Siembra y Cosecha Espiritual: Reflexiones Bíblicas sobre la Generosidad y el Pecado

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Reflexiones sobre la Siembra y la Cosecha en la Vida Espiritual

Gálatas 6:7-8: La Ley de la Siembra y la Cosecha

7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

Ciertamente, hermanos, sería sorprendente si plantáramos maíz y brotaran calabazas. Es una ley de la vida, tanto espiritual como física, que uno cosecha lo que siembra. Si uno chismea de sus amigos y hermanos, pierde la confianza; cada acción tiene un resultado. Si usted planta para sus propios deseos, cosecha lamento y maldad; si planta para Dios, cosechará gozo y vida eterna. ¿Qué tipo de semilla estamos sembrando?

2 Corintios 9:6-7: La Generosidad y la Cosecha

2 Corintios 9:6-7 lo explica claramente:

6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Las personas pueden dudar en dar generosamente a Dios si temen no tener lo necesario para satisfacer sus propias necesidades. Pablo les recuerda que Dios es capaz de suplir todas sus necesidades. La persona que da poco recibirá poco en recompensa. No permita que la falta de fe le impida dar libre y generosamente. Es importante, hermanos, tener siempre presente la generosidad.

Ezequiel 16:49: Los Pecados de Sodoma y la Indiferencia

49 He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.

Es muy fácil señalar con el dedo a Sodoma, especialmente por sus terribles pecados sexuales. Ezequiel recordó a Judá que, sin embargo, a Sodoma la destruyeron por su soberbia, ociosidad, glotonería y por olvidar al necesitado que estaba a su alcance. Es fácil ser selectivo en los pecados que consideramos groseros. Si no cometemos esos pecados tan horribles como adulterio, homosexualidad, robo o asesinato, podemos pensar que vivimos con rectitud. No obstante, ¿qué pasa con pecados tales como soberbia, ociosidad, glotonería o indiferencia ante los necesitados? Quizás estos pecados no sean tan estremecedores como los otros, pero Dios también los prohíbe.

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