El Teatro Español del Siglo XX: Desde la Vanguardia hasta el Realismo Social
Enviado por Chuletator online y clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 13,53 KB
Contexto Literario de Antonio Buero Vallejo
El Teatro del Siglo XX en Europa
El cambio del siglo XIX al XX trajo consigo una profunda transformación de las corrientes ideológicas y artísticas. Fueron años de tensiones sociopolíticas, con dos guerras mundiales y rapidísimos avances tecnológicos. La sensación general de desconcierto e incertidumbre llevó a los seres humanos a reflexionar sobre su propia existencia. Figuras como Karl Marx, Sigmund Freud y Jean-Paul Sartre fueron relevantes en este momento. Los tres reflexionaron, de distintas maneras, sobre la responsabilidad individual. Los tres consideraban que Dios es una creación humana, por lo que todo está por hacer; el ser humano ha de hacerse a sí mismo, con la enorme responsabilidad que eso conlleva.
Marx, que opinaba que la religión era el opio del pueblo, animaba al proletariado a tomar las riendas en contra del capitalismo que se imponía. Este régimen económico estaba agrandando cada vez más las desigualdades entre clases sociales y países, por lo que las clases trabajadoras comenzaron a organizarse para rebelarse, por ejemplo, en sindicatos. Por su parte, Freud apuntaba en su psicoanálisis que la mente humana contiene fuerzas que la condicionan necesariamente, pero que el individuo sea consciente de ello ya supone un grado de responsabilidad. En este contexto, el arte y la literatura optaron en general por no representar la realidad exterior tal cual, salvo en el caso del Realismo y de su continuador, el Naturalismo. Contra el arte burgués, apareció la valoración de la intuición, del sueño, del símbolo, del inconsciente como material artístico.
Todo esto se vio reflejado en los tipos de teatro que se impusieron: naturalista, simbolista, expresionista y vanguardista.
El Teatro Naturalista
El teatro naturalista busca la verosimilitud, es decir, el parecido con la realidad. Para ello, reproduce el habla y la actitud natural en los actores, lo que permite anular la sobreactuación que tan común era entre los actores y actrices del siglo XIX. Destacan Antón Chéjov, autor de Tío Vania (1897) y El jardín de los cerezos (1904), y Henrik Ibsen, un autor que influyó tremendamente en el teatro europeo de la época. Fue autor de Casa de muñecas (1879), considerada como la primera obra feminista, pese a la negación del autor.
El Teatro Simbolista
El teatro simbolista pretende ver más allá de la realidad aparente, en lo misterioso y suprasensible. Defiende que el ser humano no es todo racionalidad, sino que tiene una parte que conecta con lo mitológico y lo ancestral. El artista es el chamán que puede abrir los canales entre ambos mundos.
La obra de Maurice Maeterlinck El pájaro azul (1909) alude en su título al ave que unos niños buscan con objeto de sanar con ella a una amiga, para finalmente descubrir que siempre lo habían tenido cerca. Este pájaro simboliza la felicidad.
El Teatro Expresionista
El teatro expresionista trata de mostrar el interior del ser humano, sus partes más profundas, aquellas guardadas en el subconsciente. La estética se aleja para ello de la realidad y se presenta llena de dramatismo y tensión, con severos contrastes de luz y oscuridad, con ruidos y rostros atormentados.
Antecesor del expresionismo se considera al alemán Frank Wedekind, que crea en El espíritu de la tierra (1895) y La caja de Pandora (1904) el personaje de Lulú, una mujer que acaba prostituyéndose en Londres, donde la matará Jack el Destripador.
El Teatro Vanguardista
El teatro vanguardista intenta encontrar nuevos cauces de expresión, desoyendo la lógica y huyendo del realismo para plasmar un mundo absurdo, onírico e irracional.
Se acepta que la obra inaugural es Ubú rey, de Alfred Jarry (1896), en la que el rey Ubú es un ser grotesco, tirano, mezquino y cruel. En su barriga hay una espiral que simboliza su egocentrismo desmedido.
El Teatro Español hasta la Guerra Civil: de 1900 a 1936
Para estudiar el teatro que abarca el primer tercio del siglo XX, hay que tener en cuenta que el público que llenaba las salas era burgués o aristocrático, porque las clases populares no podían permitírselo.
Dado que los teatros dependían de iniciativas privadas, el empresario tenía que tener muy en cuenta que las obras que seleccionara gustaran a ese público, que requería poca carga crítica y escasa innovación formal. En cambio, la novela y la poesía del momento sí tenían altas dosis de crítica e innovación. Se cuenta entonces con dos tipos de teatro:
- El teatro comercial, que triunfa entre el público burgués y aristocrático: el de Jacinto Benavente, el teatro modernista, tradicionalista e histórico.
- El teatro cómico, en el que destacan autores como Arniches, los hermanos Álvarez Quintero y Pedro Muñoz Seca.
El Teatro Comercial o Comedia Burguesa
• Jacinto Benavente: Jacinto Benavente fue el mayor exponente de la comedia burguesa de principios del siglo XX. Aunque su primera obra, El nido ajeno (1894), contenía aspectos renovadores y una gran crítica a la sociedad burguesa, pronto se dio cuenta de que así estaba condenado al fracaso. Por ello, empleó un tono más amable que le condujo rápidamente al éxito, con su obra Los intereses creados (1907).
Fue muy prolífico: escribió casi doscientas obras de diverso tipo: comedias burguesas, como La escuela de las princesas (1909), obras de ambiente rural, como Señora ama (1908) o La malquerida (1913). Su técnica, que Torrente Ballester llamó del escamoteo, consistía en que los momentos dramáticos más importantes sucedían fuera del escenario. Eso, sumado a que sus textos son algo superficiales, llevó a que, tras la Guerra Civil, no se valorara su obra con tanto entusiasmo.
• El Teatro Cómico: Dentro del teatro cómico, hubo un género que alcanzó un indudable éxito de público: el sainete. Es un teatro continuador del sainete del siglo XVIII de Ramón de la Cruz y de los cuadros y costumbres del Romanticismo del siglo XIX. Como autores, destacan Arniches, los hermanos Álvarez Quintero y Pedro Muñoz Seca.
• Carlos Arniches: La obra de Carlos Arniches, autor perteneciente a la generación del 98, puede dividirse en:
- Sainetes del Madrid castizo: su interés está en el habla castiza, en parte creada por el autor, que emplean los personajes. En esta habla se basa parte de la gracia de los diálogos, que son sencillos, populares y con intención moralizante. En La risa del pueblo (1917) muestra la crueldad de quienes se ríen a costa de causar dolor a los demás.
- Tragicomedia grotesca: incluye obras que funden lo divertido y lo conmovedor con una importante carga crítica contra la injusticia. Ejemplo de ello es La señorita de Trevélez (1916), que, en la línea de La risa del pueblo (1917), trata sobre la malvada broma que unos señoritos provincianos gastan a una muchacha de su ciudad, soltera y entrada en años.
• Los Hermanos Álvarez Quintero: Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero representaron el mismo ambiente costumbrista que Carlos Arniches, pero en Andalucía. Se presenta una Andalucía utópica, sin más problemas que las relaciones amorosas de los protagonistas, para los cuales todo el mundo es bueno. Destacan Las de Caín (1908), sobre un matrimonio que busca esposos para sus hijas, y El patio (1900), que plantea cómo Carmen sopesa perdonar a su antiguo novio, lo cual sus nuevos pretendientes tratarán de impedir.
• Pedro Muñoz Seca: En un nivel inferior de calidad, se sitúa el astracán, género cómico creado por Pedro Muñoz Seca. Se trata de un subgénero teatral formado por piezas cómicas descabelladas.
En La venganza de Don Mendo (1918), una de sus obras más conocidas ambientada en la Edad Media, se muestra una historia de celos y engaños de forma muy divertida.
El Teatro Poético
En contraposición al teatro de Benavente y de los Quintero, surgió un teatro antirrealista y poético, de clara influencia modernista. Su ideología, marcadamente tradicional, exaltaba los ideales nobiliarios y de la época imperial.
• Eduardo Marquina: Este tipo de teatro se percibe ya desde el título de la obra de Eduardo Marquina, En Flandes se ha puesto el sol (1910). En ella se narra, en verso, el conflicto interior de Diego de Acuña, que vive en Flandes, tierra de su mujer pero también de enemigos de la patria española.
El Teatro de Posguerra: de 1939 a 1975
Los Dramaturgos en el Exilio
• Max Aub: Max Aub empezó a escribir teatro en la década de 1920, y componen su producción unas cincuenta obras. Durante la Guerra Civil escribió un teatro de circunstancias con fines propagandísticos, y dirigió un grupo de teatro de aficionados.
Ya en el exilio, se instaló en México, donde escribió sus obras más importantes. En ellas, dio un testimonio apasionado y sincero de la insolidaridad y las injusticias vividas por los europeos en la década de 1940, que él conoció bien puesto que estuvo prisionero en un campo de concentración en Francia.
Partió, así, de su propia experiencia para trascenderla y analizar el drama colectivo de los millones de personas que sufrieron los horrores de la guerra.
Algunos de sus títulos más relevantes son De algún tiempo a esta parte (1939), Morir por cerrar los ojos (1944), Tránsito (1944) y El rapto de Europa (1946).
• Alejandro Casona: Alejandro Casona ya había estrenado La sirena varada (1934) cuando marchó al exilio. Permaneció fiel a la línea trazada: un teatro en el que la realidad y la fantasía se enfrentan de manera permanente.
Su extraordinario dominio del diálogo y su instinto artístico le permitieron construir comedias y dramas técnicamente irreprochables, aunque en algunos casos han sido considerados como algo sentimentales y poco críticos.
Sus títulos más célebres son Prohibido suicidarse en primavera (1937), Los árboles mueren de pie (1949) y La dama del alba (1944). Esta última es un melodrama rural que cuenta la llegada de una misteriosa peregrina a un pueblo de Asturias. Su lenguaje poético y la delicadeza de la historia hacen que sea considerada la obra maestra del autor.
La Evolución de la Comedia Burguesa
La comedia burguesa continuó con su público amable. Sus fines moralizantes destacaban valores como la familia, el matrimonio y el hogar. Su comicidad y humor contribuían a su éxito.
"Ciertamente, la construcción dramática era muy correcta, y su intrascendencia y humor contribuían a su éxito." - Joaquín Calvo Sotelo
• Joaquín Calvo Sotelo: Joaquín Calvo Sotelo fue un periodista y dramaturgo. Su obra La visita que no tocó el timbre (1949) se inicia con una situación novedosa para el momento: dos hermanos solteros de 44 y 45 años que viven solos. Encuentran en la puerta de su casa a un bebé abandonado por su madre junto a una grabación explicando los motivos.
• Edgar Neville: Edgar Neville fue un pintor, diplomático, dramaturgo, escritor y director de cine, autor de Alta fidelidad (1960). En esta comedia, Fernando y su criado Timoteo ven invertidos sus papeles: Timoteo pasará a ser el señor y Fernando, el sirviente.
El Teatro Existencialista y Realista
El teatro existencialista y realista buscaba, reflejando la vida del momento, plantear preguntas sobre conceptos tan importantes para el ser humano como la libertad, la culpa, la muerte...
Este tipo de teatro tuvo que superar el obstáculo de la censura, que en la época vigilaba y prohibía aquellas manifestaciones artísticas que contravenían los principios éticos y estéticos del franquismo.
Uno de los autores más importantes de esta corriente fue, sin duda, Antonio Buero Vallejo.
Además, destacan Alfonso Sastre, Lauro Olmo y José Martín Recuerda.
• Alfonso Sastre: Alfonso Sastre es autor de Escuadra hacia la muerte (1953). Ubicada en una hipotética III Guerra Mundial, plantea las reacciones de unos soldados tras haber asesinado a su superior.
• Lauro Olmo: Lauro Olmo, gran admirador de Carlos Arniches, abordó el realismo crítico desde unos supuestos estéticos próximos al sainete, aunque con grandes dosis de amargura y desgarro trágico.
Su obra más conocida es La camisa (1962), pieza de ropa que Lola consigue para que su marido, Juan, pueda buscar trabajo decorosamente vestido. En medio de un ambiente miserable, Juan no quiere emigrar a Alemania para encontrar empleo, aunque su mujer sí está dispuesta y así lo hará. La pobreza, el alcoholismo, el paro, la prostitución, el machismo y la emigración son algunos de los elementos que se ven reflejados en este texto.
• José Martín Recuerda: José Martín Recuerda hizo un teatro con mucha fuerza dramática, integrando en él una gran cantidad de símbolos. Sus obras más conocidas son Las salvajes en Puente San Gil (1961), un homenaje a la farándula, y Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca (1970, pero censurada hasta que pudo estrenarse en 1977) sobre Mariana Pineda.