El Segundo Sexo: La Construcción Social de la Mujer

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Cuando al comienzo del II tomo de El Segundo Sexo, Beauvoir afirma que no se nace mujer: se llega a serlo, está expresando la continuación del pensamiento ilustrado. Ciertamente, uno de los empeños más obsesivos del siglo XVIII fue el reconocimiento del individuo como ciudadano, al margen de las consideraciones que tuvieran que ver con su linaje.

La Ciudadanía y la Naturaleza

Los partidarios de negar la ciudadanía a las mujeres argumentaban que el sexo biológico pertenecía al ámbito de la naturaleza, por lo que resultaría antinatural tratar como igual lo que se ha estipulado como diferente. El contraargumento por parte de las mujeres era obvio: el sexo, en cuanto que se nace con él y no se elige, debería ser considerado una circunstancia irrelevante a la hora de reconocer o no cualquier estatuto jurídico.

La Liberación Femenina y la Existencia Auténtica

En el caso de Kant, que representa la Ilustración, encontramos la necesidad de superar la minoría de edad de la razón, presa de una razón que le impide liberarse. En el caso de Beauvoir, la necesidad estriba en que la mujer supere la situación de alteridad que le impide realizarse como existente y reconocerse. Para Beauvoir, la liberación de la mujer pasa por un acto de valentía que, en términos existencialistas, se entiende como la apropiación valiente de la libertad. La existencia auténtica se define por el reconocimiento de nuestra existencia como pura libertad y proyecto. Por lo que no asumirlo nos sitúa en el plano inauténtico de la existencia. Beauvoir, fiel al lenguaje existencialista, denomina a esta situación mala fe. Es evidente que no en todos los casos podemos hablar de mala fe: no vive la misma situación una mujer en un harén que una votante europea, dice Beauvoir. El reconocimiento de la diversidad de situaciones nos permite establecer una jerarquía de situaciones.

La Perpetuación de la Inferioridad Femenina

El problema que plantea el texto es: ¿de dónde vienen estas cosas? Beauvoir nos presenta una serie de feministas varones, como Poulain o Montaigne, de los cuales dice, al final del fragmento, que estos filósofos, desgraciadamente, son una mera excepción. Así, el hecho de que el mundo haya pertenecido a los hombres se debe a que ellos han elaborado las leyes favoreciendo a su sexo y se han empeñado en querer demostrar que la situación de inferioridad de la mujer era lo mejor. Y lo mismo ocurrió con las religiones: forjadas por hombres que, en mitos y leyendas, mostraban la imagen de la mujer como algo estúpido y dañino. Y la filosofía, y la literatura... "al hombre siempre le ha sido más fácil acusar a la mujer que excusarse a sí mismo".

La Reciprocidad y el Orgullo Masculino

Cuando se dice 'demasiados hombres lo desean', se está constatando que muchos hombres no están dispuestos, no desean, tratar a la mujer con reciprocidad, tratarla como sujeto. Otra de las ideas del texto es que el hombre está orgulloso de ser hombre; es como una especie de orgullo natural que provoca que hasta el más torpe y mediocre mire a la mujer con superioridad y se crea un semidiós. C.M. afirma que toda mujer que tenga una idea brillante es porque la ha copiado de los hombres. A lo que Beauvoir contesta que tal estupidez puede esconder que las escasas ideas de C.M. no sean propias.

Complejo de Inferioridad y la Agresividad Masculina

Existe un grupo de hombres que se enfrentan a la mujer de manera agresiva, mostrando su virilidad, arrogancia y prepotencia. Beauvoir afirma que esta actitud pretende esconder un complejo de inferioridad. Esas personas que se sienten inferiores necesitan afirmarse y se muestran más violentas y superiores ante los débiles (mujeres). Existe otro grupo de hombres que no tienen ningún complejo de inferioridad con respecto a su hombría y tratan a la mujer de igual a igual, pero es una igualdad abstracta, no una igualdad concreta.

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