Reyes Católicos: Unión Dinástica, Conquista de Granada y Organización del Estado
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Los Reyes Católicos: Unión Dinástica y Creación de la Monarquía Hispánica
La Unión Dinástica de Isabel y Fernando
Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos (1469-1516), son considerados los artífices de la Monarquía Hispánica y los precursores del Estado moderno en España. Su matrimonio, celebrado en secreto en 1469, marcó el inicio de este proceso. Isabel, hermanastra del rey Enrique IV de Castilla, se enfrentó a un reinado plagado de conflictos. Tras la muerte de Enrique IV, estalló una guerra civil entre Isabel y sus partidarios contra Juana la Beltraneja, presunta hija de Enrique IV y esposa del rey de Portugal. La victoria de Isabel en 1479 la consolidó como reina de Castilla. Ese mismo año, Fernando II heredó el trono de Aragón tras la muerte de su padre, Juan II.
La unión de las coronas de Castilla y Aragón, sin embargo, no implicó la fusión de los reinos. Se trató de una unión dinástica, en la que cada reino conservó sus propias leyes, instituciones, costumbres y fronteras. A pesar de ello, los Reyes Católicos lograron importantes avances en la unificación territorial. En 1492, conquistaron el reino nazarí de Granada, anexionándolo a Castilla. Posteriormente, en 1512, se produjo la conquista del reino de Navarra, arrebatándoselo a Francia.
La Conquista del Reino Nazarí de Granada
El Fin de la Reconquista
Los Reyes Católicos culminaron la Reconquista, iniciada en el siglo VIII, con la conquista del reino nazarí de Granada. La guerra, que se prolongó durante diez años, fue concebida como una cruzada contra los infieles. Los cristianos aprovecharon las luchas internas en Granada para sobornar a Boabdil, quien se rebeló contra su padre. Finalmente, el 2 de enero de 1492, Boabdil, ya como rey de Granada, entregó la ciudad a los Reyes Católicos.
De la Tolerancia a la Conversión Forzosa
Inicialmente, las condiciones de la rendición fueron relativamente tolerantes, permitiendo a los musulmanes mantener su religión, costumbres y propiedades. Se implementó una política de conversión voluntaria al cristianismo. Sin embargo, esta política cambió radicalmente con el tiempo. Se impuso la conversión forzosa, y la Inquisición se encargó de perseguir y castigar a aquellos cuya conversión no se consideraba sincera, conocidos como moriscos.
La Organización del Estado Bajo los Reyes Católicos
Hacia un Estado Moderno y Centralizado
Durante su reinado, los Reyes Católicos sentaron las bases de un Estado moderno, caracterizado por una monarquía autoritaria, una fuerte centralización del poder y la disminución de la influencia política de la nobleza, el clero y la burguesía. Este modelo se implementó con mayor facilidad en Castilla, donde se fortalecieron instituciones existentes y se crearon otras nuevas al servicio de los monarcas. En Aragón, la resistencia fue mayor y la mayoría de las instituciones se mantuvieron intactas.
Instituciones de Gobierno
- Consejo Real de Castilla: Se convirtió en el órgano supremo de justicia, compuesto por letrados.
- Consejos Territoriales: Se crearon consejos para la administración de Aragón, Navarra e Indias (tras la conquista y colonización de América), así como para otros asuntos como las Órdenes Militares y la Inquisición.
- Secretarios Reales: Facilitaban la comunicación entre el rey y los diferentes Consejos, racionalizando el sistema polisinodial.
- Cortes: En Castilla, las Cortes quedaron bajo el control de los monarcas y se convocaban con menor frecuencia, principalmente para aprobar ayudas económicas o jurar fidelidad a los sucesores al trono.
- Corregidor: Representaba la autoridad real en las ciudades, con funciones militares, judiciales y fiscales.
- Santa Hermandad: Se creó como un cuerpo de seguridad para la defensa interior, precursor de un ejército permanente.
- Audiencias y Chancillerías: Se encargaban de la administración de justicia.
- Hacienda: Se reorganizó para mejorar su eficacia.
Cabe destacar que, a pesar de la centralización del poder, no se estableció una capital fija para la Monarquía Hispánica durante el reinado de los Reyes Católicos.