El Rol del Trabajador Social en la Intervención Social: Desafíos y Enfoques
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La Entrevista de Intervención Social: Los Implicados
1. El Trabajador Social
Estar en el lugar del que tiene, como encargo profesional, que hacer algo para ayudar al otro es una tarea complicada.
Podemos separar las dificultades en dos grupos: las que dependen de la subjetividad del trabajador social y las asociadas a las peculiaridades del trabajo que desarrolla.
Subjetividad del Trabajador Social
Subjetivamente, ser trabajador social implica un componente vocacional; es decir, en general, quien llega a dedicarse a esta profesión ha hecho una elección personal muy clara: asumir la responsabilidad de ayudar a los otros a solucionar sus problemas. Cuando se indaga en las razones por las que esto ha ocurrido, el trabajador social suele encontrarse con profundas raíces de su elección que tienen que ver con su historia, con su familia y con su respuesta singular ante ambas.
Estas raíces singulares del deseo de ser trabajador social son, a menudo, un estorbo para poder desarrollar su tarea, en la medida en que existe una cierta “necesidad” en él de realizar esta función. Cuando el profesional tiene esta “necesidad” de curar o de ayudar a las personas que a él acuden, esto se vuelve un impedimento para que el sujeto pueda encontrar sus propias soluciones, ya que existe el cortocircuito de una demanda del profesional hacia el usuario: “Tienes que curarte porque yo lo necesito”. De esta manera, para poder dirigir las entrevistas de intervención social, no son solo necesarios conocimientos teóricos y habilidades técnicas, sino que además el trabajador social necesita conocerse a sí mismo.
Factores Externos
Por otro lado, el trabajador social se encuentra con otra serie de factores externos nada despreciables que también dificultan su tarea:
- Las personas que acuden a los trabajadores sociales suelen tener unas circunstancias personales, sociales y materiales complicadas y precarias.
- Las demandas suelen ser bastante difíciles de satisfacer, ya que tienen que ver con superar situaciones de vulnerabilidad social que tiene como origen causas antiguas y arduas de desentrañar.
- Existe la ilusión social e institucional de que los problemas que le llegan al trabajador social son subsanables con los recursos con los que se cuenta o inventando otros nuevos.
Manejo de la Angustia y la Impotencia
En la confluencia de estas dos vertientes dificultades, no es raro que el profesional se pueda ver importunado en su práctica por la angustia, por la impotencia, por la desorientación o por el desánimo. Para evitar esto, en primer lugar el trabajador social tiene que ser consciente de los límites: subjetivos, de formación, de experiencia, de la dificultad del caso o de exigencias institucionales y sociales. A partir de allí, tiene que comprometerse con un trabajo continuo de análisis personal, formación y supervisión con el objeto de poder poner a disposición del usuario en las entrevistas la continuidad de una relación con él y poder responsabilizarse de lo que dice y hace en las entrevistas. El trabajador social tiene que poder estar ahí, presente, para ver con el sujeto, en los detalles, cómo se desenvuelve y cuáles son las formas que le permiten funcionar y cuáles no. Si el trabajador social no puede sostener o dirigir estos encuentros, es difícil que se den cambios.
2. El Usuario
Podemos considerar a los usuarios como un sujeto activo: tan víctima y tan actor de su vida como cualquiera.
El trabajador social debe saber que algo de orden subjetivo tiene que cambiar en la persona que pide su ayuda para que el camino se vuelva transitable de nuevo.
Conocer al Usuario en su Singularidad
Por esta razón, el trabajador social tiene que esforzarse en conocer al usuario en su singularidad. Esto no es posible si se le califica a partir de un rasgo (inmigrante, mujer maltratada, menor en riesgo, enfermo mental, etc), ya que, por un lado, el rasgo homogeneiza a todos los individuos que forman parte del colectivo, borra las diferencias entre uno y otro, y crea la falsa apariencia de que, a partir de una característica común, se trata de una problemática común, cuando ciertamente no tiene por qué ser así. Además, el usuario queda etiquetado por su falta, de forma que las entrevistas se dirigen a la reparación de la falta y el trabajador social puede olvidar toda otra serie de aspectos de la vida de los sujetos de mucha importancia. Por último, el propio rasgo con el que se le caracteriza pretende explicar la causa de los problemas del individuo en cuestión, taponando la pregunta del sujeto acerca del porqué de su situación, motor principal para el cambio subjetivo de la persona.
El Inconsciente y la Pulsión de Muerte
Para poder conocer a nuestros usuarios es importante contar con dos condicionantes estructurales conceptualizados por el psicoanálisis: el inconsciente y la pulsión de muerte. El usuario que conocemos es un sujeto que muchas veces desconoce parte de sus razones para hacer lo que hace, que tiene contradicciones, que a menudo no sabe lo que quiere o que lo que creía que quería de pronto pierde su valor, que no siempre quiere su propio bien y que logra tener poca estabilidad en sus estados de satisfacción.
El Concepto de Inconsciente
Para dar cuenta de este sujeto que no se posee, ni se entiende a sí mismo más que parcialmente, Freud creó el concepto de inconsciente. Como consecuencia de este desconocimiento parcial de uno mismo, el yo y la conciencia ven limitado su poder, y el trabajador social que desea conocer a sus usuarios tiene que tener en cuenta la existencia de esta parte desconocida que, sin embargo, tiene efectos en la vida del sujeto.