La secularización en la modernidad

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La secularización de la religión

Antecedentes en la fe hebraica

La modernidad es la época de la secularización, cuyos antecedentes podemos verlos con Weber, en las propias entrañas de la concepción racional que anida en la fe hebraica en el Dios creador: la distancia entre Creador y creatura, señala ya un principio de independencia y autonomización de la creación. Pero, sin duda, el proceso de secularización se agiganta con la entrada en la modernidad. Y se comprende fácilmente al hilo de lo que antecede.

Afirmación de lo secular

La secularización quiere decir en un primer momento la afirmación de lo secular: su consistencia, autonomía. Las cosas mundanas, temporales, del 'siglo' (saeculum) tienen razón de ser por sí mismas. Esta es la otra cara de la moneda de la razón ilustrada. Al mostrar la realidad su consistencia y fundamento, la razón se afianza y se atreve a pensar, hasta el punto de intentar fijar de una vez por todas razón moderna y la autonomía del hombre y del mundo se acompañan permanentemente.

Independización creciente del mundo

Este proceso de independización creciente del mundo y sus cosas, trae la lenta e inexorable pérdida de relevancia social, pública, de la religión. Las diversas actividades humanas -desde la política, la ciencia, el arte y la moral-, se irán emancipando de la tutela de la religión. No necesitan ya de su visto bueno o legitimación para actuar y presentarse en público. Han estrenado ya la mayoría de edad.

Proceso de privatización

Uno de los cambios más visibles en la nueva situación es el denominado proceso de privatización: el desplazamiento de la religión hacia los márgenes y su pérdida de relevancia social. Ahora la religión se recluye en la institución. Se funcionaliza y especializa en ser religión y nada más que religión. Esta institucionalización especializada de la religión camina en el cristianismo católico por una fuerte eclesiastización, con síntomas de reclusión socio cultural y de confrontación con el talante y la racionalidad modernos.

Confrontación con la racionalidad ilustrada

La confrontación con el talante y la racionalidad ilustrada ha dado a la modernidad, europea especialmente, una coloración antirreligiosa y a la religión cristiana (católica) la apariencia de enemiga de la modernidad. La secularización ha aparecido así con connotaciones ideológicas de oposición a la religión: disminución de la religión y lenta desaparición de la misma. Es la dimensión que ha desembocado en el secularismo: la actitud beligerante contra la religión en la modernidad; la exaltación de la pura profanidad, que no escapa de la sospecha de inversión sacralizante.

Desmagificación y re-encantamiento

La modernidad, vemos, lleva en sí las semillas de la emancipación de lo mundano. Este dinamismo desmagifica el mundo y lo entrega a su pura profanidad. Pero no es un proceso unidireccional: la desmagificación o desencantamiento del mundo produce un movimiento contrario que desemboca en la mitificación de los objetivos y del dinamismo de la modernidad, la cual adquiere, paradójicamente connotaciones sagradas. La secularización debería ser entendida, por tanto, como ya nos sugirió Weber, como desmagificación de unos aspectos del mundo y como re-encantamiento de otros, no como liquidación de la religión.

Conclusión

La religión no desaparece, pierde influencias sociales, se desprende de sus formas mágicas, adopta otras formas nuevas, que en un principio comienzan a deambular por la institucionalización, la interioridad y el individuo. Pero ni la modernidad ni la religión se van a detener aquí.

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