El ultimo trabajo del señor luna
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Muriel quería ser profesora. Iba en un autobús repleto de gente y solían pasar por muchos pueblos y ella quería que alguno de ellos fuera Beirechea, su destino, pero no era así. Cuando llegaron allí, la chiquilla no se dio cuenta y se quedó sentada en su asiento y le tuvieron que avisar de que habían llegado.
Cuando se bajó de autobús se encontró con un señor y le pregunto a ver si era ella la profesora que estaban esperando y ella respondíó que sí.
Cuando llegaron al colegio, le dio mucha pena porque había ratas por el suelo comiendo veneno.
Pello le dijo a su hija que le acompañara a la habitación de la joven profesora. La acababan de limpiar.
Salíó al balcón y vio una moto que se acercaba. El de la moto era el cura y al verla se rió de ella.
Después se encontró con un hombre que no conocía y le hizo perder toda la tarde diciéndole que hacía diez y siete años que no se limpiaba la clase.
Ana María y su hermano le ayudaron a Muriel a limpiar todo el colegio y quedó como nuevo.
Llegó el primer día de clase y faltaban las dos de Iparraguirre y una niña de siete años que nadie conocía. La maestra y Don José Mari ya se llevaban mejor.
Muriel llevaba mes y medio en Beirechea y su intención era quedarse un mes, pero algo le hizo cambiar. Y pensó quedarse hasta la Navidad.
Pasaron los días y la joven parecía estar más guapa. Gracias al amor que le daba Dios empezó a volcarse más en los niños.
Había niños que mostraban interés pero había otros que decían que iban a la escuela para no ser un estorbo ni molestar a sus padres.
Muriel, desesperada, acudíó a donde el cura y le explicó la reacción que tenían los niños. Él parecía no prestarle mucha atención y le decía que en el campo se hacían mejor las tablas.
El 4 de Diciembre cayó la primera nevada. En el colegio había que poner la estufa cada mañana.
El 8 de Enero volvíó a abrir la escuela. Era la época de la gripe y faltaban muchos niños a clase y cómo no, Marta Arive. Fue a preguntarle al cura, pero estaba fuera y el alcalde tenía gripe.
Cogíó su bicicleta y fue hasta casa de los Arive. Era una casa espléndida. AL otro lado de la casa había un hombre, y Muriel le preguntó si su hija, Marta Arive, estaba escolarizada. Pero él le dijo que era soltero y que no tenía ninguna hija.
Muriel hizo una biblioteca en su clase y a los niños les encantaban los libros de miedo.
Teresa fue bibliotecaria porque leía muchos libros y además muy rápido.
Muriel decidíó pasar la semana Santa en su casa y alrededor de su familia.
Cuando iba hacia su casa, en la parada de Pamplona estaban su hermana y su novio esperándole.
Cuando tubo que volver a Beirechea casi pierde el autobús, pero como el conductor le conocía le esperó a que subiera.
Al llegar a Beirechea todos le acogieron muy bien.
Llegaron su hermana Sylvia y su novio Carlos a Beirechea y le dijeron que habían encontrado una escuela en Pamplona y que se fuera allí, pero Muriel se encontraba muy a gusto allí y no podía dejar a sus alumnos.