El Teatro Español desde 1900 hasta la Posguerra: Un Recorrido por la Evolución Escénica
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Teatro a principios del siglo XX (1900-1910)
En el año 1900, la afición al teatro en España era considerable. Por un lado, existía el género chico, que agotaba sus recursos y se fragmentaba en parodias y zarzuelas de éxito, donde la canción ocupaba un puesto preponderante. El género grande derivaba en la comedia burguesa o de salón, siendo muy representadas las obras de Echegaray. En la línea del modernismo, comenzaba su carrera teatral Jacinto Benavente, ya alejado de la grandilocuencia de Echegaray. Entre sus obras más importantes se encuentra Los intereses creados.
Con el declive del modernismo, triunfó un teatro histórico en verso cercano a la tradición teatral española. Autores renombrados de esta época son Villaespesa y Eduardo Marquina. Sin embargo, a finales de la primera década del siglo, se sentía la necesidad de una profunda renovación del teatro español.
La Generación del 98 y el Teatro
Un autor de la Generación del 98 que destacó en el teatro fue Miguel de Unamuno, quien abordaba en sus obras los mismos temas que en sus novelas: los problemas de conciencia, la vida, la muerte… Otro autor del 98, Antonio Machado, en colaboración con su hermano Manuel, compuso siete obras teatrales, entre las que destaca La Lola se va a los puertos.
Novecentismo, Vanguardias y la Renovación Teatral
Con el novecentismo y las vanguardias, apareció un teatro cómico popular con Carlos Arniches como figura destacada, cuya obra más conocida es La señorita de Trevélez, que precede al humor de los esperpentos de Valle-Inclán. También destacaron los hermanos Álvarez Quintero y Jacinto Grau.
El gran renovador del teatro de esta época, Ramón María del Valle-Inclán, fue el creador de los esperpentos. Sus obras más importantes son: Comedias bárbaras, Divinas palabras y Luces de bohemia.
Teatro durante la República y la Guerra Civil (1930-1939)
Durante los años 30, aparecieron grupos teatrales innovadores con un enfoque de acercamiento al pueblo, mostrando el deseo de igualdad que propugnaba la República. Entre los dramaturgos de esta época, podemos destacar a Max Aub, Alejandro Casona y Enrique Jardiel Poncela.
Sin embargo, fueron algunos poetas de la Generación del 27 quienes más destacaron en esta faceta. Rafael Alberti escribió lo que se denominó teatro de urgencia al servicio de la causa republicana.
Miguel Hernández compuso cuatro obras teatrales: Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (auto sacramental a la manera calderoniana); Los hijos de la piedra (inspirada en Fuenteovejuna); El labrador de más aire (con influencias de Lope de Vega); y Pastor de la muerte; todas ellas fieles testimonios del teatro social de tendencias obrera y republicana.
Federico García Lorca fue el dramaturgo más destacado de entre estos autores. Intentó en todas sus obras el ansiado anhelo de renovar el teatro. Su obra inicial fue El maleficio de la mariposa, a la que continuaron Mariana Pineda y su teatro de marionetas. Influido por este tipo de teatro, escribió sus farsas para personas. Posteriormente, incursionó en el teatro vanguardista y, durante los años 30, escribió las obras teatrales de mayor éxito comercial: Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba.
Durante la Guerra Civil, se sucedieron en ambos bandos las obras teatrales de propaganda, y solo destaca en un sentido más literario la obra de Pedro Salinas.
Teatro en el Exilio y la Posguerra
En el exilio, sobre todo en tierras americanas, prosiguió la actividad dramática de los desterrados. Entre estos autores, destaca Alejandro Casona.
También fueron frecuentes en los escenarios españoles de posguerra las obras humorísticas. Los dos autores más interesantes son Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela.