Los Reyes Católicos: Unificación Territorial, Política Matrimonial y Religiosa en la Península Ibérica

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Los Reyes Católicos

Unificación Dinástica y Territorial

A finales del siglo XV, se produce la unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón mediante el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Isabel, hermana de Enrique IV de Castilla, era su heredera, ya que él murió sin descendencia legítima. Sin embargo, Enrique IV tuvo una hija, Juana la Beltraneja, lo que desencadenó una guerra civil. En este conflicto, Isabel y Fernando contaron con el apoyo de castellanos y aragoneses, mientras que Juana fue respaldada por Portugal y algunos nobles castellanos. Isabel fue proclamada reina de Castilla en 1479, el mismo año en que Fernando se convirtió en rey de Aragón. Aunque se casaron en 1469, se convirtieron en reyes de ambos reinos, manteniendo cada uno sus propias instituciones, sistema monetario y normas jurídicas.

Política Matrimonial

El matrimonio de Isabel y Fernando marcó el inicio de una hábil política dinástica o matrimonial. Esta estrategia continuó con el matrimonio de su hija María con Manuel el Afortunado de Portugal, del cual nació Isabel de Portugal, futura esposa de Carlos I y madre de Felipe II, quien heredaría la corona de Portugal. Esta política se extendió a los Países Bajos y Austria. Su hijo Juan se casó con Margarita de Austria, pero murió prematuramente. Posteriormente, su hermana Juana se casó con Felipe el Hermoso, hermano de Margarita, con quien tuvo varios hijos, entre ellos el futuro emperador Carlos I. Por otra parte, su hija Catalina se casó con Arturo de Gales, quien también falleció. Catalina se casó después con Enrique VIII de Inglaterra, con quien tuvo a María Tudor, que reinó en Inglaterra durante cinco años. Gracias a esta política matrimonial, se consiguió unificar vastos territorios europeos bajo la figura de sus nietos.

Política Territorial

Se cumplió el objetivo de unificar territorios en Europa con el fin de conseguir la unión territorial de la Península Ibérica. En 1492, la guerra de Granada, motivada principalmente por razones religiosas, ya que se buscaba la conversión al cristianismo, culminó con la capitulación de Boabdil, después de que las tropas de Isabel se establecieran en Santa Fe. Con este hecho, concluyó la Reconquista. Tras la muerte de Isabel en 1504, solo faltaba la anexión de Navarra, que se acabó uniendo a la Corona de Aragón, posiblemente favorecida por el matrimonio de Fernando con Germana de Foix, de la corona francesa.

Política Religiosa

Los Reyes Católicos también buscaron la unidad religiosa, un aspecto de gran importancia para ellos. Solicitaron al Papa la instauración de la Inquisición o Tribunal del Santo Oficio para descubrir herejías y perseguir a los falsos conversos. Este privilegio, otorgado por Sixto IV, les concedió un nuevo poder en la península. Las persecuciones a los judaizantes comenzaron en 1480, pero en marzo de 1492 se decretó la expulsión de todos los judíos. En 1502, se iniciaron las persecuciones contra los mudéjares, aquellos musulmanes que permanecieron en la Península tras la conquista de Granada, motivada también por causas religiosas. El objetivo era la pureza cristiana y la consolidación de un Estado católico.

Política Exterior

Los Reyes Católicos pretendían mantener sus territorios en el Mediterráneo frente a los otomanos y los franceses, con quienes mantenían continuas disputas por el Reino de Nápoles y el Milanesado. Además, establecieron territorios en el norte de África para frenar a los turcos y a los moriscos. Tuvo gran importancia la proyección atlántica de Castilla para competir con Portugal por nuevas rutas comerciales. Gracias a ello, se descubrió América y se terminó de conquistar las Islas Canarias.

Tras la muerte de Fernando en 1516, el reinado recayó en Carlos I, ya que su hija Juana no estaba capacitada para gobernar.

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