La Segunda República Española: Auge, Reformas y Caída (1931-1939)

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1. De la Dictadura de Primo de Rivera a la *Dictablanda* de Dámaso Berenguer

Tras el fin de la dictadura del general Primo de Rivera en 1930, la oposición a la Monarquía se extendió por mítines y manifestaciones por toda España. La desconfianza de muchos monárquicos hacia Alfonso XIII provocó un auge del republicanismo. El rey nombró dictador a Dámaso Berenguer, comenzando así la *Dictablanda*. Varios sectores republicanos se integraron en una Alianza Republicana en 1926, orientada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y por Acción Republicana (1925), dirigida por Manuel Azaña.

La izquierda republicana la ocupó el Partido Republicano Radical Socialista, fundado en 1929 por Marcelino Domingo y Álvaro Albornoz, mientras que la más conservadora fue cubierta por la Derecha Liberal Republicana, creada en 1930 por Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura.

Todos ellos formaron una coalición republicana, plasmada el 17 de agosto de 1930 en el Pacto de San Sebastián. De este pacto surgió el comité revolucionario que pretendía traer la República.

La revolución militar, organizada por el comité revolucionario, debía ser apoyada en las calles por una huelga general de las organizaciones obreras, dirigida por Fermín Galán y Ángel García Hernández. En Jaca, tras el fracaso de la revolución, los dos cabecillas fueron fusilados.

La República no traería una revolución ni el retorno a la normalidad constitucional, como proponía el gobierno de Dámaso Berenguer, que dimitió en febrero de 1931. Lo sustituyó, por nombramiento del Rey, Juan Bautista Aznar, que formó otro Gobierno fiel a la Monarquía. Este convocó elecciones municipales el 12 de abril de 1931, que los republicanos usaron a través de la propaganda, mítines e incitaciones para convertir las elecciones en un plebiscito entre Monarquía o República, y así fue.

2. La Segunda República y la Constitución de 1931

Los republicanos vencieron en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 en la mayoría de las capitales de provincia, y Aznar dimitió la noche del 13. Al día siguiente, muchos municipios proclamaron la República, y Alcalá Zamora, presidente del comité revolucionario, exigió al Rey que abandonara España.

Los miembros del comité revolucionario se convirtieron en el Gobierno provisional de la República. El 14 de abril, Alcalá Zamora, desde el balcón del Ministerio de Gobernación, proclamó la República por un mensaje de radio.

Antes de la inauguración de las Cortes Constituyentes, el Gobierno provisional puso en práctica una Ley de Reforma Militar, obra de Manuel Azaña, y una serie de decretos, obra de Francisco Largo Caballero, con el objetivo de cambiar las relaciones laborales. Este proyecto reformista simbolizaba la fe en el progreso y una transformación política y social que eliminaría la estructura caciquil y el poder del Ejército y la Iglesia.

El 28 de junio de 1931 se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes que, por primera vez en la historia de España, eran unas elecciones libres y limpias, debido a la eliminación de los pequeños distritos (caciquismo) e introducción de las listas abiertas.

Venció en las elecciones las candidaturas de la coalición republicana-socialista. Entre los diputados había intelectuales, periodistas, profesores, abogados y obreros y, por primera vez en la historia, tres mujeres: las republicanas Clara Campoamor y Victoria Kent y la socialista Margarita Nelken.

No había presencia aún de un partido fascista y el Partido Comunista, opuesto a la República burguesa, no obtuvo ningún diputado, aunque existía un movimiento anarcosindicalista.

Se aprobó la Constitución el 9 de diciembre de 1931 que:

  • Definía a España como: Art 1. "una República democrática de trabajadores de toda clase".
  • Reconocía el voto a las mujeres.
  • Declaraba la no confesionalidad del Estado.
  • Eliminaba la financiación del clero.
  • Introducía el matrimonio civil y el divorcio.
  • Prohibía las enseñanzas a las órdenes religiosas.
  • Nombraba presidente de la República a Alcalá Zamora.

Los Gobiernos de Azaña organizaron el Ejército, separaron la Iglesia del Estado e introdujeron reformas sobre:

  • Los salarios de los trabajadores.
  • La protección laboral.
  • La educación pública.
  • La distribución de la propiedad agraria.

La reforma agraria pretendía acabar con el problema de la tierra en España, es decir, con las formas de vida de miseria de los jornaleros que trabajaban en los latifundios. Por lo que querían convertir a una parte de los campesinos sin tierras en propietarios de pequeñas tierras para que sacaran el máximo beneficio.

Estas reformas fueron moderadas en la práctica y amenazadoras para quienes percibían esa amenaza, es decir, las clases viejas dirigentes, los propietarios y las gentes de orden que, desplazados del poder por el régimen republicano, se organizaron para frenar las reformas. Además, las clases trabajadoras pedían la aceleración de las reformas a través de organizaciones, protestas y movilizaciones en las calles, fábricas y campos. En esas protestas campesinas se pedía mejoras salariales, trabajo libre y acceso al uso y aprovechamiento de la tierra.

La reforma agraria falló cuando el paro aumentaba, los recursos fallaron y algunas protestas acabaron en castigos duros por parte de las Fuerzas Armadas.

A la Ley de la Defensa de la República de 1931 se sumó la Ley de Orden Público de 1933. El Gobierno provisional creó un nuevo cuerpo de policía armada para las ciudades, la Guardia de Asalto. La Guardia Civil no sabía mantener el orden sin disparar, como ocurrió en Castilblanco el 31 de diciembre de 1931, cuando los disparos de la Guardia Civil mataron a un huelguista y los campesinos atacaron a los cuatro guardias hasta matarles. La Guardia Civil se desahogó los días después con castigos mortales en varios pueblos de España, como Arnedo, y el presidente del Gobierno destituyó al general José Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, el mismo que dos meses después intentó un golpe de Estado.

La lucha por el reparto del espacio sindical y el control del trabajo disponible provocó el enfrentamiento de dos organizaciones sindicales: la UGT y la CNT.

La UGT, desde el Gobierno, con Largo Caballero al frente, ocupó un espacio cada vez más extenso en el campo de las relaciones laborales.

La CNT se lanzó a una disputa abierta para conseguir por otros medios el monopolio de la negociación laboral, a través de la acción directa.

Hubo tres intentos de pronunciamientos armados incitados por militares anarquistas con el apoyo de campesinos y obreros. Las dos primeras en enero de 1932 y 1933 contra el Gobierno de coalición de republicanos y socialistas y la tercera en diciembre de 1933, días después de que el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la derecha ganaran las elecciones. Aunque los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933 fueron lo que más repercusión tuvo en la política republicana.

El catolicismo se estableció como un movimiento político de masas, apoyado por miles de pequeños y medianos propietarios rurales, y lanzó una ofensiva desestabilizadora que no terminó hasta conseguir su objetivo de destruir las reformas y la amenaza revolucionaria.

La oposición de radicales, empresarios, propietarios agrícolas y la aparición de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) como un movimiento político de masas, a partir de 1933, generó una gran tensión entre un Parlamento y sectores de la sociedad, incluida la CNT. Alcalá Zamora encargó a Alejandro Lerroux formar un nuevo Gobierno, pero al no ser respaldado, encargó otro a Barrio, vicepresidente del Partido Radical.

Se disolvieron las Cortes y se proclamaron elecciones el 19 de noviembre. La novedad era la incorporación del voto de las mujeres.

Las elecciones dieron el triunfo al Partido Radical y a la CEDA, debido a que la Ley Electoral favorecía a las coaliciones. Las fuerzas más conservadoras se habían unido en torno a la defensa del orden y de la religión. Los radicales habían desplazado sus posiciones hacia la derecha, mientras que la propaganda anarquista a favor de la abstención y el enfrentamiento entre los sindicatos obreros, UGT y CNT, restaron votos a los candidatos republicanos y socialistas.

Alcalá Zamora le pidió a Lerroux que formara un Gobierno republicano de centro. Lerroux pensó que una alianza parlamentaria con la CEDA aseguraría la mayoría y dejaría fuera a la extrema derecha monárquica. Sin embargo, la estrategia de la CEDA era llegar al Gobierno, presidir y revisar la Constitución.

La CEDA amenazaba con la violencia si no le permitía gobernar, y los socialistas amenazaron con una revolución si la CEDA entraba en el Gobierno. Finalmente, en octubre de 1934, entraron en el gobierno cinco ministros de la CEDA. Como respuesta a la entrada se desató la Revolución de Octubre, una revolución sobre todo en Asturias, País Vasco y Cataluña.

2.1 La República Acosada

La legislación reformista del primer bienio republicano reforzó la tradicional identificación entre el orden y la religión. Muchos curas y católicos se enfrentaban a las autoridades locales acerca de ritos y símbolos significativos para la religión católica: toques de campanas, procesiones, bodas, bautizos, funerales. Además, el incendio de iglesias, colegios religiosos y conventos el 11 de mayo de 1931, al día siguiente de que dos personas murieran en Madrid tras un incidente con jóvenes monárquicos y enfrentamientos con la Guardia Civil, hizo que para muchos católicos se convirtiera en el primer asalto contra la Iglesia por parte de una República laica y anticlerical.

La campaña de movilización y de denuncia contra la Constitución y la política socializante del Gobierno se vio favorecida por la fundación de la CEDA en un congreso celebrado en Madrid en febrero de 1933. El mérito de la conversión del catolicismo en un movimiento de masas es de José María Gil Robles, un abogado protegido de Ángel Herrera que cogió fama como parlamentario por sus preguntas al Gobierno en materia religiosa.

2.2 El auge del fascismo

La oposición hacia la República se encuentra en 1933 con la creación de organizaciones de extrema derecha y fascistas, con la animación de las noticias que llegaban de la destrucción de la República de Weimar en Alemania por Hitler y los nazis. El fascismo en España se mantuvo muy débil hasta la primavera de 1936. El primer grupo fascista organizado creció en torno a Ledesma Ramos y su semanario *La Conquista del Estado*, fundado en marzo de 1931. En octubre, Ledesma Ramos y Onésimo Redondo (abogado ultracatólico) apadrinaron las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS). En 1933, el triunfo de Hitler en Alemania atrajo interés a ultraderechistas que vieron en los nazis un buen modelo para acabar con la República. José Antonio Primo de Rivera, hijo del difunto dictador, fue el vínculo de unión entre el autoritarismo monárquico y las propuestas fascistas italianas.

2.3 Huelga General y Revolución

La revolución que había planteado el comité revolucionario socialista debía empezar en las principales ciudades y centros industriales, favorecida por sectores de las Fuerzas Armadas. Destacan las huelgas de Madrid, Sevilla, Córdoba, Valencia, Barcelona y Zaragoza.

En la zona minera de Bilbao, el Ejército y la Guardia Civil lucharon durante horas con los rebeldes. Aunque en ningún sitio los soldados salieron de los cuarteles a ayudar a la revolución, y el levantamiento armado quedó reducido a Asturias, la rebelión del Gobierno de la Generalitat contra el poder central tuvo un fuerte impacto político. La huelga general comenzó en Cataluña el día 5 de octubre sin el apoyo oficial de la CNT. Al día siguiente, el presidente Lluís Companys anunció que el Gobierno de la Generalitat rompía toda relación con "las instituciones falseadas" y "proclamaba el Estado Catalán dentro de la República Federal Española". El general Domingo Batet, jefe de la guarnición militar de Barcelona, no hizo caso al presidente y ocupó la ciudad. Este fracaso coincidió con la mayoría de las huelgas e intentos de levantamiento. Pero en Asturias fue distinto. El movimiento de preparación del levantamiento se había armado con robos de fusiles, ametralladoras y cartuchos de dinamita. El levantamiento comenzó en la noche del 5 al 6 de octubre cuando varios miles de militares de las organizaciones sindicales:

  • Ocuparon los puestos de la Guardia Civil de la cuenca minera.
  • Controlaron Avilés y Gijón.
  • Se apoderaron de la fábrica de cañones de Trubia.
  • Ocuparon el centro de Oviedo.

El 18 de octubre los últimos grupos revolucionarios se rindieron, y Largo Caballero y Azaña fueron detenidos. Las cárceles se llenaron de presos, revolucionarios y militantes de izquierdas. Con ese levantamiento, los socialistas demostraron un idéntico repudio a la democracia parlamentaria que habían demostrado los anarquistas años anteriores. La aparición de la Falange Española, la subida de Hitler al poder, el aplastamiento del movimiento socialista austríaco por el canciller Dollfuss en febrero de 1934, la agresividad verbal de Gil Robles con declaraciones contra la democracia y a favor del concepto totalitario del Estado y las demostraciones fascistas de las Juventudes de Acción Popular (JAP) movilizaron a los jóvenes en 1934 a enfrentamientos políticos violentos, ausentes durante los primeros años de la República. Después de octubre de 1934, la izquierda intentó establecer la actividad política democrática, vencer en las urnas y superar los desastrosos levantamientos.

El 3 de abril de 1935, los tres ministros de la CEDA dimitieron por la sustitución de la pena de muerte a 20 condenados militares por la revolución de Asturias. La CEDA y los agrarios de José Martínez de Velasco solicitaron mayor representación en el Gobierno, y Alcalá Zamora lo rechazó. Gil Robles amenazó con disolver las Cortes, y las JAP pidieron todo el poder para el jefe.

2.4 Destrucción de la Democracia

El Frente Popular venció en las elecciones de febrero de 1936. Este planteó un programa moderado, con el perdón y la vuelta a las reformas y soluciones políticas.

Conocidos los primeros resultados, Gil Robles intentó convencer a Portela Valladares, presidente del Gobierno, de que no dimitiera y de que declarara el estado de guerra. El general Franco, jefe del Estado Mayor, llamó a Sebastián Pozas, director general de la Guardia Civil, pidiéndole que se uniera a una acción militar de ocupar las calles para prevenir una revolución.

Tras las elecciones, la rivalidad entre la Iglesia y la República volvió sobre asuntos simbólicos. El Gobierno de Azaña, y después el de Casares Quiroga, retomaron el cierre de los colegios religiosos, la coeducación en las aulas, el fortalecimiento de la enseñanza pública. En Navarra y Álava se consolidaba el requeté, los boinas rojas, una organización militar que contaba con numerosos lugares de maniobras y prácticas militares a las que acudían los curas y la gente de orden.

De la organización de la conspiración se encargaron algunos militares de extrema derecha y la Unión Militar Española (UME), una organización semisecreta, antiizquierdas, que incluía a jefes y oficiales.

El 8 de marzo, Franco y otros generales se reunían en Madrid para acordar un alzamiento que restableciera el orden interior y el prestigio internacional de España. Estaban de acuerdo en que el general Sanjurjo encabezara la sublevación, aunque al final fue el general Mola quien se entrevistó con los distintos jefes de la rebelión y dictó, con el pseudónimo de "El Director", varios informes, instrucciones y anexos reservados para el mando de las diferentes divisiones.

La respuesta de los militares fue lenta, aunque Mola sabía que el ejército de Marruecos estaba dispuesto a sublevarse. Juan March aceptó aportar el dinero para conseguir un avión que trasladara a Franco desde Canarias a Marruecos.

El asesinato de José Calvo Sotelo convenció a los golpistas de la necesidad urgente de intervenir y sumó al golpe a muchos indecisos. El 12 de julio, varios pistoleros de extrema derecha asesinaron en una calle céntrica de Madrid al teniente Castillo.

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