El Estado, la Sociedad y el Derecho: Un análisis histórico y conceptual
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El Hombre en Sociedad
El hombre no puede vivir aislado, tiene que vivir en sociedad para satisfacer sus necesidades y estar en interacción con los demás. Necesita de sus semejantes para el bien común. Además de la relación intersubjetiva, también se establece una relación sujeto-objeto con la naturaleza para dominarla y colocarla a su servicio y al de todos los hombres.
Esa búsqueda lleva al hombre a relacionarse con sus semejantes, constituyendo comunidades y sociedades. Comunidad y sociedad son producto de la convivencia. Dice Maritain que en comunidad el objeto es un hecho que precede a las determinaciones de la inteligencia y voluntad humana, que crea una psiquis común inconsciente, sentimientos, estados psicológicos y costumbres comunes.
A medida que el hombre va desarrollando el proyecto al que está llamado a ser, las necesidades que ello implica lo llevan a relacionarse con un mayor número de personas. Se conformarán sociedades con fines específicos, limitadas en su objeto, y por otra parte tendremos las sociedades políticas, cuyos fines más generales involucran a todos los hombres que las conforman. Se trata de pueblos organizados. La sociedad precede al Estado históricamente; a través de distintas formas de organización, el hombre podrá satisfacer sus necesidades por medio de una sociedad universal, luego de haber traspasado las anteriores formas de Estado.
Finalmente, el Estado debe estar al servicio de la sociedad y las sociedades al servicio del hombre, del bien común de todos los hombres. El Estado debe ser instrumento de la sociedad para alcanzar los fines que esta se propone al organizarse como tal. Cuando una sociedad se subordina al Estado, para terminar este al servicio del hombre que lo dirige o gobierna, estamos frente a concepciones absolutistas, despóticas y autoritarias.
Así como el artículo 3 de la CRBV de 1999, como advierte Aguiar, hay “un sobreposicionamiento del Estado a la persona humana, que no a la inversa como ocurría en la CR de 1961 y a cuyo tenor el Estado crea o asegura las condiciones para el ejercicio de los DDHH”. La CRBV de 1999, como las que le precedieron, utilizaron los términos Estado-Nación como sinónimos o con variados significados que a veces son antónimos. Estos conceptos se confunden creando grandes perversiones políticas; de hecho, el Estado moderno surge bajo el principio de las nacionalidades.
Parte de la necesidad que tiene la comunidad nacional de constituirse en Estado, como mecanismo para proteger o garantizar los valores que le son propios. Yepes Boscán ha señalado que la nación, piedra angular de la construcción de la sociedad ideada por el proyecto de la modernidad, es una constitución de arriba hacia abajo, poco adaptada a la idea de la diversidad cultural.
En la conformación del Estado moderno podemos observar cómo conviven en un mismo Estado distintas naciones, cómo la nación se va moldeando a través del tiempo, cómo en muchas ocasiones el Estado precede a la Nación o bien cómo una misma nación da lugar a varios Estados. Sobre el planeta se calculan más de 4000 pueblos autóctonos y el número de Estados miembros de las Naciones Unidas es de 191.
Estado y Derecho
Dada la naturaleza social del hombre (donde hay sociedad hay derecho), no puede ser de otra manera: en la medida en que el hombre constituye sociedades, va creando normas cuyo cumplimiento debe ser adecuado a la conducta de las normas para alcanzar el bien común.
Mientras una sociedad sea más democrática, mayor será la participación de las personas en la elaboración, directa o a través de representantes, de las normas que deberían ordenar su conducta. Este mayor grado de participación en la creación de las normas que regulan la conducta social está vinculado estrechamente al nacimiento del Estado moderno, del Estado de derecho.
A diferencia del Estado absolutista, en el que la voluntad se identifica con la del soberano, que concentra en sus manos todos los poderes de la sociedad organizada, colocándose por encima de sus súbditos, en el nuevo tipo de Estado que va surgiendo, el súbdito se transforma en ciudadano, previsto de derechos previstos en constituciones o cartas de derechos que el monarca reconoce, que más tarde pacta y que finalmente le son impuestos por el pueblo, constituyendo, dado el carácter bilateral del derecho, deberes del Estado frente al ciudadano, límites para su actuación.
Los ciudadanos pueden hacer todo lo que las leyes no les prohíben, mientras que los gobernantes solo pueden hacer aquello que el derecho expresamente les autoriza.
Absolutismo Monárquico
No existió en la Edad Media el absolutismo monárquico; el poder estaba atomizado, distribuido y balanceado. Tampoco en la Edad Contemporánea, donde las monarquías que subsisten se constitucionalizan en mayor o menor medida. En la Edad Media existió una monarquía limitada por la autoridad espiritual del Papa y los numerosos acuerdos que los soberanos tenían con los señores feudales, con la nobleza y con las variadas autonomías locales y las instituciones parlamentarias.
El Estado postmedieval, como prefiere llamarlo Morangiou, se esfuerza en superar esas limitaciones, en desvincularse de los impedimentos del pasado, sobre todo de la influencia política de la Iglesia, en derrotar al feudalismo (tarea solamente alcanzada por algunos soberanos) y en disminuir la autoridad y el prestigio de los parlamentos.
La monarquía absoluta es una forma política de máxima concentración del poder. Los cuerpos intermedios medievales se integran, mantienen determinadas costumbres y usos, pero se someten al poder político central en manos del monarca. Las decisiones del rey constituyen la voluntad estatal; las demás autoridades, instrumentos secundarios ejecutores de su voluntad. El rey reúne todo el poder, es el elemento superior del Estado.
El rey ejerce el poder ejecutivo, nombra, remueve, designa libremente a ministros y secretarios. La monarquía, tercero en discordia, resultó el principal beneficiario de la querella de las investiduras, configurando en torno a sí el Estado moderno. Los reyes han afianzado su autoridad sobre la nobleza, suprimido antiguos privilegios señoriales, unificado territorios, centralizando la administración y la justicia con una amplia burocracia. Las grandes monarquías que se constituyen practicarán una política expansionista, que se manifiesta en constantes intervenciones en otros territorios europeos y el patrocinio de aventuras extracontinentales. El Estado será agente y garante de la paz interna, pero siendo cada uno soberano, sin limitaciones de ninguna clase.
En el siglo XV, la monarquía absoluta se ha instalado definitivamente en Francia, Inglaterra, España e Italia. Francia se convierte en potencia cultural de Europa. La hegemonía francesa sustituye a la española, y el francés al latín como lengua internacional, y el clasicismo francés al exuberante barroco.