El Yo, Ello y Superyó en la Teoría Freudiana: Pulsiones y Principios

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El Yo, Ello y Superyó: Estructura y Componentes

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, propuso un modelo de la mente humana dividido en tres instancias: el Yo, el Ello y el Superyó. Estas instancias interactúan entre sí, dando forma a nuestra personalidad y comportamiento.

El Yo

El Yo es la parte de la mente que interactúa con la realidad externa. Se compone de varios elementos:

  • Elementos conscientes: Percepción del mundo exterior, percepción del propio cuerpo y procesos intelectuales.
  • Elementos preconscientes: Recuerdos no reprimidos y aprendizajes.
  • Elementos inconscientes: Mecanismos de defensa (operan a nivel inconsciente para proteger al Yo de la ansiedad).

El Ello

El Ello es la parte más primitiva e instintiva de la mente. Contiene:

  • Todas las pulsiones innatas (de tipo agresivo y sexual) que están reprimidas.
  • Todo lo que ha sido reprimido a lo largo de la vida: deseos, recuerdos, etc.

El Ello es la parte más inaccesible del aparato psíquico y está permanentemente activo, buscando la satisfacción inmediata de sus impulsos.

El Superyó

El Superyó representa la internalización de las normas morales y las prohibiciones, principalmente las figuras parentales. Se forma a medida que el niño crece y va interiorizando las restricciones impuestas por sus padres y la sociedad. Estas prohibiciones se vuelven inconscientes y se convierten en una estructura de normas morales que vigilan y amenazan al Yo.

El bebé al nacer es amoral, solo posee un Ello aún no reprimido.

La Teoría de las Pulsiones y los Principios Rectores

Freud también desarrolló una teoría sobre las fuerzas motivadoras detrás de nuestro comportamiento, a las que llamó pulsiones. Estas pulsiones, junto con los principios que las rigen, son fundamentales para entender el funcionamiento de la mente.

A) Las Pulsiones

Las pulsiones son la parte más profunda y primitiva del Ello. Freud fue modificando su teoría de las pulsiones a lo largo del tiempo:

Antes de 1920

Freud distinguía dos tipos principales de pulsiones:

  • Pulsiones sexuales: La sexualidad se entiende en un sentido amplio, no limitado a la genitalidad. Antes de la pubertad (aproximadamente a los 12 años), estas pulsiones se localizan en diversas partes del cuerpo. Es una sexualidad dispersa que utiliza múltiples elementos para su satisfacción. En la pubertad, estas pulsiones se concentran principalmente en los órganos genitales. Se rigen por el principio de placer.
  • Pulsiones de autoconservación: Se refieren a las pulsiones que mantienen vivo y sano al organismo (nutrición, defecación, actividad urológica, actividad muscular, etc.). Estas pulsiones sirven de apoyo a las sexuales. Por ejemplo, la necesidad de alimento en el recién nacido ayuda a satisfacer la pulsión sexual al mismo tiempo que mama, ya que en el bebé la sexualidad se localiza en la boca, y el objeto de satisfacción es el pecho materno. Se rigen por el principio de realidad.

Después de 1920

Freud modificó su teoría y unificó las pulsiones sexuales y de autoconservación en una sola pulsión más general: la pulsión de vida o Eros. A esta añadió otra pulsión: la pulsión de muerte o Thánatos. Esta pulsión de muerte está regida por el principio de repetición.

B) Los Principios

Los principios son leyes que rigen el desarrollo de las pulsiones. Al igual que con las pulsiones, Freud revisó su teoría de los principios:

Antes de 1920

Dos principios regulaban toda la actividad psíquica:

  • Principio de placer: Buscamos obtener el mayor placer posible en todo lo que hacemos. Esto implica reducir al máximo la energía de la excitación.
  • Principio de realidad: La búsqueda del placer no siempre se realiza por el camino más corto. A veces, se aplaza la satisfacción, esperando circunstancias externas más favorables. De este modo, se desarrollan en el niño funciones de adaptación a la realidad externa y social.

Después de 1920

Freud afirmó que existe un principio más fundamental que el principio de placer: el principio de repetición (o compulsión de repetición). Es la tendencia de todo individuo a repetir experiencias existenciales fuertes, ya sean agradables o autodestructivas (por ejemplo, deportes de riesgo). Este principio es la base de la pulsión de muerte.

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