Solidaridad y Humanismo: Fundamentos en la Doctrina Social Cristiana

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La Solidaridad en la Doctrina Social Cristiana y el Humanismo

Juan XXIII y Pablo VI son los que realizan el cambio terminológico que vino impuesto por el sentido creciente de interdependencia entre los pueblos. Juan Pablo II relaciona la solidaridad con el desarrollo completo del hombre. Además de dar una terapia, la sociedad necesita solidaridad y un crecimiento integral de las personas. También explica las causas que han conducido a esta enfermedad: el individualismo, la falta de entrega, de compromiso… y una de las explicaciones que da este Papa es el humanismo antropocéntrico.

La solidaridad es efusiva, es centrífuga, nos empuja hacia los demás, mientras que el criterio antropocéntrico es centrípeto, empuja hacia dentro, hacia el propio yo. Esta idea conecta con el humanismo ateo, porque está orientado hacia una cultura del tener y olvida la voz de los más pobres. Mirarse a uno mismo eclipsa a los demás, y en una cultura individualista los demás quedan en sombra; en cambio, si una cultura es teocéntrica, enfoca a Dios y necesariamente enfoca a los demás. El humanismo ateo ha sido el que ha producido las peores ideologías contra el hombre.

Sentido Último de la Solidaridad y el Humanismo

El Hombre: Ser-con-otros y Ser-para-otros

Desde esta antropología solidaria propia del cristianismo y de otros pensamientos humanistas, el hombre es un ser-con-otros pero a la vez un ser-para-otros. La unidad que engendra la idea de especie es inferior a la unidad que engendra la idea de familia; por eso, el cristianismo proporciona mayor unidad en ese vínculo social. Cristo funda la nueva familia humana y ora para que seamos uno.

Ateísmo vs. Cristianismo: La Visión de Nietzsche

Por eso, el ateísmo más coherente es el ateísmo de Nietzsche, porque hay otras cuestiones ateas que viven de las rentas cristianas. Quien intenta oponerse radicalmente a la cultura cristiana y todos sus frutos es Nietzsche, que propone invertir la ética cristiana y propone la cultura del superhombre. Detesta la ética del débil que propone el cristianismo, ve el cristianismo como una forma de ensalzar al pequeño, al pobre, al tullido… Por eso, él hace un anticristianismo y crea una religión del más fuerte. Por eso, no es extraño que los nazis 40 años después cogieran la teoría de Nietzsche para diseñar al hombre ario. Su radicalismo lleva hasta las últimas consecuencias el ateísmo.

La Paradoja Cristiana y la Solidaridad Radical

En el cristianismo, además, se produce una cierta paradoja que tiene mucho que ver con Cristo. Es decir, Cristo libera negándose a sí mismo, Cristo ama entregándose a sí mismo. Esto va contra la lógica humana, que pone al yo primero. Cristo invierte esto y pone a los demás primero, sacrificándose él. Por eso, la solidaridad radical la enseña Cristo. A partir del modelo antropológico de Cristo, podemos entender la paradoja del cristianismo: eres libre y amas, y por tanto eres feliz, negándote a ti mismo. En el fondo, la solidaridad es que el yo ceda ante el tú, que el yo se ponga al servicio del tú. La cultura antropocéntrica del mundo actual empuja, en cambio, a que lo primero es el yo y después los demás. La plenitud del hombre pasa por la entrega, por la autonegación de uno. La solidaridad conduce al amor. Es una escuela de amor social.

Tipos de Solidaridad

La solidaridad en la situación actual debemos entenderla en el tiempo y en el espacio. Existe una solidaridad intrageneracional (dentro de una generación) pero también existe una solidaridad intergeneracional (entre generaciones). Una persona de nuestra generación puede ser solidaria hacia otra de una generación posterior, por ejemplo, con la educación, el cuidado del medio ambiente… También cabe una solidaridad hacia el pasado, intergeneracional hacia atrás.

La Definición de Solidaridad según Juan Pablo II

La definición de Juan Pablo II sobre la solidaridad nos lleva a otro principio: Juan Pablo II dice que la solidaridad no es un sentimiento vago y superficial por el sufrimiento de otras personas lejanas, sino que es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común porque todos somos verdaderamente responsables de todos. El amor es la acción comprometida hacia el bien común, hacia el bien de todos. Por tanto, la solidaridad no afecta solo a un ámbito de la sociedad, ni es un mero sentimiento, ni es algo provisional y pasajero, sino que implica a toda persona, a todo el carácter, a toda la sociedad, y es algo estable y permanente, una forma de vida.

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