La Segunda República Española: Del Bienio Negro a la Ruptura de 1936

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Contexto Histórico: El Fin de la Monarquía y la Proclamación de la II República

Tras el exilio de Alfonso XIII, quien comunicó mediante un manifiesto que abandonaba el trono, la II República Española fue proclamada el 14 de abril de 1931. El periodo inicial, conocido como el Bienio Reformista, comenzó formalmente el 15 de diciembre de 1931, tras la aprobación de la Constitución. Este fue el periodo más activo de la República en cuanto a reformas sociales y políticas.

El Bienio Radical-Cedista (1933-1935): El Giro Conservador

En septiembre de 1933, una serie de circunstancias provocaron la ruptura de la coalición republicana que había sostenido el Pacto de San Sebastián. El PSOE rompió con Manuel Azaña y los anarquistas se distanciaron de la política institucional. Azaña presentó su dimisión y Niceto Alcalá Zamora convocó elecciones para noviembre de 1933. Es importante destacar que en estos comicios las mujeres ejercieron su derecho al voto por primera vez.

La victoria fue para una coalición de derechas, favorecida por la disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista. Alejandro Lerroux asumió la jefatura del gobierno, dando inicio al Bienio Radical-Cedista (a menudo denominado Bienio Negro).

Las Contrarreformas y la Tensión Política

Los primeros nueve meses del nuevo gobierno (hasta octubre de 1934) estuvieron marcados por la dificultad y la reversión de las políticas progresistas del bienio anterior. Las principales contrarreformas incluyeron:

  • La paralización de la Reforma Agraria.
  • Una amnistía para los militares participantes en el golpe de 1932.
  • La detención de la Reforma Militar y la colocación de militares sospechosos de ser contrarios a la República en puestos clave.
  • La paralización del Estatuto de Autonomía para el País Vasco.

La Revolución de Octubre de 1934

La incorporación de tres ministros de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) al gobierno, sumada a las contrarreformas, fue vista por la izquierda como una amenaza al sistema republicano. Esto impulsó un intento de crear una «república de los trabajadores», materializado en la Revolución de Octubre de 1934. Francisco Largo Caballero impulsó la Alianza Obrera, una coalición de todos los partidos obreros.

A nivel nacional, la revolución fue un fracaso, triunfando únicamente en Asturias, donde los comités obreros y la milicia del «ejército rojo» controlaron la región durante quince días. Este levantamiento adquirió dimensiones de guerra civil. Cuando la revolución finalizó, el país estaba profundamente dividido y los ánimos más encendidos.

En Barcelona, la insurrección tuvo un carácter independentista, dirigida por el presidente de la Generalitat. La revuelta fue reprimida y la autonomía de Cataluña quedó suspendida temporalmente.

La Polarización y el Fin del Bienio

La Revolución de Octubre provocó una fuerte polarización política. Desde la derecha radical, José Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional (proponiendo una alternativa a la República con una monarquía tradicional basada en una autoridad fuerte). La extrema derecha, que ya contaba con el Partido Carlista, creó partidos totalitarios que acabaron uniéndose en la Falange Española.

A finales de 1935, la alianza entre los radicales y la CEDA se rompió. Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para 1936.

Las Elecciones de 1936 y el Frente Popular (Febrero-Julio de 1936)

La izquierda comprendió la necesidad de presentarse unida a las elecciones, configurándose el Frente Popular (FP), que agrupaba a toda la izquierda. Su programa estaba basado en:

  1. Una amnistía para los implicados en la Revolución de Octubre.
  2. La extensión de la Reforma Agraria.
  3. La aprobación de los Estatutos de Autonomía pendientes.

La derecha, en contraste, participó dividida en las elecciones. En los comicios de febrero de 1936, el Frente Popular obtuvo la mayoría, aunque la derecha consiguió mayoría en las zonas rurales y la izquierda ganó en las grandes ciudades industriales.

La Escalada de Tensión y el Camino a la Guerra

Hasta el alzamiento de julio de 1936, la República estuvo gobernada por Manuel Azaña. Los socialistas se encontraban divididos, pues un sector quería colaborar con los partidos republicanos y otro quería llevar a cabo una revolución en alianza con la CNT (Confederación Nacional del Trabajo).

Durante estos meses, la tensión en la calle fue subiendo y los estallidos de violencia fueron frecuentes por ambos bandos. Parte del ejército inició una conspiración para acabar con la República, pues tanto una parte de la derecha como de la izquierda no aceptaban la República planteada en 1931. También en las Cortes se daban frecuentes enfrentamientos.

El Pretexto del Alzamiento Militar

La espiral de violencia alcanzó su punto crítico en julio de 1936:

  • El 12 de julio fue asesinado el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo.
  • Al día siguiente, un grupo de guardias de asalto, actuando por su cuenta, detuvo y ejecutó al líder monárquico José Calvo Sotelo.

Este asesinato fue el pretexto definitivo para el alzamiento militar. El 17 de julio se sublevó el Ejército de África en Marruecos. Aunque el gobierno no tomó medidas inmediatas, para el día 18 de julio muchas regiones peninsulares se habían sumado a la sublevación. La guerra era inevitable.

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