Sistema Electoral y Oposición Política en la Restauración Española (1874-1902)

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El Sistema Electoral de la Restauración: Caciquismo y Pucherazo

El control del proceso electoral se ejercía a partir de varias instituciones: el ministro de la Gobernación, los gobernadores civiles, los alcaldes y los caciques locales. Este ministro era quien elaboraba la lista de los candidatos que deberían ser elegidos (encasillados). Los gobernadores civiles transmitían la lista de los candidatos ministeriales a los alcaldes y caciques, y todo el aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar su elección.

Si este proceso resultaba insuficiente y se ponía en peligro la elección del candidato ministerial, todo un conjunto de trampas electorales ayudaba a conseguir este objetivo, conocido como el pucherazo, la sistemática adulteración de los resultados electorales: manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos, etc.

La figura del cacique. Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción electoral. Cumplían el papel de conectar el ámbito rural o local con el Estado y, en su función de intermediarios, los caciques intercambiaban votos por favores.

La Oposición Política al Régimen de la Restauración (1874-1902)

El Carlismo

El carlismo seguía siendo contrario al régimen liberal y estaba a favor de los valores religiosos, de la monarquía tradicional y de los fueros.

Surgimiento de los Nacionalismos Periféricos

Durante la Restauración aparecerán movimientos de recuperación cultural y lingüística que terminarán adquiriendo formas de reivindicación política. Los regionalismos y nacionalismos reclaman el autogobierno en diversas zonas de España, como Cataluña, País Vasco y Galicia, con el apoyo social de sectores de la burguesía.

El Nacionalismo Catalán (Catalanismo)

Surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario, conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana, pero carecía de aspiraciones y de proyectos políticos. Las primeras formulaciones catalanistas con un contenido político vinieron de la mano de Valentí Almirall, quien en 1882 fundó el Centre Català. Su objetivo era conseguir que la burguesía catalana rompiese con los partidos españoles. El Memorial de Greuges era un texto en defensa de los intereses catalanes, a favor del mantenimiento del derecho civil catalán. En 1891 se funda la Unió Catalanista y se aprueban las Bases de Manresa, con las que el regionalismo catalán se transforma en nacionalismo. En 1901 se constituyó un nuevo partido político, la Lliga Regionalista de Catalunya.

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