fool, que a menudo aporta comentarios irónicos o filosóficos.
- En algunas obras, incorpora elementos fantásticos o sobrenaturales.
- No respeta la regla de las tres unidades (tiempo, lugar y acción), permitiendo una mayor libertad narrativa.
Comedias de Shakespeare
La mayoría de sus comedias son de enredo, con personajes muy bien individualizados. En algunas, mezcla fantasía y realidad. Entre ellas, destacan: La fierecilla domada y El sueño de una noche de verano.
Dramas Históricos de Shakespeare
Shakespeare escribió obras de teatro basadas en la vida de reyes ingleses, como Enrique V, y obras de temas romanos, como Julio César y Antonio y Cleopatra.
Tragedias de Shakespeare
Sus tragedias se pueden confundir con los dramas porque no son géneros puros, a menudo incorporando elementos de ambos. Las más famosas son: Romeo y Julieta, Otelo, El rey Lear y Macbeth.
Características de los Personajes de Romeo y Julieta
Los jóvenes amantes, Romeo y Julieta, tienen que enfrentarse a un mundo adulto con valores muy diferentes a los suyos. A pesar de su juventud e inexperiencia, son capaces, desde el primer momento, de superar todos los obstáculos que impiden su relación, de ahí que se hayan convertido en símbolos universales del amor.
Sorprende la firmeza de Julieta, capaz de tomar la iniciativa, su valentía al exponerse continuamente al peligro de ser descubierta, así como su habilidad para ocultar ante sus padres sus verdaderos sentimientos cuando le imponen un matrimonio que ella no está dispuesta a aceptar.
La pasión de Romeo no se detiene ante nada, aunque la fatalidad se interpone trágicamente en su camino.
De entre todos los personajes secundarios, destacan Mercucio y el ama de Julieta.