La Sensibilidad Social y el Jugador Asimétrico: Una Perspectiva de Martuccelli

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Martuccelli nos dice que hoy nos enfrentamos a la expansión de una nueva sensibilidad social, una sensibilidad que nos hace cada vez más referentes a las experiencias propias, tanto en lo social como en el sentido que el individuo le da a esta. Esta comprensión, desde una perspectiva sociológica, lo que mueve a los individuos son las vivencias particulares, las cuales conllevan a retos compartidos hacia objetivos comunes, los cuales se encuentran condicionados por una estructura social y el contexto en el cual estos se encuentran.

El Jugador Asimétrico

A continuación, se explicará uno de los perfiles de Martuccelli; el elegido será el “jugador asimétrico” (esto estará igual de redactado que Margarita Zamorano, ya que ha sido el texto que nos ha tocado exponer). La individuación, para que se puedan ver los modos de individuación, es a través de los lazos sociales y el poder indicativo, incorporándose también las habilidades propiamente interactivas.

El Sentido Gregario y las Habilidades Teatrales

Los individuos poseen un sentido gregario que está presente en todo ser humano, el cual toma formas culturales diferentes según los contextos. En los análisis sociológicos, toma un papel importante las capacidades propiamente escénicas del actor, como por ejemplo las maneras en que defiende su honor. Es por ello que son las habilidades teatrales de los individuos las que juegan los papeles sociales, lo cual, en la tradición occidental, ha conducido a focalizar la mirada en torno al problema de la sinceridad y la autenticidad en las interacciones humanas.

El Individuo como Estándar y Excepción

El individuo como estándar y como excepción nos habla de una focalización desde la mirada del ritual interactivo, que tiene como principal consecuencia que la representación del individuo sea abiertamente moral, ya que exige que los individuos coincidan normativamente con lo que hacen. Esto quiere decir que, al desempeñarse socialmente, adhieran moralmente a lo que sus roles sociales demanden de ellos. Desde el funcionalismo, la personalidad se superpone con el rol, y se le otorga importancia a la socialización en la representación del individuo, a la cual las maneras en las cuales cada individuo interioriza los valores y las normas de una sociedad.

Dimensión Moral y Consuetudinaria

Aparte de lo moral, se puede inferir que posee un sentido consuetudinario, en donde lo importante ya no es la motivación profunda (autenticidad o sinceridad), sino más bien las maneras afectivas en donde las interacciones podrían respetar o no los códigos ceremoniales. Debido a que las imitaciones y repeticiones son vividas como valores, estas priman sobre el individuo.

La Hipocresía y el Actor

Se puede decir que, en cuanto a la dimensión moral, a pesar de que sea una defensa de la etiqueta y del ritual, no subyace a la hipocresía, el cinismo o el disimulo, lo cual corresponde a un conjunto de estrategias del actor. Un ejemplo podría ser la religión, ya que nos dice que los que asisten a las ceremonias lo hacen menos animados debido a convicciones de la costumbre. Es por ello que se puede decir que el actor se adhiere moralmente o se pliega ritualmente, y en estos dos casos, la conducta es condicionada por un imperativo colectivo, un ejemplo de ellos es la necesidad de respetar los compromisos sociales, ya que el sujeto es concebido como un sujeto moral, ya sea porque aplica o sigue las normas instituidas o porque ciñe a los protocolos ritualizados.

La Individualidad y el Ritual

Aunque este individuo es capaz de tener acciones personales, no deja de lado el orden y el registro de las relaciones que se definan independientemente de él. La individualidad no aparece porque el actor se ciña a un ritual, sino porque lo subvierte; por ejemplo, la experiencia del norte es diferente a la de los individuos en el sur.

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