El Teatro Español de Posguerra: Continuismo, Existencia y Renovación

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El Teatro Español de Posguerra

Contexto de la Posguerra

Tras la Guerra Civil, el teatro español sufrió una profunda crisis. Autores innovadores como Valle-Inclán, Lorca y Unamuno desaparecieron de la escena: algunos murieron, otros se exiliaron (Max Aub, Alberti, Alejandro Casona). Sus obras, a partir de 1936, fueron desconocidas para el público español durante muchos años. Mientras en los escenarios europeos se representaban obras vanguardistas como el teatro épico de Bertolt Brecht, la escena española estaba dominada por un teatro burgués convencional, similar al del siglo XIX, destinado a entretener a un público conservador. Además, la censura impedía estrenar obras que cuestionaran los valores morales establecidos. Esta situación se mantuvo hasta 1949, con el estreno de Historia de una escalera de Buero Vallejo, que inició el camino hacia la renovación.

El Teatro Continuista

El teatro continuista triunfó en la posguerra con autores como José María Pemán y Joaquín Calvo, cuyos estrenos eran acontecimientos sociales. Sus obras, bien construidas, con diálogos fluidos y equilibrio dramático, se desarrollaban en interiores burgueses, sin problemas económicos. Los temas recurrentes eran enredos amorosos, infidelidades y conflictos familiares. La crítica se centraba en las costumbres burguesas, pero sin atacarlas directamente. Continuaba así la tradición de la comedia de salón. José López Rubio, Premio Nacional de Teatro en 1954 con Celos del aire y La venda en los ojos, cosechó grandes éxitos de taquilla. Otros autores optaron por el costumbrismo, como Pemán con La viudita naviera, o por obras históricas, como Luca de Tena.

Jardiel Poncela y Miguel Mihura

Al margen del teatro continuista, destacan Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, quienes practicaron una comedia de humor innovadora, integrando lo inverosímil y lo absurdo con un lenguaje irónico. Las obras de Jardiel Poncela, como Los habitantes de la casa deshabitada, se basan en la inverosimilitud para presentar una caricatura de la sociedad. Su humor, intelectual y abstracto, se diferencia del teatro cómico tradicional. Miguel Mihura, con Tres sombreros de copa (estrenada en 1952), se burló de los tópicos burgueses, la autoridad y las normas sociales mediante una comedia irónica y exagerada con desenlace pesimista. Posteriormente, se acomodó a los gustos del público burgués con obras de humor menos crítico, como El caso de la señora estupenda.

Teatro Existencial y del Realismo Social (1950-1968)

Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre llevaron al teatro las angustias de la condición humana, el compromiso social, la denuncia de la injusticia y la lucha por la libertad.

Antonio Buero Vallejo

Buero Vallejo resume en su obra la trayectoria del teatro español de posguerra. Sus piezas indagan sobre la condición humana, con personajes que viven en un eterno interrogante, apoyados en la esperanza. Recupera para el teatro la catarsis. Su etapa existencial comienza con Historia de una escalera, que refleja un mundo gris de vecinos con sus ilusiones y fracasos, y En la ardiente oscuridad. Su etapa social se inicia con Hoy es fiesta, una obra de personajes colectivos en la que se denuncia la miseria. Destacan también El concierto de San Ovidio, El tragaluz y Las Meninas, un tema histórico en el que Velázquez simboliza la libertad del artista frente al poder. En una tercera etapa, sin abandonar sus preocupaciones éticas e ideológicas, intenta una renovación formal.

Alfonso Sastre

El teatro de Alfonso Sastre se caracteriza por la denuncia social y la experimentación con técnicas dramáticas. Destacan Escuadra hacia la muerte y La mordaza. Formó el grupo de teatro Arte Nuevo. En esta época destaca también Antonio Gala, que enlaza la comedia de salón con un teatro simbolista y existencial. Sus obras importantes son Los verdes campos del Edén, Los buenos días perdidos (sobre la desolación de una familia), Anillos para una dama (drama histórico), Las cítaras colgadas de los árboles (sobre la marginación en el siglo XVI) y la comedia ¿Por qué corres, Ulises?.

Teatro Experimental y Renovador (1970)

En los años 70 llegan a España las innovaciones europeas de posguerra. Se produce una renovación teatral basada en el espectáculo, el uso de símbolos y la abstracción. Este teatro, llamado "subterráneo", agrupa a autores inconformes con el sistema que expresan su protesta a través del teatro. Destacan grupos independientes como Tábano, Los Goliardos, El TEI y La Cuadra. Merece mención Fernando Arrabal, que propuso una revolución total de la escena en la línea vanguardista. Creó el teatro pánico, con rasgos del surrealismo y el esperpento de Valle-Inclán. Destaca su obra Pic-nic.

Teatro desde 1975

Tras el experimentalismo, casi todos los géneros literarios vuelven a la tradición, de ahí la denominación de neorrealismo. En el teatro español conviven espectáculos de grupos independientes y de autores experimentales como Francisco Nieva. Los nuevos autores cultivan la comedia neorrealista, con temas de actualidad como las drogas y el paro. Destacan José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro; Ernesto Caballero y José Sanchis Sinisterra con ¡Ay, Carmela!, obra que muestra las tribulaciones de una compañía de cómicos durante la Guerra Civil.

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