Las Tres Revoluciones Industriales: Evolución Técnica y Organizativa

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Cambios Técnicos y Organizativos en los Procesos de Industrialización

Según Schumpeter, los inventos que se van produciendo poco a poco tienden a reagruparse en torno a algunas tecnologías de base. Por tanto, la evolución del sistema económico internacional viene marcada por ciclos largos, caracterizados por distintos regímenes tecnológicos. Este es el motivo por el que se habla de varias revoluciones industriales.

La Primera Revolución Industrial

Comenzó en el siglo XVIII y duró hasta más allá de mediados del siglo XIX. Se caracterizó por la caldera de vapor, el acero, los ferrocarriles, además de una maquinaria cada vez más mecanizada. Esta revolución industrial no precisó de elevados niveles de educación y se basó en una ciencia simple; los inventos y las innovaciones podían ser llevados a cabo por individuos aislados, sin laboratorios. La fabricación se realizaba en fábricas, en las que era posible la división del trabajo y el uso de maquinaria especializada.

Otro efecto a largo plazo fue la expulsión de las mujeres del mercado laboral. La mujer tuvo que encerrarse en el hogar para salvaguardar la familia (familias numerosas). En cualquier caso, las empresas seguían siendo de pequeñas dimensiones, se mantenían con facilidad bajo el control del propietario y no necesitaban enormes capitales.

La Segunda Revolución Industrial

Comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se redujeron los costes de transporte gracias a la expansión de los ferrocarriles y de los barcos de vapor, y la información empezó a viajar a toda velocidad. Se consiguió desarrollar una tecnología basada en grandes plantas, que ahorraban más cuanto mayores eran. Las tecnologías básicas fueron la electricidad, el motor de explosión (utilizado por el automóvil y el aeroplano) y la química orgánica, sin olvidar la radio. Las universidades y las empresas crearon laboratorios de investigación para la mejora continua de los productos.

Pero la consecuencia más importante fue la necesidad de contar con grandes capitales para las empresas, debido a la elevada estandarización. Así fue como en ciertos ambientes favorables (Alemania, Estados Unidos) se consolidó la gran empresa. Las grandes empresas favorecieron la formación de sindicatos, los cuales habían comenzado a organizarse por oficios, aunque con diferencias notables en países como Estados Unidos y Alemania.

La Tercera Revolución Industrial

Iniciada aproximadamente a mediados del siglo XX, todavía está en curso. Se basa en las energías alternativas, fundamentalmente la nuclear, pero también la biomasa, el viento, el agua, etc. Las relaciones entre la nueva ciencia y la tecnología han llegado a ser estrechísimas y los niveles de educación necesarios para producir innovaciones son muy elevados. Los inventos son cada vez más el resultado de un trabajo en equipo dentro de laboratorios muy especializados.

La electrónica se encuentra en el centro de esta tercera revolución industrial y ha determinado cambios en los hábitos de vida. Las cadenas de montaje están más automatizadas y cuentan con robots que pueden fabricar productos más diversificados y personalizados. En cuanto al trabajo de oficina, se está introduciendo el teletrabajo, que por medio del ordenador permite trabajar en el propio domicilio. Otra novedad es el gran aumento de la ocupación en los servicios.

Por último, la revolución de los ordenadores y de las telecomunicaciones ha provocado un salto hacia la economía internacional, que está convirtiéndose en una economía en la que las fronteras de las naciones ya no cuentan para las empresas. Estas piensan en términos de todo el mundo cuando tienen que organizar sus planes de producción y de venta, lo que se traduce en una deslocalización de las producciones. Sin embargo, muchas de las consecuencias de esta tercera revolución todavía se nos escapan.

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