Sartre, Habermas: Existencialismo, Libertad y Crítica de la Razón
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Sartre: Angustia, Libertad y la Nada
La angustia y la nada. Para Sartre, no existen normas universales y objetivas. La conciencia de este vacío de valores provoca la angustia; en nuestras elecciones nunca podemos estar seguros de que la decisión es la correcta. “El infierno son los otros”, los demás nos juzgan. La angustia es la conciencia de que somos realmente libres, es la consecuencia de tener que elegir. Intentamos ocultarnos a nosotros mismos que somos totalmente libres para evitar dicha angustia. A este autoengaño lo denomina Sartre «mala fe». Afirmar la existencia de Dios ha sido el recurso más socorrido en la huida del hombre de la libertad. La moral que propone Sartre, al igual que la ética formal de Kant, no incluye normas o leyes de actuación específicas; es una moral de situación que nace de las decisiones que tomamos libremente y con total autonomía. Sartre no cae en el subjetivismo, porque subraya el papel que han de desempeñar las libertades de los demás en mis decisiones y en mi proyecto existencial. A la hora de elegir una opción se impone siempre una pregunta: ¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? En su existencia auténtica, el hombre es consciente de su limitación: Nuestra existencia es un camino hacia la nada. La angustia y la nada son el destino de la humanidad.
Habermas y la Crítica de la Razón Instrumental
Habermas (1929)
La crítica de la razón instrumental
La teoría crítica de la Escuela de Frankfurt persigue desenmascarar el tipo de racionalidad sobre el que se apoya la sociedad industrializada: la razón instrumental, que es la versión evolucionada de la razón ilustrada. Esta escuela manifiesta una probada confianza en la razón, a la que parece querer revitalizar sometiéndola a autocrítica y eliminando cuanto hace de ella un instrumento de dominación. El cientificismo afirma la neutralidad de la ciencia y su carácter objetivo a la hora de describir la realidad. Para desvelar la verdadera naturaleza del saber científico, debemos analizar los intereses del conocimiento. Según Habermas, todo conocimiento está marcado por el interés que lo orienta y lo dirige. Hay tres tipos de interés que mediatizan el saber humano:
- El interés técnico, que predomina en las ciencias naturales y en la técnica, y cuyo objetivo es el dominio y la manipulación de la naturaleza.
- El interés práctico, basado en las necesidades de comunicación y convivencia entre los humanos (política, sociología, etc.).
- El interés emancipatorio, que persigue la liberación de toda forma de opresión y la autonomía del individuo. Tienden a desenmascarar los poderes sociales opresores.
Ningún conocimiento es desinteresado.