Sociedad, economía y colonización en la Monarquía Hispánica (siglos XVI-XVII)
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Galicia en los siglos XVI y XVII
La Galicia de los siglos XVI y XVII, al igual que el resto de territorios de la Monarquía Hispánica, presenta las características básicas del sistema feudal: una sociedad estamental muy jerarquizada, con escasas oportunidades de ascenso social, desigual ante la ley y liderada por sectores privilegiados rentistas, que son la nobleza y el clero. Estos grupos se organizaban en señoríos territoriales y jurisdiccionales sobre sus feudos y vivían fundamentalmente de la cobranza de rentas a los campesinos que trabajaban sus tierras. En relación con esta realidad, cabe destacar el papel de los fidalgos, una suerte de baja nobleza que aparece durante el crecimiento demográfico del siglo XVI, situándose entre los grandes señores y los campesinos. Actuaban como intermediarios en el cobro de las rentas, aumentando su patrimonio e importancia social, algo visible en sus pazos. Esto sucede ya que, para muchos grandes señores, todo lo que supusiera evitar el trabajo manual era dignificante, por lo que arrendaban esta gestión a los fidalgos.
La población gallega, al igual que el conjunto peninsular, es joven, presentando una esperanza de vida corta, alrededor de los 40 años. Más de 4/5 del total vive en el ámbito rural, es analfabeta (las mujeres en su práctica totalidad) y trabaja en las labores del campo, gestionando una economía agraria de subsistencia. La exigua dieta se basaba en harinas de trigo y centeno, vino, verduras, algo de carne en el interior y un escaso consumo de pescado. Se trabajaba con útiles rudimentarios y con ausencia de fertilizantes e innovaciones destacables. Estos condicionantes explican que difícilmente se generase un excedente, una vez que los campesinos tenían que hacer frente a la gran cantidad de tributos sobre lo producido (diezmo eclesiástico) y al pago de las rentas forales. Estos pagos solían hacerse en especie. Debido a esta insuficiencia productiva, optaron por realizar otras tareas complementarias a las agrarias en la propia casa, como el hilado de lino, o decidieron emigrar a Castilla, Portugal o incluso a América por un tiempo corto o definitivo.
La introducción de nuevos cultivos
Esta situación cambia a partir del siglo XVII, cuando se consolidan los cultivos de dos productos americanos, el maíz y la patata, aumentando significativamente los niveles productivos y las tierras en labor. Con esto se propició un crecimiento poblacional que mitigó la crisis demográfica del siglo XVII que afectó a toda la península.
El comercio marítimo
En la Galicia costera, la exigua producción de los minifundios se veía aliviada por el trabajo en el mar, que en todo caso tampoco permitía superar el nivel de subsistencia para la mayor parte de los marineros, debido a problemas análogos a los de la agricultura. De hecho, las innovaciones relevantes a nivel técnico y organizativo en el terreno de la pesca llegaron con los emprendedores catalanes en el siglo XVIII, con la introducción del arte del arrastre y las fábricas conserveras. Si bien es cierto que los gremios de mareantes, como en el caso de Pontevedra, llegaron a tener relevancia económica dentro de su comunidad. Puertos como los de esta ciudad, Baiona, Vigo, A Coruña, etc., comerciaban con ciudades costeras españolas (Sevilla, Bilbao) y europeas como Lisboa, Oporto, Amberes, Rouen, etc., exportando vinos, sardinas, pulpos, pescados, castañas, cítricos, etc., o importando cereales, aceite o sal.
La conquista y colonización de América
La organización de la conquista
Después del descubrimiento de América en 1492, comienza una larga fase de exploración y conquista con la intención de incorporar las tierras del Nuevo Mundo al control de la Monarquía Hispánica y el objetivo fundamental de obtener beneficios económicos de sus recursos, tanto naturales como humanos.
La conquista se organizó de forma privada, a través de acuerdos a los que los conquistadores llegaban con los monarcas. Estos acuerdos, llamados capitulaciones, consistían en que los conquistadores obtenían riquezas y cargos políticos a cambio de que pusieran el nuevo territorio bajo autoridad de la Corona y que le entregaran un quinto de la riqueza, el denominado quinto real. Entre los más destacados conquistadores tenemos a Hernán Cortés, que sometió al Imperio azteca, en la zona del actual México, y Francisco Pizarro, que acabó con el Imperio inca en la zona andina del actual Perú, principalmente. Esta conquista se dio en varias fases, principalmente a lo largo del siglo XVI. A partir de ahí, los españoles iniciaron un intenso período de colonización donde trataron de poblar el territorio y articularlo mediante la fundación de numerosas ciudades (los españoles, junto con los romanos, fueron los conquistadores que mayor número de ciudades fundaron en la Historia). Esta conquista fue posible gracias a la superioridad tecnológica de los españoles, a la división interna de los grandes imperios precolombinos y, sobre todo, al brutal impacto de las enfermedades euroasiáticas (viruela o gripe principalmente) en las poblaciones indígenas americanas. Alrededor de un 90% de la población pereció a causa principalmente de los gérmenes durante la conquista y la colonización.
La explotación de los recursos y la mano de obra
Como fuerza de trabajo se empleó el sistema de la encomienda. Los conquistadores obtenían un número determinado de indígenas por parte de la Corona a cambio de protección y de evangelizarlos. Como retribución por esto, los indios debían trabajar para los conquistadores a cambio de salarios muy pequeños. Uno de estos sistemas más famosos fue el de la mita minera, donde los indígenas de las grandes minas de plata, como Potosí (la mayor de todas) o Zacatecas, trabajaban casi como esclavos. Otro de los sistemas de explotación era la importación de esclavos negros, siendo este uno de los grandes negocios en la Edad Moderna. La cantidad de plata extraída de América provocó en la península un proceso de inflación tal, que se conoce como la revolución de los precios. El aumento de metal circulante en España hizo que los precios escalasen de manera descontrolada. La plata americana fue clave en la financiación de las guerras europeas de la Monarquía Hispánica.
La administración de las Indias
Para la administración de las nuevas tierras, denominadas Las Indias, que pertenecían a la Corona de Castilla, se crearon instituciones y leyes concretas. Para su gobierno se crearon el Consejo de Indias y, para centralizar y regular el comercio, la Casa de Contratación. Instalados inicialmente en Sevilla, convirtieron a esta ciudad, en los siglos XVI y XVII, en la más poblada de España. Bajo el reinado de los Borbones en el XVIII se descentralizaron. Se creó toda una legislación propia para América (civil, política, social y económica) que se compiló en las llamadas Leyes de Indias (fundamentalmente las Leyes de Burgos de 1512 y las Leyes Nuevas de 1542). Uno de los debates más destacables en torno a las futuras leyes fue el que enfrentó a Bartolomé de las Casas (en contra de la esclavización de los indios, pero a favor de importar esclavos negros) y Ginés de Sepúlveda (a favor de la esclavitud de los indios también) en Valladolid. En América, la administración territorial fue dividida en Gobernaciones, Audiencias y Virreinatos.
Consecuencias de la colonización
Si bien es cierto que la colonización trajo consigo mejoras técnicas para las poblaciones americanas, podemos afirmar que las relaciones fueron brutalmente asimétricas. La metrópoli obtenía grandes beneficios económicos de las colonias, administrados por población de origen español principalmente (los criollos) y los indígenas y los esclavos eran explotados salvajemente, siendo uno de los mayores genocidios de la Historia de la humanidad.