El Rol del Trabajo Social en la Salud Mental: Integración y Rehabilitación

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Trabajo Social y Enfermedad Mental

El Trabajo Social se fundamenta en ayudar a las personas a afrontar los problemas que se derivan de su relación con su entorno, interviniendo tanto en la propia persona como en el medio en el que se desarrolla. Partiendo de que las enfermedades mentales provocan en las personas que las padecen problemas de funcionamiento social y en las relaciones interpersonales, la profesión del Trabajo Social juega un papel muy importante en el proceso de rehabilitación e integración social de los pacientes.

La presencia de la enfermedad representa una situación de estrés para el enfermo, su familia y grupo social, que exige un esfuerzo de adaptación a la nueva realidad, de reorganización de un entorno en el que el enfermo ha perdido, temporal o definitivamente, roles activos que desempeñaba previamente para pasar a una situación de necesidad de cuidados.

Impacto de la Enfermedad en la Vida de una Persona

La enfermedad mental representa el fracaso de la relación del sujeto con su medio. Tiene serias consecuencias en sus vínculos sociales y, con frecuencia, en su capacidad de autocuidado y de dar respuesta a sus necesidades más básicas. Afecta centralmente al funcionamiento subjetivo, a la dinámica familiar, al lazo social y a la integración comunitaria.

La enfermedad mental tiene, para la persona que la padece, una grave repercusión en su vida cotidiana, en el contexto social y en la relación que tiene con su entorno. La pérdida de las habilidades sociales consecuentes de las patologías mentales provocan en el individuo el deterioro de sus relaciones interpersonales, llevándolo progresivamente al aislamiento.

Además, los pacientes con Trastorno Mental Grave presentan discapacidad en varias áreas de la vida, lo que produce limitaciones funcionales en muchas de las actividades importantes del día a día. Presentan mayor vulnerabilidad al estrés, necesidad de ayuda en habilidades de la vida diaria, pérdida de redes sociales de apoyo, habilidades laborales limitadas, importante dependencia de los sistemas familiar, sanitario y social, etc.

El déficit provocado por la enfermedad mental conlleva que, en muchas ocasiones, el paciente no tenga conciencia de la enfermedad que padece, pierda el juicio de la realidad y, en consecuencia, realice acciones que en un estado de salud adecuado no cometería. Tal es el deterioro que puede presentar a veces una enfermedad, que el paciente se ve con su capacidad de obrar anulada, es decir, sin capacidad para ejecutar válidamente actos jurídicos.

Todas estas consecuencias de la enfermedad se dan, para la persona paciente, en su día a día, dificultando sus actividades cotidianas y perdiendo habilidades para llevar una vida normal en su entorno social. En este sentido, el trabajador social es el profesional que relaciona al paciente con su medio social. La finalidad es conseguir que la relación individuo-familia-medio sea lo más satisfactoria posible, impulsando y fortaleciendo los aspectos más sanos del paciente y de su medio familiar y microsocial.

Necesidades Sociales que Surgen de la Presencia de la Enfermedad

En consecuencia al impacto que presenta una enfermedad mental para la persona que la padece, al paciente le surgen una serie de necesidades que antes no tenía y que ahora deben ser cubiertas.

Por un lado, la persona que sufre una enfermedad mental ha perdido habilidades en su autocuidado (en la higiene personal, en su gestión económica, etc.) teniendo que involucrar ahora a su familia o teniendo que precisar ayuda de otras personas para la realización de las actividades básicas de la vida diaria.

Además, consecuencia de la discapacidad provocada por la pérdida de las facultades propias de la enfermedad, estas personas precisan de protección judicial o de personas que luchen por la defensa de sus derechos como enfermos mentales.

El Deterioro de las Habilidades Sociales

Surge también la necesidad de reconstruir los lazos sociales deteriorados en el proceso evolutivo de la enfermedad, conseguir que las personas que sufren alguna enfermedad mental vuelvan a contar con gente en la que poder confiar, que los apoyen y formen parte de su recuperación. Además de eliminar el estigma social y el rechazo que pudo provocar en su entorno la presencia de la enfermedad en el paciente.

En conclusión, ahora la persona tiene que crear un nuevo proyecto de vida, ya que el anterior se ha visto interrumpido por las consecuencias de la patología mental. Surge en la persona la necesidad de lograr la inclusión social, de recuperar las habilidades físicas, emocionales y cognitivas perdidas, necesarias para vivir, aprender y trabajar en su medio habitual.

Respuestas desde el Trabajo Social

La rehabilitación de los pacientes, en el seno de la profesión del Trabajo Social, actúa sobre los problemas psicosociales y ambientales de la enfermedad, siendo fuente de aportaciones que producen bienestar y atenúan o amortiguan el impacto de los acontecimientos sociales estresantes.

Ante estas necesidades, el Trabajo Social responde interviniendo tanto en la propia persona como en su entorno para conseguir la integración social del individuo.

El Trabajo Social busca fortalecer a las personas para afrontar y superar el proceso de la enfermedad, ayudándole desde las potencialidades de su propia persona y a través de la provisión de los recursos sociales e intervenciones en el medio social.

Entre los objetivos del Trabajo Social en el ámbito de la Salud Mental destacan:

  • Incrementar la autonomía del paciente.
  • Hacer efectivos todos los derechos que comporta el estatus de ciudadano.
  • Contribuir a la integración de los pacientes en su propia comunidad.
  • Contribuir a crear una comunidad inclusiva.

Centrándonos sobre todo en este último, el trabajador social pone a disposición de los enfermos mentales toda la gama de servicios y recursos existentes en la comunidad para la satisfacción de las necesidades de este colectivo. Promueve, por una parte, la creación de asociaciones, voluntariado y grupos de ayuda mutua que actúen en el proceso de inclusión de la persona y la pone en relación con estos recursos.

En la intervención directa con el usuario y su familia, la acción del trabajador social gira alrededor de la relación de ayuda. Es la herramienta de relación interpersonal, de alianza terapéutica, que se instaura para lograr cambios en las vidas de las personas, para favorecer su crecimiento personal. En este sentido es clave la escucha activa, dar a entender al usuario que puede confiar en el profesional en su proceso de rehabilitación, que pueden colaborar conjuntamente hacia el objetivo de alcanzar la máxima normalización en la vida diaria de la persona.

En conclusión, ayudar al usuario en su proceso de recuperación, construir pequeñas comunidades inclusivas, recrear entornos acogedores y protectores de sus miembros más frágiles es tarea de los trabajadores sociales. Son imprescindibles en el sistema de salud mental.

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