El Siglo XVII: Transformación Cultural y Auge Científico en Europa

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Contexto Histórico y Cultural

La Edad Moderna se considera el fin de la Edad Media, una distinción que se basa en periodizaciones históricas a priori que, en ocasiones, condicionan la interpretación de los hechos. Términos como escolástica, humanismo o absolutismo, asociados a la Reforma y Contrarreforma, y al Renacimiento, deben ser utilizados con cautela, evitando visiones unilaterales e idealizadas, así como errores cronológicos.

En el siglo XVII, la cultura se transmitía fundamentalmente de forma oral o visual, con escaso interés por la alfabetización. La población se centraba en labores técnicas o profesionales, relegando la lectura y escritura a los monasterios. Sin embargo, este siglo vio el auge de publicaciones políticas y periódicos, opúsculos de propaganda y el nacimiento de la literatura popular impresa. Las universidades, ancladas en la línea escolástica, no lograron adaptarse completamente a este auge cultural. En contraste, en Florencia surgieron escuelas laicas con ideas más innovadoras, atrayendo gran inmigración académica y convirtiendo a Italia en un centro de desarrollo cultural y científico.

La influencia católica de España e Italia sobre Francia se manifestó en la fundación de congregaciones como Saint-Maur y la Benedictina. La Contrarreforma, extendida por Europa durante el siglo XVII, otorgó mayor poder a los laicos en respuesta al auge del protestantismo, que cuestionaba las funciones sacerdotales. A diferencia de los católicos, los calvinistas llevaron a cabo una labor misionera más tímida. Los protestantes abogaban por la separación Iglesia-Estado, mientras que la Iglesia Católica imponía penas como la muerte y la confiscación de bienes a los protestantes. Los calvinistas, por su parte, defendían el control civil de la vida religiosa.

Las escuelas protestantes promovieron el liberalismo religioso, con figuras como John Locke, cuyo discurso naturalista postulaba una influencia divina inherente a la naturaleza humana, con principios universalizantes e irrenunciables, extendiéndose incluso a la libertad de comercio.

Auge Científico y Filosófico

Los importantes descubrimientos geográficos del siglo XV incentivaron el afán por el conocimiento. La física, estancada en concepciones aristotélicas y antropomórficas que consideraban la Tierra un cuerpo inmóvil en el centro del universo, no experimentó grandes avances, al igual que la mecánica y la química, hasta el siglo XVI. En este siglo, Italia destacó por el énfasis en las máquinas, que permitían un trabajo más económico y rápido, utilizando fuerza motriz humana, animal, agua y viento.

Los descubrimientos de Newton, como la ley de la gravedad, marcaron el triunfo del mecanicismo, con un mundo físico supeditado a fuerzas naturales explicables matemáticamente.

Arte, Música y Arquitectura

En el siglo XVII, el arte continuó las tendencias «renacentistas» de los siglos XV y XVI, centrándose en la representación de las emociones y la vida cotidiana. La música alcanzó su pináculo creativo, con énfasis en la interpretación monódica, cantada por una sola voz, rompiendo con el valor del coro de siglos pasados y dando origen a la música clásica. La arquitectura se caracterizó por líneas rectilíneas y largas, con gran énfasis en la perspectiva y plazas anchas y regulares, un estilo que se consolidaría en el siglo XVIII.

Política en Europa

En el ámbito político, los soberanos europeos comenzaron a priorizar los intereses nacionales sobre los personales, iniciando una política de potencias que se extendería hasta el siglo XX.

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