Santiago de Compostela: El Legado Románico y la Gran Peregrinación Medieval
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El Legado Románico y la Peregrinación a Santiago de Compostela
En el corazón de la Edad Media, dos influyentes abadías fueron pilares en la configuración del arte románico y la mentalidad que lo sustentaba. Durante el siglo XI, los cluniacenses impulsaron el culto a las reliquias y sentaron las bases para la creación de la iglesia de peregrinación. Posteriormente, en el siglo XII, una reforma interna en la propia orden dio origen a los cistercienses, quienes abogaron por una estricta austeridad ornamental, fomentaron las Cruzadas y establecieron la tipología canónica del monasterio.
La Iglesia de Peregrinación: La Catedral de Santiago de Compostela
La historia de la peregrinación a Santiago de Compostela se arraiga en una tradición milenaria:
Una antiquísima tradición narra que Santiago el Mayor predicó en España, regresó a Palestina y fue martirizado. Sus discípulos lo trasladaron por mar a Galicia, pero su tumba fue olvidada con el tiempo. A principios del siglo IX, el ermitaño Pelayo, el obispo Teodomiro y el rey Alfonso II reaccionaron favorablemente al hallazgo de sus restos, fundando en el “campus stellae”, el paraje del descubrimiento, la ciudad de Compostela en honor al apóstol.
El Papa difundió esta noticia por toda la cristiandad, exhortando a los fieles a viajar a Galicia para venerar la reliquia. Francia, por su proximidad geográfica, inauguró la peregrinación, abriendo en su territorio el Camino de Santiago. Los peregrinos partían anualmente de cuatro puntos principales en Francia: Tours (para los del norte de Europa), Vezelay (para los de Europa Central), Le Puy (para los del este) y Arlés (para los del sur). Entraban a la península ibérica por Roncesvalles y Somport, uniéndose finalmente en Puente de la Reina, donde el camino se unificaba.
Detalles y Relevancia del Camino de Santiago Medieval
La peregrinación implicaba un viaje de considerable duración, estimado entre uno y dos meses, y alcanzó su máximo apogeo en el siglo XII, con un flujo de entre 200.000 y 500.000 peregrinos. Este auge propició la redacción del Liber Peregrinationis, un valioso documento que describía los caminos, albergues, alimentos típicos y posibles fraudes. Este texto es considerado un catálogo temprano del arte románico, ya que incluía hospitales, monasterios e iglesias a lo largo del recorrido, invitando a los peregrinos a venerar las reliquias que albergaban.
Entre las iglesias más importantes de esta ruta destacaban:
- San Martín de Tours
- San Marcial de Limoges
- Santa Fe de Conques
- San Saturnino de Tolosa
Cada una de ellas servía como cabecera de uno de los cuatro caminos principales. Sus características arquitectónicas comunes incluían grandes dimensiones y una circulación perfecta para la entrada y salida de los fieles, facilitada por las naves laterales, el transepto y el deambulatorio.
La Catedral de Santiago de Compostela: Cénit del Románico
La meta final de la peregrinación era Santiago de Compostela, cuya catedral representa la expresión más perfecta del edificio románico. La construcción de la catedral se extendió aproximadamente entre 1075 y 1168. Entre sus elementos más destacados se encuentran el célebre Pórtico de la Gloria (finalizado posteriormente), la Portada de las Platerías y la Portada de la Azabachería. En el parteluz, se representa al apóstol Santiago, asociado a la frase evangélica: “Dios me envió”.