Simone de Beauvoir: La Construcción de 'Mujer' y el Sendero hacia la Liberación Femenina
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Problematización de la categoría 'mujer' según Simone de Beauvoir
En esta parte, Simone de Beauvoir quiere llegar a explicar qué entendemos nosotros cuando se menciona el término 'mujer', a lo que ella responde que es un problema que aún no se ha resuelto. Según Beauvoir, la sociedad pone en duda la existencia de la mujer en la sociedad. Con los términos 'mujer' o 'feminidad', nos estamos refiriendo a una categoría despegada de la propia naturaleza, a una especie de modelo en el que todas las mujeres encajan: el eterno femenino. Todo esto, según Beauvoir, es una conceptualización que ha partido de las diferencias observables entre el hombre y la mujer. Tales diferencias han sido elevadas a categorías inamovibles. De esta manera, la mujer ya no es lo que es, sino lo que debe ser en función de su mayor o menor participación en la categoría 'mujer'. A partir de esta definición, podemos describir sus características:
- Estatismo del mito: La diversidad de mujeres que existen en la realidad, tanto por sus costumbres, opiniones o conductas, quedan reducidas al monolito estático del mito.
- Mantenimiento del estatus de privilegio: La categorización cumple la función de mantener la situación de privilegio de los varones en la sociedad patriarcal.
- Asimilación Mujer-Naturaleza: El eterno femenino es un mito que asimila a las mujeres con la naturaleza. Es verdad que el embarazo es un factor que acerca a la mujer a la naturaleza más que al varón. Pero el problema surge cuando, por ejemplo, el dueño de una empresa utiliza esos factores naturales para justificar su despido o para no contratarla.
- El misterio femenino y sus ventajas para el varón: El misterio femenino es una de las grandes peculiaridades del mito de la mujer. El lenguaje popular sintetiza muy bien esta característica con la expresión «a las mujeres no hay quien las entienda». En realidad, estas afirmaciones expresan una incapacidad, la de entender, frente a una realidad objetiva: que la mujer sea inteligible.
- La absoluta alteridad: El mito del misterio de lo femenino implica la alteridad absoluta. Para que la reciprocidad resulte imposible, el otro tiene que ser alteridad para sí mismo. Es decir, no solo el hombre tiene que concebir a la mujer como 'otra' inexplicable, sino que la mujer también ha de concebirse de la misma manera.
Beauvoir explica que negar la noción de el eterno femenino no es negar la existencia de las mujeres.
Educación y evolución: Hacia la liberación en El Segundo Sexo
La cuarta parte del segundo tomo, que es el final de El Segundo Sexo, lleva por título «Hacia la liberación». Beauvoir analizará cuáles son las posibilidades de esta liberación:
- El trabajo: Garantiza a la mujer una libertad concreta. Es cierto que las leyes dictaminan su independencia, pero resultan papel mojado cuando, para hacerlas efectivas, se requiere gozar de autonomía económica.
- Evolución de la mentalidad social tradicional: El maridaje entre ley y economía que acabamos de exponer, por sí solo no es garantía de liberación. Además, hemos visto que el problema de las mujeres es también un problema de hombres y que, por lo tanto, es necesario un cambio de mentalidad en los hombres. Este cambio de mentalidad pasa por eliminar los absurdos privilegios que sitúan al varón por encima de la mujer.
- Abandono de la inacción femenina: Las mujeres han de abandonar su situación de inacción, y para ello es necesario analizar sus causas.
- Consideración de la sexualidad femenina: La consideración de la sexualidad femenina también coloca a la mujer en inferioridad de condiciones respecto al varón.
- La educación igualitaria: Para que la liberación sea posible, la mujer tiene que haber sido educada exactamente igual que el varón.
- La maternidad libre: La maternidad es otro de los factores que la mujer no puede asumir con total libertad si no es una elección consciente y deseada.
- Olvido del narcisismo y cultura del esfuerzo: No se puede pretender cambiar el mundo permaneciendo al margen de él.
Por tanto, según Beauvoir, para que la mujer supere la situación de inferioridad, tiene que superar sus miedos y rebelarse para conseguirlo. Pero para que se cumpla esta liberación, tienen que cumplirse dos condiciones fundamentales:
- Que la mujer se olvide de su narcisismo.
- Que valore el esfuerzo.
Cuando estos dos factores se conjugan, la mujer, en la embriaguez de la libertad, aprende a mirar la tierra como su propio feudo.