Teatro Español: Desde la Posguerra hasta la Democracia

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Características históricas y sociales de los años 40: posguerra. Teatro en el exilio

1939-ahora

  • Max Aub: publica en 1942 San Juan. La obra plantea las vicisitudes de un contingente de emigrados judíos que huyen de los nazis en un barco.
  • Alejandro Casona: estrena en Buenos Aires La dama del alba, La barca sin pescador.

Los años 40

Una de las líneas teatrales más importantes es aquella que sigue la línea del teatro tradicionalista, tomando como referencia a Jacinto Benavente y sus comedias burguesas. Predomina un teatro conservador que pretende entretener y moralizar. Se cultiva: la alta comedia benaventina, el sainete costumbrista y el drama burgués.

La crítica de las costumbres con títulos como ¿Dónde vas, Alfonso XII? (1957) de Juan Ignacio Luca de Tena. José María Pemán habla del adulterio en La verdad o de la discriminación de un diplomático casado con una republicana Callados como muertos o Joaquín Calvo Sotelo refleja, pero no critica, los abusos de poder en La muralla (1954).

Destaca el teatro de humor, innovador, de Jardiel Poncela y Mihura. Enrique Jardiel Poncela escribió Eloísa está debajo de un almendro. La obra más representativa de Miguel Mihura es Tres sombreros de copa estrenada en 1952, veinte años después de ser escrita. Es una comedia que satiriza la rutina y mediocridad de la burguesía de provincias y la no menos miserable vida del teatro de variedades; Se enfrentan dos mundos y dos concepciones de la vida: la vida burguesa y prosaica de Dionisio y la vida poética y de libertad de Paula. Otras obras son Ninette y un señor de Murcia y Maribel y la extraña familia.

Los años 50: El teatro existencialista y social

El teatro realista intentó renovar la escena española y manifestar su oposición a la dictadura. Las obras plantearon temas como la injusticia social, la explotación, la vida de la clase media y baja, la condición humana de los humillados, los marginados.

Destacan dramaturgos como:

  • Alfonso Sastre Escuadrón hacia la muerte 1953, La mordaza. Alfonso Sastre defendió el ´imposibilismo´. Era más urgente poder publicar que estrenar obras.
  • Lauro Olmo escribió La camisa, en 1962, drama sobre la emigración.
  • Carlos Muñiz, El tintero.
  • Antonio Buero Vallejo. En su obra se pueden distinguir tres etapas:

Etapa existencial (reflexión sobre la condición humana)

En Historia de una escalera, 1949, los protagonistas son cuatro jóvenes, vecinos en el último piso de una vieja casa: Urbano, obrero de una fábrica; Fernando, dependiente de una papelería; Carmina y Elvira. La obra refleja un mundo gris donde las frustraciones se repiten, no sólo por el peso del medio social sino también por la debilidad personal. En 1950 escribe En la ardiente oscuridad.

Teatro social (denuncias de injusticias que atañen a la sociedad)

Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio, 1962, denuncia la explotación de un grupo de ciegos en el París de los años previos a la Revolución francesa; El tragaluz, 1967, centrada en unos personajes marcados inexorablemente por la Guerra Civil.

Etapa de innovaciones

Quizá la novedad técnica más llamativa es lo que se han denominado “efectos de inmersión”, corporeización escénica de sueños o visión de la escena por parte del espectador a través de los personajes. Obras: El sueño de la razón, La Fundación (1974), en la que nos encontramos en un lujoso lugar que resulta ser la celda de una prisión con cinco condenados a muerte.

Sus obras últimas son: Jueces en la noche, 1979; Lázaro en el laberinto, 1986; Música cercana, 1989.

Los años 60 y 70: Renovación formal

Dentro del teatro comercial, siguen triunfando las comedias de Mihura, Jaime Salom, Jaime de Armiñan, Ana Diosdado. Entre los nuevos sobresale Antonio Gala: en 1963 estrena su primera comedia, Los verdes campos del Edén. Durante los años setenta goza del favor del público con obras como Anillos para una dama, Por qué corres, Ulises.

La experimentación

Como ocurre con la narrativa y la poesía, los nuevos autores consideran acabado el realismo social y buscan nuevas propuestas que se caracterizan por su oposición estética a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social. Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representados, o por problemas con la censura, o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en el público. Se habla de “teatro soterrado”, “teatro del silencio”, “Teatro ‘underground’, “teatro vanguardista”.

Quizá lo más peculiar es el teatro de Fernando Arrabal. Imaginación, elementos surrealistas, lenguaje infantil, ruptura con la lógica son las características del primer conjunto de las obras de Arrabal: por ejemplo, El triciclo de 1953. Exiliado en Francia desde 1955, sus obras (generalmente, estrenadas en Francia y publicadas en francés antes que en castellano) se encuadrarían dentro del llamado “teatro pánico” (del griego ‘pan’, todo) y pretenden ser un teatro total que exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. Obras como Oye, Patria, mi aflicción.

En el panorama del teatro bajo los últimos años del franquismo no puede faltar la mención del fenómeno del “Teatro Independiente”. Bajo este rótulo se engloban grupos como Los Goliardos, Tábano, Teatro libre, de Madrid; Els joglars, Els Comediants y Fura dels Baus en Barcelona; Aquelarre, en Bilbao, etcétera.

Desde 1975 hasta hoy: el teatro en la democracia

Finalizada la dictadura y eliminada la censura parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Un importante fenómeno del teatro español posterior a 1975 ha sido la creación de instituciones teatrales que dependen de instancias oficiales, tanto del Estado como de las comunidades autónomas o municipios. Así, en 1978 se creó el Centro Dramático Nacional y posteriormente el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

Francisco Nieva (dos veces Premio Nacional de Teatro, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Académico de la Lengua...) es probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad de siglo. Su teatro va a caminar por la senda de lo surrealista, lo onírico, lo fantástico y lo imaginativo. Se trata de que se produzca de forma plena la liberación del subconsciente. Pelo de tormenta. También destaca Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano.

Otros autores importantes son Sanchis Sinisterra (1940): ¡Ay, Carmela!, El cerco de Leningrado, Flechas del ángel del olvido. José Luis Alonso de Santos: Bajarse al moro de 1985. Paloma Pedrero, Besos de lobo de 1991, Ignacio Amestoy, Premio Nacional de Teatro del 2002 con Cierra bien la puerta.

Además, Juan Mayorga con Cartas de amor a Stalin, El cartógrafo, La tortuga de Darwin. Alberto Conejero con La piedra oscura. La granadina Gracia Morales, NN12, Itziar Pascual con Père Lachaise.

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