San Agustín: La Búsqueda de la Verdad y el Conocimiento

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San Agustín dedica su vida a la búsqueda de la verdad. El ser humano, como "ser insuficiente", busca un objeto más grande que él que pueda traerle paz y felicidad, y para conseguirlo deberá conocerlo.

La Certeza y la Finitud Humana

La preocupación de San Agustín no será solo si podemos conseguir certeza, sino cómo podemos hacerlo dada nuestra finitud.

San Agustín afirma que las verdades sobre Dios y el Hombre son las que permitirán alcanzar la salvación y, por ello, son superiores a las verdades de la ciencia.

Del Racionalismo al Escepticismo

En un primer momento, San Agustín defiende que solo debemos creer lo que se entiende, pero esta postura de racionalismo autónomo acabó derivando en escepticismo.

Sin embargo, los escépticos tienen la certeza de algunas verdades, como, por ejemplo, que una afirmación o su contrario, una será verdadera y la otra falsa; es decir, están al menos ciertos del principio de no contradicción.

Además, podemos obtener otras certezas más allá de toda duda razonable, como nuestra existencia y nuestro conocimiento de que existimos.

Los Cuatro Grados del Conocimiento

Además, somos conscientes de lo que queremos por la autoconciencia. En nuestro camino hacia la búsqueda de la verdad, San Agustín va a distinguir cuatro grados de conocimiento, como si se tratase de cuatro miradas:

Mirada Sensitiva

El alma da a los sentidos la capacidad para percibir los objetos exteriores. La mutabilidad del órgano de percepción provoca deficiencias en el conocimiento sensible, pero que a veces nos engañen nuestros sentidos no implica caer en un escepticismo radical.

Mirada de la Memoria

La memoria se posa sobre las sensaciones y las compara con los recuerdos de las sensaciones pasadas. Gracias a la memoria, el ser humano se percibe como el mismo ser a lo largo de los cambios de la vida. Por eso, San Agustín considera que la memoria es la potencia esencial del alma y a través de ella comprendemos la unidad de la vida.

La Imagen del Entendimiento

El entendimiento elabora las ideas de las cosas que no se limitan al contenido de las sensaciones ni de lo recordado, sino que las sobrepasa: el alma elabora realidades intelectuales con validez universal. Mediante este conocimiento inteligible elaboramos el conocimiento científico. Sin embargo, como este conocimiento por ideas no satisface el deseo de verdad absoluta del alma y tampoco el de felicidad, San Agustín lo denomina razón interior.

La Imagen de Sabiduría o Razón Superior

El alma, insatisfecha, se vuelve sobre sí misma y en su interior encuentra verdades inmutables y eternas que no ha aprendido, sino que forman parte de la razón, las descubre y ante ellas se orienta. Estas verdades son eternas y comunes a todos. Mediante la meditación y la contemplación de estas ideas, el alma alcanza la verdad y al propio Dios. Por ello, San Agustín la denomina razón superior o sabiduría.

La Iluminación Divina

Para explicar cómo es posible que podamos percibir la verdad inmutable de las cosas, afirma que lo hacemos porque estas están iluminadas como por un sol, siendo Dios el sol y la luz divina. Como la luz del sol hace visible al ojo las cosas corpóreas, la iluminación divina hace visibles a la mente las verdades eternas.

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