Romance del Río Duero: Interpretación Poética de Gerardo Diego y su Significado

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Romance del Río Duero: Un Acercamiento a la Poesía de Gerardo Diego

El Romance del Río Duero, poema de Gerardo Diego, es una de las composiciones más destacadas incluidas en su obra Soria, publicada en 1923.

Gerardo Diego (1896-1987) fue una figura central de la Generación del 27, donde ejerció un papel impulsor fundamental. Su compromiso con la difusión de la poesía de su tiempo se materializó en 1931 con la publicación de su célebre Antología, una obra clave que recogía muestras de los autores más representativos de dicha generación.

Con este poema de carácter tradicional, Gerardo Diego nos invita a un viaje lírico por el majestuoso río Duero, a menudo olvidado por la mayoría y recordado solo en contadas ocasiones por los enamorados y amantes que, en su búsqueda de sentido, “preguntan por sus almas”.

Tema y Figuras Literarias en el Romance del Río Duero

Desde el inicio del poema, Gerardo Diego subraya el triste olvido que la gente de la zona muestra hacia un río tan significativo para él. Describe su intrínseca belleza para justificar la pena que le produce la indiferencia de sus gentes y, finalmente, resalta la existencia de aquellos pocos que aún lo recuerdan y le prestan atención: los enamorados.

Análisis Estrofa por Estrofa

Primera Estrofa: La Soledad del Duero

  • En los dos primeros versos, que aluden a la soledad del río Duero, el autor emplea un apóstrofe (“¡Oh Duero!”) para captar la atención de sus lectores e incluso la del propio río, al que alaba.
  • En los dos versos siguientes, mediante una clara anáfora (“Nadie... Nadie...”), subraya la ausencia de personas que disfruten del encanto del río.
  • Desde el primer verso, Diego nos hace partícipes de su percepción del magnífico sonido del agua, que fluye como una bella canción, tal como se aprecia en la metáfora pura del cuarto verso: “tu eterna estrofa de agua”.

Segunda Estrofa: La Indiferencia de Soria

  • En los cuatro versos siguientes, el poeta alude a la ciudad de Soria, que se muestra indiferente a la presencia del río.
  • A la ciudad también le atribuye características humanas (personificación), al afirmar que “no quiere ver en tu espejo...” su castillo (“muralla desdentada”).

Tercera Estrofa: Las Características del Duero

  • En esta estrofa, el poema describe las características físicas y simbólicas del Duero. El verso nueve comienza nuevamente con un apóstrofe que busca la atención del lector.
  • Seguidamente, se refiere a los trigales de los campos mediante una metáfora pura (“barba de plata”).
  • Para destacar las “eses” que forma el río en su cauce, utiliza una personificación que le atribuye la cualidad de sonreír.
  • Para enfatizar estas curvas, crea una aliteración de la 's' a lo largo de cuatro versos.
  • En el verso once, vuelve a comparar el fluir del río con una canción o, en este caso, un romance.

Cuarta Estrofa: Ritmo y Repetición

  • En esta estrofa, se observa una anáfora al inicio de los dos primeros versos.
  • Cabe destacar una figura retórica que, mediante la repetición de un elemento al final del verso, contribuye al ritmo del poema.

Quinta Estrofa: Exaltación y Contraste

  • Una estrofa completa se construye sobre una interrogación retórica, con la que el autor exalta las espléndidas cualidades del río.
  • Resulta interesante la utilización de adjetivos contradictorios que forman antítesis, como se observa en el verso dieciocho (“a la vez quieto y en marcha”).
  • En esta sección, se vuelve a aludir al “canto” del río mientras fluye por las tierras de Soria.

Estructura y Conclusión Poética

En los siguientes cuatro versos, el poeta reitera el olvido de la gente hacia el río. Al igual que en estrofas anteriores, compara el fluir del río con una tranquila canción. En este fragmento, la abundante utilización de comas evidencia un asíndeton, que confiere mayor rapidez y viveza a la estrofa.

Es notable el claro paralelismo entre esta penúltima estrofa y la primera. Desde el apóstrofe inicial hasta el significado conjunto de ambas, que, a pesar de emplear palabras diferentes, transmiten la misma idea. Además, se aprecia una anáfora de la misma palabra en los segundos y terceros versos de ambas estrofas.

Finalmente, en la última estrofa, se menciona a los únicos seres humanos que aún prestan atención al río: los amantes. Ellos recuerdan la belleza del Duero y siembran en sus aguas —a las que se refiere con una clara sinécdoque (“en tus espumas”)— sus esperanzas. Para cerrar el poema, se repite un verso anterior, lo que contribuye a reforzar el ritmo y la circularidad del poema, dejando una impresión duradera de la conexión entre el río y el alma humana.

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