Tácito: Vida, Obra y Legado en la Historiografía Romana
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Vida y Obras Tempranas de Tácito
La primera de sus obras se la dedicó a su suegro, Julio Agrícola (De vita et moribus Iulii Agricolae), y en ella traza la figura de un romano moralmente íntegro en el marco de una sociedad decadente. Poco después escribió Germania, obra que intenta comprender un pueblo extranjero en el que se ven, si bien rudimentariamente, los elementos que siglos antes habían dado a Roma poder y grandeza: la religio, la virtus, la simplicitas y, sobre todo, la libertas. La consecuencia que Tácito saca de todo esto es que Germania podría ser, antes o después, un peligroso enemigo para una Roma en decadencia moral.
La principal diferencia que ve Tácito entre un romano y un germano es que el romano es un agricultor por naturaleza y el germano, un guerrero. El Dialogus de oratoribus representa una transición en la obra de Tácito, aunque no todo el mundo atribuye esta obra a él. Esta obra reproduce una reunión de oradores en la casa de uno de ellos, donde los personajes dan su opinión sobre el estado de la oratoria en aquella época. Se enfrentan los que opinan que la oratoria está en su mejor momento y los que piensan que la muerte de la república se llevó consigo la auténtica oratoria y que, sin libertad, esta se había convertido en un mero juego literario totalmente vacío de contenido.
Las Grandes Obras Historiográficas de Tácito
En estas obras, las Historiae y los Annales, Tácito sigue el procedimiento expositivo típico en la historiografía romana: narrar los hechos año tras año, alternando la narración de acontecimientos internos con externos. Se perdió parte de ambas obras. Se ha discutido mucho de la supuesta objetividad e imparcialidad de Tácito, pero lo cierto es que, no siendo tan partidista como Salustio ni un autoapologeta evidente como César, con todo presentó una imagen favorecedora de sus protectores (Vespasiano, Nerva y Trajano, especialmente) y negativa de Domiciano.
Otra cosa que hizo fue hablar siempre mal de la dinastía imperial Julio-Claudia (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), llevado por su mentalidad republicana, dado que esta dinastía fue la que dio fin a la república. En lo que se refiere a las fuentes y métodos de Tácito, hay que tener en cuenta que en el siglo que separa a Tácito de su antecesor Livio los medios de información habían progresado mucho; había aumentado el número de historiadores y geógrafos, y las Actas del Senado reflejaban de una manera muy precisa las cartas y discursos imperiales, así como el contenido de las sesiones comunes y extraordinarias del Senado.
Además, Tácito podía utilizar las memorias de personajes célebres que circulaban en aquella época, así como numerosos testimonios personales directos y su propia experiencia. Su tarea consistió, pues, más en clasificar y juzgar esta información que en buscar nuevos datos. El objetivo de la historia para Tácito es moral: se trata de rescatar las virtudes y acabar con los vicios, de aquí que le interesen más los móviles humanos generales.
De hecho, Tácito es un gran maestro del estudio psicológico de los personajes y de las reacciones del Senado, construyendo obras con características de novela psicológica. Esto llega incluso hasta el punto de que los hechos narrados parecen, por momentos, solo el marco de un tema central constituido realmente por el propio retrato de los individuos. Las Historiae narran los hechos acaecidos entre la muerte de Nerón (69 d. C.) y la de Domiciano, mientras que los Annales tratan del período que va entre la muerte de Augusto y la de Nerón (14-69 d. C.).
El Estilo de Tácito
Tácito dio comienzo en las Historias a un estilo nuevo que perfeccionó en los Anales: su vocabulario está lleno de arcaísmos, neologismos y giros poéticos, pero sobre todo llevó hasta el límite la concisión de los elementos de la frase, en lo que es continuador del griego Tucídides y de Salustio. Este estilo es "conceptista", nervioso, poético, irregular y asimétrico, así como muy cargado de pasión y de sentimiento.