El Sistema de la Restauración Borbónica: Turno de Partidos y Guerras Carlistas

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I. La Restauración Borbónica

En diciembre de 1874, durante el régimen militar presidido por el general Serrano al final del Sexenio Democrático, el príncipe Alfonso publicó desde Gran Bretaña el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, defendiendo el restablecimiento pacífico de la monarquía constitucional. Sin embargo, días después el general Martínez Campos dio un golpe de Estado y proclamó rey a Alfonso XII, quien nombró presidente a Cánovas, cuyas principales medidas para asentar el sistema de la Restauración fueron:

  • Aceptación de Alfonso XII como rey por los progresistas: para ello alentó a Sagasta a crear el Partido Liberal, que integró al liberalismo progresista en el sistema (turnismo).
  • Pacificación del país: fin de la tercera guerra carlista (1876); causó la derogación de los fueros vascos-navarros, restablecidos parcialmente después por el concierto económico, que otorgaba una fiscalidad propia) y de la guerra de Cuba (1878, Paz de Zanjón).
  • Subordinación del Ejército al poder político, situado bajo la autoridad directa del rey.
  • Aprobación de una nueva constitución (Constitución de 1876).

Etapas de la Primera Guerra Carlista (1833-1839)

  1. Ocupación de zonas rurales (1833-1835): las partidas carlistas tomaron la región vasconavarra (salvo las grandes ciudades) y amplias áreas rurales de Aragón, Cataluña y Valencia. El general Zumalacárregui convirtió las partidas carlistas en un fuerte ejército, pero fracasó en el sitio de Bilbao, en cuyo asalto murió.
  2. Ofensivas carlistas (1835-1837): los carlistas trataron de ampliar su influencia mediante dos expediciones militares dirigidas por el general Gómez y el propio Carlos V, pero fracasaron por su falta de apoyo en las ciudades. El general liberal Espartero alcanzó gran prestigio tras levantar el segundo sitio carlista a Bilbao (batalla de Luchana, 1836).
  3. Fin de la guerra (1837-1839): los fracasos dividieron al carlismo facilitando que Espartero firmase con el jefe carlista Maroto en 1839 el Convenio de Vergara. A cambio de la rendición carlista, Espartero se comprometió a evitar las represalias y a pedir a la regente el mantenimiento de los fueros y la incorporación al Ejército nacional de los oficiales carlistas que lo deseasen. El acuerdo no fue aceptado por todos los carlistas que, liderados por el general Cabrera, continuaron luchando hasta 1840 en el Maestrazgo.

Consecuencias de la Primera Guerra Carlista

El triunfo liberal en la primera guerra carlista tuvo importantes consecuencias:

  • Consolidación de Isabel II en el trono, asentando el liberalismo en España.
  • Absorción de los recursos económicos (desamortización de Mendizábal) retrasando la industrialización del país.
  • Aumento del protagonismo de los militares en la vida política.
  • Pérdidas humanas y materiales.

Pese a su derrota, el carlismo siguió latente entre sus bases, dando lugar a dos nuevas guerras (durante la Década Moderada y el Sexenio Revolucionario) a lo largo del siglo XIX.

III. Grupos Políticos

Liberales

Durante la minoría de edad de Isabel II se confirmó la división del liberalismo en progresistas y moderados. Ambas corrientes defendían la monarquía constitucional frente al absolutismo, pero los progresistas (Espartero) apostaban por la soberanía nacional (limitación de los poderes del rey) y amplios derechos individuales (incluyendo la libertad religiosa). Por el contrario, los moderados (Narváez) defendían amplios poderes para la Corona (soberanía compartida con las Cortes), derechos individuales limitados (sufragio censitario muy restringido) y la confesionalidad del Estado. Los principales apoyos del liberalismo fueron la alta nobleza, el Ejército y las clases urbanas.

Carlistas

Absolutistas que defendían el Antiguo Régimen y los fueros. Su lema era “Dios, Patria, Rey y Fueros”. Estuvieron apoyados por la baja nobleza rural, el clero y los campesinos de las provincias vascas, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo.

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