La Romanización de Hispania: Claves de su Integración en el Imperio Romano

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La Romanización de Hispania: Claves de su Integración en el Imperio

I. La Vida Urbana, Vías de Comunicación y Comercio

Roma se aprovechó de las ciudades existentes en Hispania, pero en otras zonas fundó nuevas urbes con pobladores romanos. Para favorecer los intercambios comerciales y los desplazamientos, desarrolló un amplio sistema de calzadas, que no sería superado hasta la Edad Contemporánea. Las principales ciudades romanas estaban intercomunicadas entre sí y con Roma a través de la Vía Augusta.

Otras calzadas importantes fueron:

  • Vía de la Plata
  • Vía del Atlántico
  • Vía del Norte
  • Vía Hercúlea

II. El Papel del Ejército Romano

El ejército fue un importante vehículo de romanización. Los soldados difundieron la lengua, las creencias y las costumbres por todo el Imperio. Los campamentos romanos atraían a mujeres, mercaderes, artesanos, entre otros, y muchos de estos campamentos acabaron transformándose en ciudades. Roma contaba también con tropas auxiliares hispanas.

III. La Concesión de la Ciudadanía Romana

Al recibir un indígena el título de ciudadanía, obtenía muchos privilegios y un alto honor. Normalmente lo recibían quienes colaboraban con Roma y tenían un alto grado de integración. Al principio, a las provincias hispanas se les otorgó la ciudadanía latina y, con el emperador Caracalla, toda Hispania recibiría la ciudadanía romana en el año 212 d.C.

IV. La Administración y Organización Territorial de Hispania

La unidad administrativa fue el hecho de mayor trascendencia; por primera vez, la península dejó de ser un conjunto de tribus para convertirse en un espacio unitario dentro del Imperio. Inicialmente, tras la Segunda Guerra Púnica, Roma dividió la península en dos provincias: Citerior (al norte) y Ulterior (al sur). El límite entre ambas era una línea que partía de Cartagena.

Posteriormente, Hispania se dividió en tres provincias principales: Bética (administrada por el Senado), y Tarraconensis y Lusitania (dirigidas por el emperador). Cada provincia se dividía a su vez en conventus iuridici (conventos jurídicos).

En el siglo III, los emperadores Caracalla y Diocleciano dividieron la Tarraconense y crearon nuevas provincias: Carthaginensis y Gallaecia. Un siglo después (siglo IV), se crearían Baleárica y Mauritania Tingitana (esta última en el norte de África, pero vinculada administrativamente a Hispania).

Cada provincia era gobernada por un pretor, un procónsul o un cónsul, dependiendo de su importancia, y contaba con un consejo con funciones administrativas, jurídicas, militares y fiscales.

Tipos de Ciudades Romanas en Hispania

La base de la administración romana fue la ciudad. Roma se aprovechó de las ciudades existentes, transformando sus órganos de gobierno, pero en otras zonas fundó nuevas ciudades con pobladores romanos. Existían ciudades de distinto tipo:

  • Ciudades Colonias: Pobladas solo por romanos (ej. Mérida, Carthago Nova, Sevilla...). Estaban organizadas a la manera de Roma y, en general, fueron construidas para pagar los servicios de los soldados licenciados.
  • Ciudades Estipendiarias: Conquistadas por la fuerza, estaban sujetas al pago de un tributo (stipendium).
  • Ciudades Inmunes o Libres: Estaban exentas de pagar impuestos. Eran aquellas que colaboraron con Roma durante la conquista, entregándose a través de un pacto y solo tenían que ayudar a Roma en determinadas circunstancias.

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