Romanticismo en la literatura española: Romanticismo tardío

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Romanticismo en la literatura española

Características del Romanticismo

Mariano José de Larra defiende la libertad en la literatura y, como consecuencia de ello, se le concede importancia a la originalidad y al individualismo: el escritor debe encontrar su voz y construir un universo propio. Por este motivo, el estilo romántico suele ser muy vivo y retórico con el fin de resaltar la personalidad y la intensidad de los sentimientos del autor. Otras características son: rebeldía, evasión, proyección en la naturaleza, nacionalismo.

Los románticos prefieren la lírica y el teatro, en los que encontraron un vehículo idóneo para sus ideales creativos. También cultivaron la prosa, especialmente la novela histórica y el periodismo.

Poesía romántica

Presenta estos rasgos:

  • Se usa la polimetría, de modo que se mezclan versos y estrofas de distinta medida.
  • Los temas predilectos son el amor ideal, la pasión en todas sus facetas, etc.
  • Se prefiere un lenguaje retórico cargado de interrogaciones, exclamaciones, apóstrofes, etc.

Conviven dos tipos de poesía:

  • Lírica: expresa los sentimientos y la visión del mundo del poeta.
  • Narrativa: en la que son frecuentes las historias basadas en leyendas.

Rosalía de Castro (1837-1885) encarna la corriente más intimista del Romanticismo. Compuso obras en gallego y en castellano. En su poesía, de aparente sencillez formal, se funde la visión angustiada de la realidad con la angustia de la nostalgia de la tierra natal.

Prosa romántica

Se cultivaron tanto las obras de ficción como los textos de carácter periodístico. Dentro de la narrativa de ficción en España destacan las leyendas de Bécquer. En el campo del periodismo sobresale Mariano José de Larra, autor de una serie de artículos en los que se analizan los hábitos de los españoles.

Autores representativos del Romanticismo español

José de Espronceda (1808-1842)

Nació en Almendralejo (Badajoz). Desde muy joven combatió contra el absolutismo, motivo por el que se vio exiliado hasta 1833. A su vuelta a España, continuó su actividad literaria y política hasta su muerte en 1842. En la obra de Espronceda destacan las canciones (en las que retrata tipos marginales, que simbolizan la rebeldía y la libertad) y dos extensos poemas narrativos: El Diablo Mundo (plantea temas de carácter filosófico) y El estudiante de Salamanca (en el que recrea el mito de Don Juan).

Mariano José de Larra (1809-1837)

Nació en Madrid en 1809, pero se educó en Francia, adonde su familia se exilió en 1813. A su regreso a España, Larra fundó dos periódicos: El Duende Satírico del Día (1828) y El Pobrecito Hablador (1832). Desde 1833 publicó artículos con el seudónimo de Fígaro. Pese a su éxito literario, una profunda crisis sentimental e ideológica le condujo al suicidio en 1837.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

Nació en Sevilla en 1836. En su adolescencia estudió pintura, pero a los 18 años se trasladó a Madrid decidido a ser poeta. Su vida estuvo marcada por la enfermedad, los apuros económicos y los fracasos amorosos. Murió en Madrid en 1870. Está considerado autor posromántico, pues su labor literaria comienza a partir de 1850, cuando el Romanticismo está en decadencia en toda Europa. En las Rimas cultiva la poesía y emplea la prosa en las Leyendas.

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