El Rol de la Escuela en la Reproducción de las Desigualdades Sociales
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Es necesario cuestionar la responsabilidad de la escuela en la conservación de las desigualdades sociales. Es forzoso concluir que la igualdad formal, a la que está sujeto todo el sistema educativo, es en realidad injusta y que cualquier sociedad que pretenda tener ideales democráticos, protege los mismos privilegios y no su abierta transmisión.
La Igualdad Formal: Una Fachada
Para castigar a los no privilegiados y favorecer a los más privilegiados, la escuela solo tiene que dejar de tomar en cuenta, en sus métodos y técnicas de enseñanza y al impartir juicios académicos, las desigualdades entre niños de diferentes clases sociales.
La igualdad formal que gobierna la práctica pedagógica es una fachada para justificar la indiferencia a las desigualdades reales en cuanto a los conocimientos impartidos o exigidos. Por ejemplo, “la pedagogía estimulante”, dirigida a estimular los “dones” ocultos en ciertos individuos por medio de las habilidades y poderes verbales del maestro. En oposición a una pedagogía realmente racional y universitaria, que inicialmente no toma nada como dado, haría todas las cosas para todos y estaría organizada con la meta explícita de proporcionar a todos los medios para adquirir aquello que, aunque aparentemente sea un don natural, es solo dado a los niños de las clases educadas.
La Influencia del Ethos de la Elite
Los maestros son productos de un sistema cuya meta es transmitir una cultura aristocrática; es más probable que adopten estos valores con más intensidad en proporción al grado en que le deban su propio éxito académico y social. En la enseñanza superior, el estudiante que pertenece a la clase trabajadora o a la clase media baja será juzgado de acuerdo con la escala de valores de las clases educadas, que muchos maestros deben a su origen social o adoptan voluntariamente si pertenecen a la élite desde su entrada al magisterio. Tan pronto como el ethos de la clase media baja sea juzgado desde el punto de vista del ethos de la élite y se compare con el diletantismo del hombre bien nacido y bien educado, se invierte la escala de valores, y por medio de una inversión del significado, la aplicación en los estudios se vuelve pedantería y el respeto por el trabajo duro y agotador se vuelve insignificante, con la implicación de que su propósito es el de compensar una falta natural de talento. La cultura de la élite está tan cerca de la escuela que los niños de la clase media baja pueden adquirir, mediante un gran esfuerzo, algo que le viene dado a los niños de las clases cultas.
El Lenguaje y los Valores Compartidos
Los maestros asumen que ya comparten con sus alumnos un lenguaje y un sistema de valores común. Al actuar como si el lenguaje de la enseñanza fuera “natural” para los alumnos “dotados” e “inteligentes”, los maestros no se tienen que molestar en hacer ninguna revisión técnica en su manejo del idioma. Cada individuo hereda una actitud hacia las palabras y su uso. Es más obvio que durante los exámenes orales, los maestros distinguen consciente o inconscientemente, entre una facilidad “natural” de expresión fluida y la facilidad “forzada”, común entre los estudiantes de las clases media baja y trabajadora.
La Ventaja de los Privilegiados
La educación tradicional está dirigida objetivamente a aquellos que han obtenido de su medio social el capital lingüístico y cultural que se les exige objetivamente. La tradición universitaria solo especifica las infracciones y castigos sin hacer nunca una declaración abierta de sus principios subyacentes. De modo que, tomando los exámenes como ejemplo, es claro que entre más vagas sean las preguntas y entre menos específico sea el criterio de los examinadores, más se inclinarán a favor de los privilegiados. Los herederos estarán más favorecidos en los exámenes orales que en los escritos.
La Adaptación del Sistema
El sistema puede asimilar una cantidad cada vez mayor de alumnos, sin tener que sufrir tal cambio profundo, a condición de que los nuevos alumnos también posean las aptitudes socialmente adquiridas que la escuela exige tradicionalmente.
El Ensimismamiento Negativo
Es verdad que ampliar la base social de admisión de alumnos al sexto grado será, sin duda, una prueba decisiva que acarreará importantes cambios dentro del funcionamiento del sistema en su forma más específica. Los niños de clases medias más bajas se refugian en un tipo de ensimismamiento negativo que preocupa a los maestros y que se expresa en formas de desorden desconocidas.
La Escuela: ¿Una Fuerza Liberadora?
El resultado de unos cuantos individuos que escapan al destino colectivo de su clase justifica la selección educativa y hace verosímil el modo de que la escuela es una fuerza liberadora, dando la impresión de que el éxito es exclusivamente una cuestión de talento y trabajo.
Finalmente, aquellos que han sido “liberados” por el sistema depositan su fe en la escuela liberadora.
Conclusión
Todo esto nos lleva a concluir que una sociedad sería extremadamente rígida si permitiera que las clases sociales más privilegiadas monopolizaran las instituciones educativas.