Sócrates de Atenas: Existencia, Método y Búsqueda de la Verdad
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Vida de Sócrates
Sócrates nace en Atenas en el año 469 a.C. Su padre, Sofronisco, era escultor; su madre, Fenáreta, comadrona. En su juventud es estudioso e inquieto, y conoce la filosofía de algunas escuelas anteriores, sobre todo la de Anaxágoras, los eleáticos y los pitagóricos. Es contemporáneo de los sofistas.
Al morir su padre, recibe en herencia una pequeña fortuna que le permite vivir con austeridad. Se casa con Xántipa, con la que tiene varios hijos.
No participa en política, pero cumple con honradez sus deberes ciudadanos y combate, con valentía y firmeza, en la Guerra del Peloponeso para la defensa de Atenas.
Su vida transcurre en esta ciudad, rodeado de discípulos, amigos y personas de todo tipo y condición. Con ellos paseaba y dialogaba, haciendo de ello su tarea habitual, la única que, pensaba, podía llevarlos a conocer el bien y la virtud. No cobraba por «sus clases» y criticaba a los sofistas (los primeros que crearon «centros educativos») por pretender enseñar la virtud mientras afirmaban no saber en qué consistía esta; es decir, los criticaba por ser relativistas y demagogos.
En el año 399 a.C. es acusado de negar a los dioses y de corromper a los jóvenes. Tras un juicio poco claro, se le declara culpable y es condenado a muerte. Por coherencia con sus principios, rechaza la fuga que le proponen sus amigos y discípulos y espera tranquilo en la cárcel la ejecución de la sentencia, que consistía en beber una copa de cicuta, una sustancia letal.
Una aportación genial: su método
Sócrates participa de la mentalidad de su tiempo, para la que el sabio no es solo el que conoce los secretos del universo, sino sobre todo el que sabe vivir bien. En aquel momento, como ahora, la aspiración de las personas no se reducía a sobrevivir, sino que se elevaba a vivir con calidad. Y esto no sabemos hacerlo todos, sino que hay que aprender en qué consiste y vivir según lo aprendido.
Pero, ¿cómo se aprende y se enseña a vivir bien? Solo es posible mediante el diálogo.
Sócrates partía de la base de que en nuestro interior residen la verdad y el bien, eso sí, recubiertos de errores y prejuicios. Nuestra búsqueda de ellos tiene, pues, dos tareas que hacer, relacionadas con los oficios de sus padres: modelar nuestra supuesta sabiduría, solo aparentemente verdadera (aludiendo a la ironía socrática), y ayudar a dar a luz el bien y la verdad (fundamento de su mayéutica).
Este aprendizaje-enseñanza partía de cuatro afirmaciones iniciales:
- La verdad y el bien pueden ser conocidos.
- Todas las personas son capaces de descubrirlos.
- Nadie los tiene en exclusiva.
- Necesitamos dialogar para sacarlos a la luz.