La Segunda República Española: Crisis, Conflictividad Social y el Camino a la Guerra Civil (1933-1936)

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La Segunda República Española: Crisis y Conflictividad (1933-1936)

La Reorganización de la Derecha y la Crisis del Gobierno Republicano

Las reformas republicanas y la conflictividad social generaron un profundo descontento entre los opositores al gobierno. El centro-derecha se articuló en torno al Partido Radical de Alejandro Lerroux, que contó con el apoyo de empresarios, comerciantes y propietarios agrícolas, contrarios al carácter izquierdista de la República. A comienzos de marzo de 1933, el diputado José María Gil Robles, junto a otros representantes de la derecha española, organizó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Esta organización defendía la religión y la propiedad, y su objetivo principal era modificar la Constitución republicana. Paralelamente, los monárquicos constituyeron Renovación Española, liderada por José Calvo Sotelo y Antonio Goicoechea. Por su parte, José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española, un movimiento inspirado en el fascismo europeo y defensor de un nacionalismo español exacerbado.

Elecciones de 1933 y el Gobierno de Centro-Derecha

A mediados de 1933, la relación entre socialistas y republicanos de izquierda se había deteriorado significativamente, dificultando enormemente su colaboración. El desgaste del gobierno y la falta de apoyo provocaron la dimisión de Azaña. El presidente de la República, Alcalá-Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones generales para noviembre de 1933. Estas elecciones fueron históricas, ya que por primera vez las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto. Una de las primeras diputadas fue Clara Campoamor, figura clave en la lucha por el sufragio femenino. Los resultados electorales supusieron un giro a la derecha: la derecha obtuvo 204 diputados, mientras que la izquierda solo consiguió 94, de los cuales 64 eran socialistas. Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, encargó la formación de gobierno al radical Alejandro Lerroux. Este nuevo gobierno de centro-derecha, liderado por el Partido Radical y apoyado por la CEDA (que inicialmente no formó parte del ejecutivo), frenó las reformas del bienio progresista y amnistió a los sublevados de la "sanjurjada".

La protesta contra estas medidas provocó la dimisión de Lerroux, quien fue sustituido por el también radical Ricardo Samper. El nuevo gobierno tuvo que enfrentarse a una huelga anarquista en Zaragoza y a una huelga general en el campo español en junio. La conflictividad social se incrementó debido a las huelgas y la represión gubernamental, acciones que contaron con el apoyo del PSOE. La inestabilidad política, marcada por la caída de sucesivos gobiernos radicales, y la progresiva radicalización política de líderes tanto de derecha como de izquierda, caracterizaron este periodo.

La Revolución de Octubre de 1934

A comienzos de octubre, la exigencia de Gil Robles de participar en el gobierno desencadenó una crisis gubernamental. La crisis se resolvió con el regreso de Lerroux y la inclusión de tres ministros de la CEDA en el nuevo ejecutivo. Este hecho, sumado a la política represiva del gobierno, el malestar social y el ascenso de Adolf Hitler en Alemania, fue percibido por la izquierda obrera como una amenaza directa a la República. Los socialistas, a través de la UGT, activaron planes de insurrección y el 5 de octubre se declaró una huelga general revolucionaria, que tuvo una incidencia desigual en el territorio español. La participación anarquista fue escasa, salvo en dos zonas clave:

  • Asturias: La huelga general se transformó en una auténtica revolución social. La UGT y la CNT constituyeron la Alianza Obrera, con un programa revolucionario elaborado por Indalecio Prieto. Desde la cuenca minera, los revolucionarios ocuparon Oviedo y gran parte del Principado. Los comités obreros organizaron los abastecimientos y los servicios médicos en la zona ocupada, pero también se multiplicaron los actos de violencia. El Gobierno designó al general Francisco Franco para sofocar la revolución. La represión posterior fue durísima.
  • Cataluña: La revuelta tuvo un carácter más político que en Asturias. El presidente de la Generalitat, Lluís Companys, sucesor de Francesc Macià, temiendo que el gobierno central suspendiera el Estatuto de Autonomía, proclamó la República Catalana dentro de la República Federal Española, coincidiendo con una huelga general. Sin embargo, esta acción no contó con el apoyo obrero necesario, y la rebelión fue rápidamente sofocada por el gobierno. Como consecuencia, el Estatuto de Autonomía de Cataluña fue suspendido y la Generalitat pasó a ser gobernada por un gobernador general designado por el gobierno central.

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