Romanización de la Península Ibérica: Causas, Etapas y Consecuencias
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Introducción
Con anterioridad a la conquista romana, en la Península Ibérica habían florecido civilizaciones como los tartesios, íberos, celtas y celtíberos. En las zonas costeras mediterráneas, estas poblaciones prerromanas entraron en contacto con fenicios, griegos y cartagineses, pueblos colonizadores que fundaron diversas colonias. Entre 264 y 146 a.C. tuvieron lugar las llamadas Guerras Púnicas entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo, que terminaron con la derrota de Cartago. Hacia 225 a.C., romanos y cartagineses firmaron el Tratado del Ebro para fijar el límite de expansión de ambos. La ruptura de este tratado fue una de las causas bélicas que llevaron a la conquista de Hispania por Roma. Otras causas, como el interés por el dominio del Mediterráneo, el control de sus enemigos y las riquezas mineras de oro y plata en la península, desembocaron en una conquista romana que duró 200 años.
Esta conquista comienza con las guerras contra los cartagineses y la sucesiva victoria sobre Cartago Nova de Julio Cornelio Escipión. Continuaron con el sometimiento del interior en las guerras lusitanas y celtíberas. También se produjeron en la península guerras civiles por el poder de Roma. La conquista finaliza con el dominio del norte peninsular, sometiendo a galaicos, cántabros, astures y vascones con Octavio Augusto, iniciándose así un proceso de romanización de toda la península.
Desarrollo
La romanización es la asimilación por parte de los pueblos hispanos de la economía, sociedad, lengua y religión de los romanos. Esta romanización supuso la pérdida de las culturas indígenas. El máximo transmisor de la romanización fue el ejército mediante el uso del latín, matrimonios mixtos y la religión.
Administración de Hispania
Para su mejor administración, la Hispania romana durante la República se dividió en dos provincias: Citerior, con capital en Tarraco, y Ulterior, con capital en Cartago Nova y luego Corduba. Tras la conquista de Augusto, la organización administrativa dividió Hispania Ulterior en Baetica y Lusitania, y la Citerior en Tarraconensis. Hispania también se dividía en conventos, populus, civitas, colonias y ciudades estipendarias para su mejor administración. Durante el Bajo Imperio, Hispania se dividió en 7 provincias dirigidas por un vicario. Su administración local se repartía en decuriones, duunviros, ediles y cuestores.
Sociedad Hispana
La sociedad hispanorromana era de base esclavista y se dividía en dos grupos: libres (patricios y plebeyos) y esclavos. También se dividía en tres órdenes: senatorial, militar y populus. La población y las provincias de Hispania suministraron tres emperadores: Trajano, Adriano y Marco Aurelio. Además, se generalizó la ciudadanía romana por el emperador Caracalla.
Economía
Respecto a la economía, las minas, los productos agrícolas y ganaderos, y las salazones eran recursos conocidos y famosos. Los romanos desarrollaron enormes técnicas de trabajo como el barbecho, el arado romano y la trilogía mediterránea: trigo, vid y olivo. También fue importante el comercio marítimo de armas, tejidos, etc. a todo el imperio. Asimismo, introdujeron su lengua, el latín, con lo que penetró el derecho romano.