El Risorgimento: La Unificación de Italia y sus Protagonistas Clave
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Contexto de Italia en 1815
En 1815, Italia había quedado dividida en un conjunto de Estados desiguales en tamaño e importancia. El Norte estaba dominado por el Imperio Austriaco. Sin embargo, en estas zonas también existía un reino independiente: el Piamonte, un país rico, industrializado y con una Monarquía Parlamentaria, gobernado por la Casa de Saboya. El Centro estaba ocupado por los Estados Pontificios. En el Sur se encontraba el Reino de las Dos Sicilias, una tierra agraria y atrasada gobernada por los Borbones.
El Impulso Unificador y sus Protagonistas
La voluntad unitaria había surgido durante la conquista por los ejércitos napoleónicos y se manifestó en la Revolución de 1848. A mediados del siglo XIX, el Movimiento Nacional en Italia ya se encontraba maduro. El conde de Cavour diseñó la unidad de Italia con la monarquía como forma de gobierno, personificada en el rey del Piamonte. La Unificación se realizaría bajo sus ideas y programas.
La contrafigura de Cavour fue el revolucionario Garibaldi, partidario de la república como forma de gobierno, aunque al final no tuvo más remedio que aceptar la monarquía. Importante sería, sin duda, el papel del rey del Piamonte, Víctor Manuel II, quien apoyó todas las acciones de Cavour y, al terminar la unidad, se convirtió en el primer rey de Italia.
Fases de la Unificación Italiana (Década de 1860)
La unidad italiana se alcanzó en la década de 1860 en varias fases sucesivas:
Primera Fase (1858-1859): Alianza con Francia
Cavour convenció en 1858 al emperador francés Napoleón III para que apoyara la causa de la unidad italiana frente a Austria, a cambio le prometió las ciudades de Niza y Saboya. En 1859, el rey de Piamonte-Cerdeña, Víctor Manuel II, apoyado por Francia, derrotó a Austria en las batallas de Magenta y Solferino, lo que le permitió incorporar la región de Lombardía y diversos Estados del centro de la península italiana (Parma, Módena, Toscana y Romaña). A cambio, Francia obtuvo los territorios de Niza y Saboya. Sin embargo, cuando estaban a punto de conquistar el Véneto y acabar con la ocupación austriaca, Napoleón III les retiró su apoyo y firmó la paz con los austriacos.
Segunda Fase (1860-1861): La Expedición de Garibaldi
En 1860-1861, todo el sur de Italia se vinculó al Piamonte después de la expedición de los “Camisas Rojas” de Garibaldi, que se apoderó de Sicilia y Nápoles, acabando con el régimen de los Borbones en las Dos Sicilias. En 1861, Víctor Manuel II fue proclamado oficialmente rey de Italia. La mayor parte de Italia estaba unida; quedaban solo Venecia y la Cuestión Romana.
Tercera Fase (1866-1870): Incorporación de Véneto y Roma
En 1866, Austria, tras nuevos enfrentamientos, cedió el Véneto. Finalmente, en 1870, tras la caída del Segundo Imperio Francés, se incorporó la ciudad de Roma, que se convirtió en la capital del nuevo Estado.
Desafíos Post-Unificación
No acabarían los problemas del nuevo Estado. El más importante fue la enemistad que el gobierno italiano se había granjeado en el exterior por la oposición de todos los católicos al ver cómo había despojado al Papa del patrimonio que disfrutaba desde hacía mil años. En el interior, la relación con la Iglesia fue insostenible: Pío IX excomulgó a todo el gobierno italiano y a sus partidarios. Los Papas vivieron recluidos en el Vaticano hasta que, ya en el siglo XX (con el Tratado de Letrán), reconocieron la existencia de Italia.
El otro problema serio fue la serie de desigualdades tan grandes entre el norte, industrializado y urbano, y el sur, atrasado y rural, que no se solucionarían hasta bien entrado el siglo XX.