Trabajo Social: Concertación, Trabajo en Equipo, Consulta y Evaluación
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1.2.4. LA COLABORACIÓN ENTRE TRABAJADORES SOCIALES
1.2.4.1. LA CONCERTACIÓN
La concertación es una forma de colaboración puntual entre trabajadores sociales que intervienen con un mismo usuario en situaciones complejas que requieren la intervención de varios servicios. Su objetivo es coordinar las acciones de cada profesional para evitar duplicaciones, contradicciones o lagunas en la atención al usuario.
La concertación permite determinar las acciones que cada uno llevará a cabo y, también, limitar las intervenciones múltiples.
La concertación es a menudo puntual, seguida de encuentros periódicos de evaluación y ajuste. Estos encuentros establecen los límites y el marco de intervención de cada uno.
1.2.4.3. EL TRABAJO EN EQUIPO
A diferencia de la concertación, que generalmente es ocasional, el trabajo en equipo implica una estructura de encuentros regulares, en general en grupo con trabajadores sociales del mismo organismo empleador o, si se trata de empleadores diferentes, del mismo sector geográfico. A diferencia también de la concertación, que siempre está centrada en el usuario, en el trabajo en equipo pueden darse objetivos diferentes: ya sea, centrarse en el asistido o en los mismos trabajadores sociales, o también en proyectos de acción común o en investigaciones.
Para que pueda existir, el trabajo en equipo requiere una estructura de funcionamiento: fecha de los encuentros, ritmo regular, duración preestablecida de las reuniones, orden del día, etc. Esta estructura se establece en el marco del servicio empleador, y a menudo es él mismo quien la fija. A veces, la estructura del trabajo está determinada por la iniciativa de los mismos trabajadores sociales; sin embargo, sigue en el marco institucional.
Los objetivos de las reuniones de equipo van a influir en el tipo de trabajo y en la participación más o menos activa de cada uno. Entre estos objetivos podemos distinguir:
- Distribuir informaciones
- La consulta y la formación recíprocas
- Establecer una nueva forma de intervención
- La investigación
1.2.4.4. LA CONSULTA
Esta forma de colaboración entre trabajadores sociales difiere de las tres precedentes, pues se trata del encuentro de dos trabajadores sociales con estatus profesionales diferentes: uno de ellos, reconocidamente competente y experimentado, pone a disposición del otro la posibilidad de realizar un intercambio y de reflexionar sobre situaciones profesionales; el otro va a pedir una opinión profesional o una aclaración a un "experto". Esta situación implica el reconocimiento de una jerarquía de conocimientos o, por lo menos, de experiencia entre uno y otro.
La consulta es una estructura de trabajo que les ofrece a los trabajadores sociales su organismo empleador. La mayoría de los servicios importantes ofrecen, bajo una forma u otra, esta posibilidad.
Los trabajadores sociales utilizan la consulta según sus necesidades y a su pedido. Sin embargo, en ciertas instituciones, es una estructura obligatoria durante los primeros meses de trabajo después de la admisión del trabajador social.
La consulta es, en general, un encuentro ocasional sobre una situación precisa.
2. LA EVALUACIÓN
Se trata de "medir el camino recorrido". O, dicho más específicamente, comparar en un instante determinado lo que se ha alcanzado mediante una acción con lo que se debería haber alcanzado de acuerdo a una programación previa.
Dentro de los objetivos de la evaluación nos encontramos con que uno de ellos es medir el grado de idoneidad, efectividad y eficacia; el otro consiste en facilitar el proceso de toma de decisiones.
Distinguimos, dentro de la evaluación, según las funciones que esta cumple, entre la evaluación formativa y la final o sumativa.
La evaluación formativa es el seguimiento durante el proceso; la evaluación final o sumativa es el estudio de los efectos o resultados, una vez finalizada la acción.
Según la procedencia de los evaluadores, también se establece una diferenciación entre evaluación interna, externa y mixta.
Hablamos de evaluación interna cuando los evaluadores, si bien pertenecen a la organización responsable, no se han involucrado en la intervención. La externa, por su parte, se produce cuando quienes evalúan son externos a la intervención y a la organización responsable. La mixta combina momentos de autoevaluación con las dos anteriores.
Los principios que debe cumplir la evaluación son ser objetiva, válida, oportuna y práctica. La evaluación se debe diseñar como parte esencial del diseño del proyecto (nunca a posteriori), y debe contemplar qué evaluar (características de los usuarios, esfuerzo, eficacia, eficiencia) y cómo evaluar (reuniones, indicadores, soportes documentales).
Durante el proceso de ejecución del proyecto, se ejecuta la evaluación prevista, en un proceso "formativo", no "sumativo", que conlleva recoger datos (referencias cuantitativas, en los soportes documentales) y recoger opiniones (referencias valorativas, subjetivas, a través de reuniones, entrevistas, observación). En esta fase, no se deben contraponer como contrarios los registros de datos (cuantitativos) y las valoraciones (subjetivas), sino que deben de ser aspectos complementarios en toda evaluación.
Al finalizar el proyecto o en el momento previsto para presentar resultados se hace un resumen sistemático de los datos, se elaboran estadísticas (presentación de indicadores), se analizan los resultados (hipótesis interpretativas) y se realiza un debate colectivo (de contraste de hipótesis). Con todos estos datos se lleva a cabo la redacción de un informe final, donde se establecen unas conclusiones. Después de esto solo queda exponer las propuestas de cambio y hacer públicos los resultados.