Simbolismo y Personajes Clave: Buero Vallejo y la Tradición de Don Juan en el Teatro Español

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La Visión de Buero Vallejo: El Subsuelo y la Crítica Social

Este subsuelo acoge a un padre enajenado y a una madre infeliz, ofreciendo la imagen de una España enclaustrada en el franquismo. Sin embargo, resulta también un discurso semifalaz, ya que es una reconstrucción subjetiva de la realidad. Todo vehículo de conocimiento está, en cierto modo, viciado por la perspectiva de los investigadores que nos muestran su realidad.

Buero pretende que el espectador desarrolle capacidad crítica e iniciativa personal. Al igual que el escritor Bertolt Brecht, Buero, a través de estos personajes, utiliza un método pedagógico que combina el distanciamiento con la cercanía al espectador.

El Padre: Locura, Justicia y Solidaridad en la Obra de Buero

El padre resulta un personaje fundamental en la obra, presentando el carácter de un loco, al igual que Cervantes con la figura de Don Quijote.

El Paralelismo con Don Quijote y la Pregunta Unamuniana

Su figura formula, a lo largo de toda la obra, una pregunta muy unamuniana: «¿Quién es este?». Esta pregunta también la introduce José Zorrilla en Don Juan Tenorio: «¿Quién eres? Soy un hombre sin nombre».

Don Juan la realiza para renunciar a su condición social, mientras que en la figura del padre de Buero se plantea con un sentido de justicia. Es decir, el hecho de conocer la existencia y otorgarle un nombre es diferenciar el caos, estableciendo un paralelismo con Dios creador de las cosas, quien para ello las nombra.

El padre se muestra como una figura que quiere liberar del caos a las personas que le rodean, convirtiéndose en Dios y en juez, en la encarnación de la justicia. Utiliza las tijeras para individualizar la existencia de las figuras que recorta de postales: «Al que puedo, lo salvo», afirma, queriendo decir que lo hace subir al tren (tren que a veces confunde con El Tragaluz).

La Justicia Simbólica del Padre

Su personaje adquiere el carácter de justicia y, como tal, la lleva a cabo a la manera griega: sangrienta. No se trata de una justicia negativa, sino simbólica, pues el autor no pretende una venganza de sangre.

El Imperativo de la Solidaridad y la Otra España

El padre juega un papel fundamental en el descubrimiento del otro, del prójimo, a través de la constante pregunta: «¿Quién es este?». Esta interpelación lleva al espectador a descubrir al «otro» como prójimo, como «otro yo», lo que a su vez nos revela el imperativo de solidaridad. Es aquí donde Buero Vallejo trasciende el plano individual, pasando a uno social. Busca la empatía con el prójimo para construir una realidad, ofreciendo perdón y comprensión a la «otra España».

Si bien Sartre manifiesta que la verdadera condena del hombre es seguir viviendo con el prójimo, porque «nosotros somos un infierno en potencia», en Buero se nos indica que saber perdonar es necesario para construir una nueva realidad. Para él, el otro no es el infierno.

El padre es, sin lugar a dudas, el personaje «anormal» que desempeña un papel clave en el teatro de Buero. Su locura se presenta como producto de los sufrimientos de la guerra y, concretamente, del suceso del tren y sus consecuencias; es, pues, otra víctima.

El Juego de Don Juan: De Tirso a Zorrilla

Orígenes y Características del Mito Donjuanesco

La primera manifestación del personaje de Don Juan aparece en el año 1630 de la mano de Tirso de Molina con la obra El burlador de Sevilla. Nace, en cierto modo, como contraparte de Don Quijote de Cervantes (1615), máxima representación del amor cortés.

El título que da Tirso ya hace referencia al juego (burlador).

Una de las características fundamentales del personaje es su manera de afrontar la vida. Asume su existencia como un continuo e incesante juego; se trata de un apostador nato. Tres características fundamentales definen al personaje: arrojo, valentía y, sobre todo, espontaneidad. Las tres dotan a Don Juan de una despreocupación absoluta: no piensa ni juzga el mérito, y su existencia se basa en la experimentación de un goce infinito.

El juego sirve de contrarresto, como equilibrio a la pesadez de su deseo.

La palabra «burla» tiene dos acepciones en el siglo XVII: un componente negativo (el engaño) y otro positivo (el juego, el donaire o la chanza).

Don Juan lleva la burla al extremo y acaba burlándose de quien no debe: de Dios.

La Burla y el Juego en la Figura de Don Juan

José Zorrilla configura a su Don Juan a través de elementos propios del mito donjuanesco: se caracteriza por ser un personaje bello, valiente, fascinante, satánico, y otros elementos secundarios como desafiante y pendenciero. Todos ellos tomados de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. Sin embargo, en Zorrilla prima más la condición de jugador que de burlador. Esta diferencia

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