Semiótica de la Expresión: Topología de Atractores Mediales y la Imagen en Sí

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Topología General de los Atractores Expresivos

A partir de la diferencia hjelmsleviana entre sustancia expresiva y soporte operativo, podemos por fin reconstruir una cartografía de las praxis mediales que corrija la dualidad verbal/visual.

Podemos definir así (aunque hemos venido nombrándolos una y otra vez) cuatro grandes formas y ámbitos:

  • Las «PALABRAS» de lo verbal (léxico-literario);
  • Las «IMÁGENES» de lo visual (plástico-pictórico);
  • Los «SONIDOS» de lo aural (mélico-melódico); y
  • Los «CUERPOS» de lo corporal (háptico-escénico).

Estos “atractores” o campos de fuerzas no son lugares cerrados y autónomos, ni una tipología donde encajar artes, medios o espectáculos. Son –para el doble eje formado por el Occidente y la Modernidad– potencias abiertas y heterónomas: una topología dinámica (según momentos y lugares) de ámbitos expresivos en los que se definen los diversos medios (sean “puros” o “mixtos”) a partir de su especificidad textual y social.

La Doble Heterogeneidad de los Lenguajes

La tipología de los atractores expresivos nos permite así resolver la verdadera doble heterogeneidad que se esconde detrás de los debates sobre “(in)especificidades” o “(in)existencias” de medios.

Combinación de Sustancias Expresivas (Verbocentrismo)

Por un lado, en la posible combinación de diversas sustancias expresivas (léxica, plástica, mélica, proxémica) y el dominio otorgado entre ellas a la sustancia expresiva de las palabras (diálogos, voces, cantos… créditos, rótulos, carteles, escritos…) en el llamado voco- o verbocentrismo (Derrida, Chion): las palabras se imponen al resto de imágenes y sonidos en tanto medios de expresión.

Remisión a la Sustancia del Contenido (Verbomorfismo)

Por otro lado, en la remisión de toda sustancia de la expresión (léxica, plástica, mélica, proxémica) a la única sustancia del contenido (semántica), en la audiovisión –aparentemente obligada, de todo texto– como lectura de un significado (la historia, el argumento, la trama, el mensaje): el llamado logo- o verbomorfismo (Cohen-Seat): la palabra (semántica) se impone a todo medio de expresión.

La Definición de la «Imagen en Sí»

El crack del 1900 permite finalmente comprender la «imagen» y lo «visual/imaginal» en un sentido restringido y estricto, pocas veces explicitado debido al lastre de la tradición historiográfico-artística.

Cabe, pues, definir la imagen como: «una producción semiotécnica que informa y modela una configuración icónico-plástica sobre una superficie soporte a partir de una experiencia psíquica».

La primera consecuencia de esta definición es que no depende de otra cosa que no sea la imagen en sí misma, la imagen como expresión. Esta definición implica dos negaciones fundamentales:

  • No hace depender la imagen de ser una «representación de» cualquier tipo de referente (visible, audible, tangible… cognoscible) ni de las relaciones posibles de la representación (el signo) con lo representado (el referente).
  • No hace depender la imagen de ser una «comunicación para» cualquier tipo de agentes o funciones según usos y fines en sus diversos ámbitos: el arte, la información, la propaganda, la enseñanza, el entretenimiento…

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