Segunda República Española: Reformas, Desafíos y Contexto Político (1931-1936)

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Proclamación de la Segunda República Española

Tras la caída de Miguel Primo de Rivera, Alfonso XIII ordenó formar gobierno al general Dámaso Berenguer. El almirante Juan Bautista Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas elecciones se saldaron con la victoria de los republicanos, que habían firmado el Pacto de San Sebastián. Finalmente, el 14 de abril se proclamó la Segunda República Española. Los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián formaron un gobierno provisional presidido por el republicano conservador Niceto Alcalá-Zamora.

Primeras medidas del gobierno provisional

El gobierno provisional estableció dos prioridades:

  • Convocar elecciones a Cortes Constituyentes.
  • Iniciar aquellas reformas que se consideraban más urgentes.

El gobierno tuvo que hacer frente a diversos problemas de orden público. Uno de los más notorios se derivó del choque con el cardenal primado y arzobispo de Toledo, Pedro Segura. Este prelado protagonizó una polémica pastoral que fue interpretada por los sectores republicanos e izquierdistas como un ataque a la nueva República. Se formó así un gobierno de coalición entre republicanos y socialistas presidido por Manuel Azaña, con Alcalá-Zamora como presidente de la República.

La Constitución de 1931

La principal tarea del Parlamento que surgió de las elecciones de junio fue redactar una nueva Constitución, cuyos principales rasgos fueron:

  • El reconocimiento de amplias libertades y derechos, como la libertad de culto, de expresión, reunión y asociación, de residencia y circulación; la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia; y el derecho al divorcio.
  • Una nueva forma de Estado: la República.
  • Un Estado laico, donde se declaró la inexistencia de una religión oficial y se retiró el apoyo económico a la Iglesia Católica.
  • La división de poderes:
    • El poder legislativo residía en las Cortes.
    • El poder ejecutivo residía en el gobierno.
    • El poder judicial residía en tribunales y jueces independientes.
  • Además, surgía el Tribunal de Garantías Constitucionales.

Reformas del Bienio Reformista (1931-1933)

Reforma militar

El sistema de ascenso en el ejército español era por méritos de guerra. Para poner solución a este problema y consciente de la necesidad de transformar y modernizar el ejército, se promulgó la Ley del retiro de la oficialidad, que impulsó el paso a la reserva con el sueldo íntegro de los oficiales que lo desearan. Se cerró temporalmente la Academia Militar de Zaragoza y se creó la Guardia de Asalto, una nueva fuerza de orden público fiel al régimen republicano.

Reforma agraria

La mitad de la población trabajadora en España era campesina, y la mayor parte eran jornaleros. Sus penosas condiciones se derivaban del desigual reparto de la tierra. En un primer momento, el Gobierno aprobó una serie de decretos que buscaban fijar la jornada laboral en el campo en ocho horas, establecer salarios mínimos y obligar a los propietarios de tierras a cultivar todas aquellas que fueran aptas. Ante los escasos resultados de las medidas anteriores, se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de los grandes de España y la apropiación con indemnización de otras propiedades agrícolas. Además, se creó el Instituto de Reforma Agraria.

Reforma religiosa

Uno de los principales ejes de acción social del gobierno reformista fue limitar la influencia de la Iglesia Católica. El gobierno fue especialmente activo en su acción contra las órdenes religiosas: se les prohibió la dedicación a la enseñanza, se les limitó la posesión de bienes y se procedió a la expulsión de los jesuitas. También se impulsó el matrimonio civil.

Reforma territorial

La Constitución de 1931 abría la puerta a la descentralización del Estado, puesto que reconocía la posibilidad de que las regiones con sentimientos nacionalistas elaborasen un estatuto de autonomía para asumir determinadas competencias. Esto se aplicó en Cataluña, el País Vasco y Navarra, Galicia y Andalucía.

Reforma educativa

El gobierno republicano se preocupó desde el principio de las cuestiones educativas, teniendo como objetivo establecer una enseñanza liberal, laica y extendida a todos los sectores sociales. Entre las medidas educativas llevadas a cabo destacan el aumento del presupuesto para educación, la creación de miles de plazas de maestros, la construcción de nuevas escuelas de educación primaria y el fomento de la escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. También se destaca el proyecto de las Misiones Pedagógicas, formadas por grupos de estudiantes, profesores e intelectuales que llevaron al mundo rural actividades culturales, bibliotecas ambulantes, cine y grupos de teatro como La Barraca, dirigido por el poeta y dramaturgo Federico García Lorca.

Reformas laborales

Las malas condiciones laborales de la clase obrera y campesina llevaron al Ministerio de Trabajo a realizar una serie de reformas de gran trascendencia, como el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas en el campo, un salario mínimo agrícola fijo, la creación de jurados mixtos para arbitrar en caso de desacuerdo, la semana laboral de cuarenta horas y la Ley de Términos Municipales, que trataba de evitar la contratación de trabajadores de otras localidades.

El Bienio Conservador (1933-1936)

El primer gobierno republicano encontró desde los primeros momentos enormes dificultades para abordar su proyecto reformista. Al mismo tiempo, los grupos monárquicos fueron mejorando su organización a medida que la inactividad se apoderaba del régimen. El golpe de Estado del general Sanjurjo fue un buen aviso de esta oposición de derechas radicalizada. Pero el golpe de gracia llegó por la conflictividad social. La lentitud y la escasa profundidad de la aplicación de las reformas produjo un clima de desafección en el seno de muchos sectores sociales partidarios del gobierno. Los jornaleros sufrieron particularmente en este contexto, y en el campo fueron en aumento los altercados y las ocupaciones de tierras ante la impaciencia del campesinado. De los sucesos ocurridos destacan los de Casas Viejas y Castilblanco. El presidente Alcalá-Zamora destituyó a Azaña y se convocaron elecciones anticipadas para noviembre.

Las fuerzas de izquierdas se presentaron divididas, mientras que la derecha se había agrupado alrededor de la CEDA, encabezada por José María Gil Robles. Las dos grandes fuerzas vencedoras de las elecciones fueron la CEDA y el Partido Radical de Alejandro Lerroux, que se convirtió en presidente del gobierno. El primer paso lógico fue un proceso de paralización de las reformas del anterior gobierno que consideraron peligrosas. Cuando se anunció la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno, los socialistas convocaron una huelga general. En Asturias, los mineros se alzaron en armas contra el gobierno y la insurrección fue reprimida con muchísima dureza. La impopularidad del gobierno, debido al freno a las reformas del primer bienio y a la desmedida represión de los sucesos de octubre, aumentó considerablemente. Se nombró jefe de Estado Mayor a Francisco Franco. A todo lo anterior se añadió la grave crisis en la que entró el gobierno debido a varios casos de corrupción, como el caso del estraperlo y la malversación de fondos públicos en una compañía naviera de la colonia de Guinea Ecuatorial, llamado caso Nombela. Se convocaron elecciones anticipadas para febrero de 1936.

El Frente Popular (1936)

Las elecciones del 16 de febrero de 1936 se celebraron en un ambiente de fuerte polarización social. Las fuerzas de izquierdas integraron el Frente Popular. Las fuerzas de derechas se agruparon en torno a distintas coaliciones formadas por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas. La campaña electoral fue muy virulenta y el resultado se saldó con la victoria del Frente Popular. Pese a los intentos de desestabilizar la formación de gobierno de Gil Robles y Franco, Alcalá-Zamora eligió a Manuel Azaña como nuevo presidente del Gobierno. De acuerdo con lo establecido en el programa del Frente Popular, este gobierno solo estuvo compuesto por republicanos.

En este clima de tensión, se presentó una moción para destituir al Presidente de la República. El gobierno decretó la amnistía para los encarcelados por la Revolución de Octubre de 1934, obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos y se reanudó el proyecto reformista. La violencia callejera aumentó progresivamente, al tiempo que lo hacían los grupos contrarios a la República. En la primavera de 1936, el general Emilio Mola comenzó a coordinar en secreto un pronunciamiento militar. El gobierno detectó pronto los rumores de conspiración, por lo que decidió trasladar a los generales más peligrosos: Mola fue destinado a Navarra y Franco a Canarias.

El inicio de la Guerra Civil

En medio de esta tensión, el 13 de julio fue asesinado José Calvo Sotelo, destacado político católico, por miembros de la Guardia de Asalto. El asesinato se produjo en venganza por el asesinato de un compañero de estos, el teniente José Castillo, a manos de unos falangistas. La muerte del dirigente derechista aceleró los planes de los golpistas, y la sublevación se inició el 17 de julio de 1936 en Melilla, extendiéndose el 18 al resto de la Península. Comenzaba así una cruenta guerra civil que duraría casi tres años.

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