Rousseau y Aquino: Visiones Filosóficas sobre Sociedad, Fe y Existencia Divina

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Rousseau y la Religión: Laicidad, Fe Natural y Religión Civil

Jean-Jacques Rousseau considera que el Estado debe ser laico y no basarse en ninguna religión oficial. En su obra El contrato social, sostiene que ninguna confesión religiosa debe imponerse sobre las demás, siempre que no atente contra la libertad o los deberes del ciudadano. Rousseau rechaza la injerencia del Estado en la fe individual y defiende la tolerancia religiosa.

La Visión de Rousseau sobre la Fe y la Razón

Su visión de la religión se aleja del fanatismo religioso y de la superstición, pero también del ateísmo. En Emilio, a través de La profesión de fe del vicario saboyano, presenta su concepto de religión natural. Según Rousseau, el ser humano puede conocer la existencia de Dios a través de la razón y del sentimiento interior, sin necesidad de libros sagrados, sacerdotes o dogmas impuestos. La religión natural es sencilla y se basa en la moral y la justicia, más que en ritos o normas externas.

Rousseau cree que la razón nos lleva a la existencia de un Creador, aunque su naturaleza es incognoscible. Afirma que la existencia del mal en el mundo no es culpa de Dios, sino consecuencia del libre albedrío humano. Además, la injusticia que vemos en la vida terrenal le lleva a postular la inmortalidad del alma, pues solo así podría haber una justicia última más allá de este mundo.

Rousseau critica las religiones reveladas, no porque niegue la existencia de Dios, sino porque considera que las iglesias han corrompido el mensaje divino al interponer sacerdotes, textos sagrados y ritos entre el ser humano y Dios. Para él, «el culto esencial es el del corazón», es decir, la verdadera religión es interna y personal.

La Religión Civil en El Contrato Social

En El contrato social, Rousseau introduce el concepto de religión civil, una forma de fe que no se centra en dogmas sobrenaturales, sino en fortalecer la cohesión social y el sentido del deber cívico. Esta religión no impone creencias individuales, pero sí establece unos principios morales básicos para la convivencia.

Los dogmas de la religión civil incluyen:

  • La creencia en Dios como ser supremo.
  • La inmortalidad del alma.
  • La justicia divina recompensa la virtud y castiga la maldad.
  • La obligación de cumplir las leyes y respetar la voluntad general.

A diferencia de la religión tradicional, la religión civil no exige adoración ni rituales, sino un compromiso con la sociedad. Rousseau cree que un Estado necesita valores comunes para mantener la estabilidad y la unidad de sus ciudadanos, pero sin coacción sobre las creencias personales.

Conclusión sobre Rousseau y la Religión

En conclusión, Rousseau no niega a Dios, pero rechaza la idea de una religión impuesta. Defiende una fe basada en la razón y el sentimiento, ajena a dogmas y jerarquías religiosas. Además, cree que la religión civil es necesaria para fortalecer la sociedad sin atentar contra la libertad individual.

El Contrato Social de Rousseau: Libertad y Voluntad General

La idea central del texto es que el pacto social implica la cesión de la voluntad y el poder individual a la voluntad general, dando lugar a la formación de un cuerpo político unificado. A través de este acuerdo, los individuos se integran en una comunidad regida por el interés común.

Rousseau plantea el problema de cómo los individuos pueden vivir en sociedad sin perder su libertad ni caer en la anarquía o la tiranía. La cuestión clave es encontrar una forma de organización política que garantice el orden sin comprometer la soberanía de los ciudadanos. Como solución, propone la creación de un pacto social en el que cada individuo delega su poder en la comunidad, originando una entidad colectiva con identidad propia: el Estado o la República. Este nuevo cuerpo político funciona como una persona moral y jurídica que garantiza la unidad, la estabilidad y la expresión de la voluntad general, asegurando así el bienestar común de todos sus miembros.

Tomás de Aquino y la Evidencia de Dios en la Suma Teológica

En el texto, Tomás de Aquino distingue entre la evidencia en sí misma y la evidencia para nosotros, aplicando esta distinción a la existencia de Dios. El problema que se discute es si la proposición «Dios existe» es evidente por sí misma o si requiere demostración.

La solución que ofrece el autor es que, aunque en sí misma la existencia de Dios es evidente, ya que en Dios el sujeto y el predicado son lo mismo (Dios es su propio ser), para los seres humanos no lo es, pues no comprendemos plenamente su esencia. Por esta razón, es necesario demostrar su existencia a partir de sus efectos, es decir, desde aquello que es más evidente para nosotros.

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