Sociedad y Naturaleza: Un Enfoque Sistémico Complejo
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La Relación Sociedad-Naturaleza: Un Sistema Complejo
La relación entre la sociedad humana y la naturaleza conforma la realidad. Sin embargo, la ciencia moderna ha separado estos dos grandes campos –las ciencias naturales y las sociales–, tratando al “sistema sociedad-naturaleza” como dos entidades independientes. Este reduccionismo impide una comprensión holística.
Representaciones Metafóricas del Sistema Sociedad-Naturaleza
Existen diversas maneras de representar simbólicamente el sistema sociedad-naturaleza. Dos metáforas destacan: la del sistema mecánico (como una astronave, Boulding 1966) y la del sistema complejo (como en la secuencia metafórica de Alicia, Gregory Bateson 1987:449-450). Mientras la primera implica un control predecible, la segunda reconoce la indeterminación inherente a los sistemas complejos autoorganizados, como la sociedad humana y la biosfera. Esta indeterminación es fundamental para comprender la realidad socio-natural.
Límites y Medio Ambiente
Un sistema es una parte del universo delimitada por una frontera espacial y una duración temporal. El medio ambiente de un sistema es el resto del universo. Los sistemas pueden ser abiertos, cerrados o aislados. El medio ambiente de las sociedades humanas es, en principio, el resto del universo. Sin embargo, para casi todos los propósitos prácticos, se limita a la Tierra, un sistema cerrado, que podemos denominar biosfera (Vernadsky 1997) o ecosfera (Commoner 1992:15). La relación sociedad-naturaleza es un sistema abierto cuyo medio ambiente, siendo abierto en teoría, opera dentro de un sistema cerrado. Esta particularidad, junto con la singularidad del fenómeno de la vida en la Tierra, marca diferencias fundamentales entre la sociedad humana y otros sistemas vivientes.
Sistemas Complejos Autoorganizados y la Vida
La vida es la particularidad de la Tierra, manifestándose en diversas formas y combinaciones. Sus cambios se comprenden científicamente a través de la teoría de la evolución (Darwin, El Origen de las Especies, 1965). En una versión generalizada, los organismos vivos son entidades con tres propiedades: multiplicación, variación y herencia. Los sistemas vivientes son una clase de sistemas autoorganizados capaces de pasar de un estado inicial a uno más complejo, incrementando la información que contienen. La autoorganización es posible en sistemas abiertos que absorben baja entropía y liberan residuos de alta entropía en el medio ambiente. Esto permite el desarrollo de estructuras ordenadas y estables (Margalef 1991:99-102; von Foerster 1991).
Las Sociedades Humanas: Sistemas Autoorganizados Reflexivos
Las sociedades humanas son un caso particular de sistemas vivientes, con componentes autónomos que se organizan según su autonomía individual y el lenguaje. El lenguaje y sus posibilidades de operación, como la conciencia o “nuestra mente” (Maturana y Varela 1988:132-153), son elementos clave. Las sociedades humanas son sistemas autoorganizados adaptativos, caracterizados por la reflexividad, guiados por significados y propósitos (Weber). A diferencia de los sistemas naturales, que dependen de la evolución biológica, las sociedades humanas experimentan una evolución cultural e histórica.
La Problemática Relación entre Evolución y Cambio Social
La relación entre la sociedad humana y la naturaleza es problemática. Las sociedades son sistemas socio-históricos en un entorno natural evolutivo. La diferencia entre los principios del cambio –la evolución (instintos naturales) y el cambio social (motivos y significados)– genera una dinámica compleja. El cambio cultural, con su propia lógica, no se limita a la transmisión hereditaria de características adquiridas, sino que incluye la difusión entre contemporáneos, resultando en un ritmo más acelerado que el cambio natural. Esta diferencia de ritmos crea una tensión inherente a la relación sociedad-naturaleza.