El Sistema Político de la Restauración Española: Partidos Dinásticos y Oposición

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Introducción: Los Partidos Dinásticos del Sistema Canovista

El sistema canovista se fundamentaba en la existencia de dos grandes partidos dinásticos que se alternaban pacíficamente en el poder:

  • El Partido Conservador: Formado por antiguos moderados y unionistas, su líder era Antonio Cánovas del Castillo. Su base social incluía la aristocracia, los terratenientes, la alta burguesía y altos funcionarios (civiles y militares). Su apoyo geográfico se concentraba principalmente en el sur de España, el norte, la Meseta y áreas del Mediterráneo. Se mantuvo en el poder, en esta primera etapa, desde 1875 hasta 1881.
  • El Partido Liberal: Agrupaba a antiguos progresistas, demócratas y radicales, entre otros. Su líder era Práxedes Mateo Sagasta. Su base social comprendía comerciantes, industriales y la burguesía vinculada a profesiones liberales. Su base geográfica principal era el norte peninsular y la burguesía media del resto de España. Estuvo en el poder, en su primer periodo significativo, de 1885 hasta 1890.

Ambos partidos compartían un pacto tácito (conocido como el Turno Pacífico) que implicaba no promulgar leyes que el otro partido tuviera que derogar necesariamente al volver al poder, buscando así asegurar la estabilidad del sistema monárquico restaurado.

La Oposición al Sistema Canovista

El sistema de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores sociales, que quedaron excluidos del juego parlamentario o se configuraron como oposición al régimen canovista. Existían diversas fuerzas políticas que nunca lograron obtener representación parlamentaria suficiente como para aspirar a formar gobierno. Entre estas fuerzas opositoras destacan:

Los Carlistas (Tradicionalistas)

Tras su derrota en la Tercera Guerra Carlista, muchos de sus líderes permanecían en el exilio, principalmente en Francia. Se presentaban como defensores del catolicismo tradicional y la monarquía legítima que ellos representaban. Sin embargo, el apoyo del Vaticano y de la jerarquía eclesiástica española a la dinastía alfonsina de Alfonso XII les restó considerable base social y apoyo.

Los Republicanos

Fueron los grandes derrotados tras el golpe de Estado de 1874 que puso fin a la Primera República. A pesar de su división interna, compartían una serie de postulados ideológicos:

  • La superioridad de la república sobre la monarquía, por considerarla una forma de gobierno intrínsecamente más democrática.
  • La separación efectiva entre la Iglesia y el Estado, abogando por un Estado laico y limitando la influencia social del clero.
  • La implantación del sufragio universal (masculino en la época).
  • Una marcada preocupación por las cuestiones sociales y los problemas de las clases populares.

Dentro del republicanismo coexistían diversas corrientes y partidos:

  • El Partido Republicano Progresista, liderado por Manuel Ruiz Zorrilla, que representaba el ala más radical y partidaria de la insurrección.
  • El Partido Demócrata Posibilista, encabezado por Emilio Castelar, más moderado y que eventualmente aceptó integrarse en el juego político de la monarquía alfonsina.

El Movimiento Obrero

Estaba fundamentalmente dividido en dos grandes corrientes ideológicas: socialistas y anarquistas. Ambas fueron consideradas por Cánovas y el sistema como una amenaza para el orden social establecido y la propiedad privada.

Socialismo

En 1879, Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El PSOE se definía como un partido de clase, de ideología marxista, con una orientación exclusivamente obrerista y partidario de la revolución social como meta final. Sus reivindicaciones inmediatas, sin embargo, se centraban en la mejora de las condiciones laborales: aumento de salarios, reducción de la jornada laboral, prohibición del trabajo infantil, entre otras.

Posteriormente, en 1888, se fundó el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), estrechamente vinculado al PSOE. La UGT desarrolló un programa centrado en la mejora de las condiciones laborales, defendiendo herramientas como la negociación colectiva entre obreros y patronos y el recurso a la huelga como medio de presión para alcanzar sus objetivos.

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