La Romanización de Hispania: Un Legado Cultural y Lingüístico
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La Romanización de Hispania
Introducción
Tras la conquista de las colonias cartaginesas en Sicilia, Córcega y Cerdeña a manos de los romanos durante la Primera Guerra Púnica (264 a. C.), Roma se propuso ocupar la Península Ibérica, donde habitaban los cartagineses. Estos fueron derrotados en la Segunda Guerra Púnica (218-206 a. C.), y los romanos comenzaron a conquistar el territorio que tomaría el nombre de Hispania.
La romanización es el proceso de implantación de la cultura romana en otros pueblos, influyendo en sus costumbres, lengua, organización política, etc.
La romanización en Hispania fue una de las más intensas, ya que los primeros emperadores no nacidos en Roma fueron hispanos, como Trajano y Adriano.
Este proceso produjo un cambio político, social y estructural en la península debido a una serie de factores que se explican a continuación.
El Ejército y la Fundación de Colonias
La presencia del ejército romano fue decisiva, ya que fue el principal transmisor del latín y atrajo a indígenas que, al alistarse, adquirían la ciudadanía romana.
La organización romana se basaba en la fundación de colonias, pequeñas ciudades de ciudadanos romanos que vivían como en la propia Roma. Contaban con infraestructuras como acueductos (Segovia), murallas (Lugo), circos (Mérida), termas (Girona) y teatros (Cartagena). Los indígenas se acercaban a estos centros para comerciar, relacionarse e incluso vivir, asimilando la cultura romana. Así, las ciudades indígenas se fueron romanizando, y sus habitantes adquirían la ciudadanía, al igual que los soldados.
Este deseo de romanización conllevaba grandes privilegios, extendidos a todos los habitantes libres del Imperio por el emperador Caracalla.
Administración y División Territorial
Roma dividió Hispania en provincias imperiales (gobernadores nombrados por el emperador) y senatoriales (gobernadores nombrados por el Senado).
Las provincias eran gobernadas por un pretor o cónsul, asesorado por un consilium. Se dividían en conventos jurídicos con un centro de administración de justicia, y la hacienda provincial estaba a cargo del cuestor. La primera división (197 a. C.) creó la Hispania Citerior (Tarraco) y la Hispania Ulterior (Córdoba). En el Bajo Imperio (siglo III d. C.), se dividió en Gallaecia, Cartaginense, Bética y Lusitania.
Crecimiento Urbano, Demográfico y Económico
Las ciudades crecieron, convirtiéndose en centros de romanización. La población aumentó (7 millones) debido a las mejoras agrícolas, la explotación minera (Cástulo, Cartago Nova) con mano de obra esclava, y el comercio. Este último fue una herramienta de romanización, ya que los indígenas aprendieron las técnicas romanas.
Vías de Comunicación y Expansión del Latín
El comercio se vio impulsado por la red de carreteras (10.000 km en Hispania), que comunicaban las ciudades hispanas con Roma, convirtiéndose en un canal de romanización. Destacan la Vía Augusta (Italia, Galias y valle del Guadalquivir) y la Vía de la Plata (Mérida y Huelva con la costa atlántica).
A través de las calzadas también se expandió el latín, lengua oficial del Imperio, que reemplazó a las lenguas indígenas, excepto el euskera.
Influencia de las Personalidades Romanas
Personalidades como César, Pompeyo, Sertorio y Escipión contribuyeron a la romanización integrando a los indígenas en la sociedad.
Conclusión
Como afirma Juan Eslava Galán: “Roma nos legó su forma de vida, sus instituciones, impuso a los pueblos sometidos igualdad dentro del marco jurídico y administrativo del ‘cines romani’ y, además, nos aportó algo tan importante como el latín, lengua base de nuestro castellano. Implantó los pilares básicos sobre los que se asienta este occidente que poco a poco camina hacia la integración supranacional, es decir, hacia el ideal de ser de nuevo Roma”.
Bibliografía: Juan Eslava Galán...