Sexenio Revolucionario: Auge y Caída de un Ideal Democrático (1868-1874)
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El Sexenio Revolucionario (1868-1874)
En 1866, progresistas, demócratas y unionistas se unieron y firmaron el **Pacto de Ostende** con el objetivo de derrocar el reinado de Isabel II. El pronunciamiento de Topete en 1868 desencadenó la **Gloriosa Revolución**. El 29 de septiembre, el poder fue entregado a una Junta Revolucionaria que promovía la libertad política, la secularización del Estado, la reforma de la Hacienda, la libertad económica y el rechazo a la dinastía borbónica. El 3 de octubre, Serrano formó un gobierno provisional.
Formación del Gobierno Provisional y Medidas Iniciales
El gobierno provisional adoptó medidas para controlar la revolución, incluyendo la disolución de las juntas, la reorganización de la Milicia Nacional y la disciplina del ejército. También se atendieron peticiones populares mediante decretos de libertad de enseñanza e imprenta, la emancipación de esclavos y la supresión de impuestos. El 25 de octubre se publicó un manifiesto con reformas que incluían el sufragio universal, la creación de la peseta, la libertad religiosa, la ley de minas y un arancel librecambista.
La Constitución de 1869
Las Cortes elaboraron la **Constitución de 1869**, que establecía la soberanía nacional popular, la división de poderes, regulaba los derechos individuales, instauraba el sufragio universal y un sistema bicameral. El poder del rey dependía de la soberanía nacional.
La Monarquía de Amadeo de Saboya
La monarquía de Amadeo de Saboya provocó la oposición republicana. Serrano fue nombrado regente y Prim jefe de gobierno. Surgieron problemas internos como la Guerra de Cuba, la oposición de los alfonsinos y carlistas, el Pacto de Tortosa y el descontento de las capas rurales y urbanas. A esto se sumó la elección de Amadeo de Saboya como rey. Tras el asesinato de Prim en 1870, Amadeo I juró la Constitución en 1871, enfrentándose al menosprecio y a diversos problemas como la división interna de los partidos, la agitación sociopolítica y el miedo a una revolución proletaria.
Problemas Adicionales y la Abdicación de Amadeo I
A estos problemas se unieron la Guerra de Cuba (donde se buscaba mantener la esclavitud, culminando en la Paz de Zanjón) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), que resultó en el Convenio de Amorebieta y la creación de un estado carlista en el norte. La ideología carlista arraigó en el mundo rural, caracterizada por un intenso catolicismo y la defensa de los fueros. La persistencia del carlismo se debió a la resistencia del campesinado a la penetración de formas de producción capitalistas modernas, la resistencia territorial foral al centralismo liberal y la reacción a la secularización en España. Además, existía malestar en el ejército debido a la imposición del poder civil sobre el militar. Amadeo I renunció al trono en 1873, marcando el fracaso de la monarquía democrática. El Congreso y el Senado asumieron los poderes y proclamaron la República.
La Primera República Española
La última etapa del Sexenio Democrático fue la **Primera República Española**. Proclamada en febrero de 1873, terminó con el golpe de Estado de enero de 1874. Las Cortes votaron a favor de la proclamación de la República el 11 de febrero, siendo Estanislao Figueras su primer presidente. La República enfrentó escasas posibilidades de éxito y aislamiento internacional (solo reconocida por Estados Unidos y Suiza). Los federales constituyeron juntas revolucionarias, especialmente en Andalucía, donde se promovió un movimiento insurrecto para el reparto de tierras, además de la movilización del movimiento obrero católico. Tras la disolución de las juntas y la represión de las revueltas, se convocaron elecciones, ganadas por los republicanos (con una alta abstención). El 7 de junio se proclamó la República Democrática Federal, con Pi y Margall como presidente, quien intentó implementar reformas (secularización, independencia de las colonias, disciplina del ejército), que no se concretaron. La Constitución non nata de 1873, basada en la de 1869, estructuraba el Estado en estados, incluyendo Cuba, con el poder emanando del municipio, el estado regional y el federal, resultando en un Estado no centralizado.
Desafíos y Fin de la República
La República enfrentó graves problemas como la insurrección carlista (en el norte católico, Teruel y Cuenca), la Guerra de Cuba (intentando una solución) y el cantonalismo (cuyo objetivo era establecer una federación de cantones independientes, decepcionados con la República). Pi y Margall reprimió la revuelta por las armas, Salmerón continuó la acción militar contra el movimiento cantonal, dimitiendo posteriormente. Castelar asumió la presidencia, obteniendo plenos poderes para reorganizar el ejército. En septiembre de 1873, la República dio un vuelco conservador, con un gobierno autoritario. Una moción de censura llevó a la necesidad de formar un nuevo gobierno.
El Golpe de Estado de Pavía y la Restauración Borbónica
En 1874, ante la necesidad de formar un nuevo gobierno tras la derrota del gobierno de Castelar, el general Pavía disolvió la República. El poder pasó a unionistas y progresistas, pero la base social deseaba la vuelta de Alfonso XII. Se formó un gobierno provisional. El **Manifiesto de Sandhurst**, redactado por Cánovas del Castillo y firmado por Alfonso XII el 1 de diciembre de 1874, junto con el pronunciamiento de Sagunto preparado por Martínez Campos, condujeron a la proclamación de Alfonso XII y el inicio de la Restauración Borbónica, con Cánovas encargado de establecer la hegemonía política.