Sombras de la Mente: La Trágica Obsesión por Berenice
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El Deterioro de la Mente: Un Relato de Obsesión
Fue durante este tiempo que mi enfermedad comenzó a empeorar. Sentí que se hacía más fuerte día a día. Sabía que no podía hacer nada para detenerlo. No era mi cuerpo el que estaba enfermo; era mi mente. Era una enfermedad de la mente. Solo puedo describirlo como un tipo de monomanía.
La Naturaleza de la Monomanía
A menudo me perdía durante horas, sumido en pensamientos sobre algo, a menudo algo tan poco importante que parecía divertido después. Podría sentarme durante horas mirando una letra de una palabra en una página. Podría quedarme, durante la mayor parte de un día de verano, observando una sombra en el suelo. Podía sentarme sin apartar los ojos de un fuego de leña en invierno, hasta que se consumía hasta desaparecer.
No debe haber ningún error. Debes entender que esta manía no era una especie de sueño. Soñar es completamente diferente. En mi caso, el objeto nunca salió de mi mente. Era el centro de todas las cosas. ¡Mis pensamientos siempre, siempre volvían a ese objeto en un círculo sin fin!
Berenice: Una Idea, No un Amor
Nunca amé a Berenice; ni siquiera durante los días más brillantes de su belleza. Esto se debe a que nunca he tenido sentimientos del corazón. Mis amores siempre han estado en el mundo de la mente. Berenice no era real para mí; era la idea de Berenice lo que me gustaba.
Entonces, ¿por qué me sentía tan diferente acerca de su enfermedad? Porque vi el terrible derroche de aquella persona dulce y amorosa. ¡Porque ya no quedaba nada de la Berenice que una vez conocí! Es cierto que nunca la amé. Pero sabía que ella siempre me amaba, profundamente.
La Propuesta y el Encuentro Final
Y así, un día, porque sentí mucha pena por ella, tuve una idea estúpida y malvada: le pedí que se casara conmigo.
El día de nuestra boda estaba cada vez más cerca, y una cálida tarde estaba sentado en la biblioteca. Las nubes eran bajas y oscuras, el aire era pesado, todo estaba en silencio. De repente, levantando la vista de mi libro, vi a Berenice frente a mí. Era una extraña para mí, solo una débil sombra de la mujer que recordaba. ¡Dios, estaba tan delgada! Podía ver sus brazos y piernas a través de la ropa gris que colgaba alrededor de su cuerpo consumido.
Ella no dijo nada. Y yo no podía hablar. No sé por qué, pero de repente sentí un miedo terrible. Me senté en mi silla, demasiado asustado para moverme. Su largo cabello caía alrededor de su rostro. Ella era tan blanca como la nieve. Parecía extrañamente tranquila y feliz, pero no había vida en absoluto en sus ojos. Ni siquiera parecían verme. Observé sus finos labios hacer una sonrisa que no entendí.